Critica: Festival Internacional de Música de Marvao (III)
Festival Internacional de Música de Marvao (y III)
El último día del festival, el domingo 28 de julio, volvió a ser una intensa jornada musical, que se inició por la mañana en la iglesia del convento de Nuestra Señora de la Estrella con la Camerata Nov’Arte dirigida por Luís Carvalho. Recordando lo que hiciera en su momento Arnold Schönberg en Viena en la Sociedad para Interpretaciones Musicales Privadas, Carvalho ha realizado un arreglo para conjunto de cámara de la monumental sinfonía nº 7 en Mi mayor de Anton Bruckner. 2 violines, viola, violonchelo, contrabajo, flauta, oboe, clarinete, fagot, trompeta, trompa, trombón, tuba wagneriana y acordeón fue el ensemble diseñado por Carvalho. Salvo en los pasajes más masivos en los que el sonido de las cuerdas era engullido por los vientos, en el resto de la obra funcionó bien el arreglo, con el acordeón realizando tareas de relleno armónico y con la ventaja de poder apreciarse con todo detalle la complejidad textural de la orquestación bruckneriana. El sonido global del grupo estuvo muy empastado gracias a la calidad individual de cada instrumentista y, sobre todo, a la labor del director, que afrontó el Allegro moderato inicial con plena majestuosidad, administrando con cuidado las progresiones dinámicas. Con un tempo algo más movido de lo habitual, al Adagio no le faltó sin embargo ni un ápice de sublimidad y de poesía, lo mismo que ocurrió con un Scherzo de tiempos especialmente marcados, para culminar con un Finale pleno de solemnidad y brillantez.
A las 16 horas, en la Iglesia de Santiago, Niek Baar (violín) y Ben Kim (piano) ofrecieron otro de esos sorprendentes conciertos a los que este festival nos tiene acostumbrados. Sorprendente por la enorme calidad de estos jóvenes intérpretes que abrieron el programa con la sonata nº 2 en Sol mayor, op. 13, de Grieg. Si en el violín de Baar era apreciable la riqueza de su paleta de colores a partir del sonido brillante y potente de su violín, en el piano de Kim afloraba todo un juego de intensidades minuciosamente graduadas, con unos magníficos pasajes sincopados en el Allegro vivace. En las tres romanzas op. 21 de Clara Schumann cabría destacar la belleza y sensibilidad dellegatodel violín, con un fraseo muy sentimental, así como la precisión de las rápidas figuraciones del teclado en el Agitato que cierra la colección. Y como cierre nada menos que la “Grande sonata” nº 2 en Re menor op. 21 de Robert Schumann, en una versión caracterizada por la intensidad y el fuego puestos por ambos músicos, con soberbios pasajes a dobles cuerdas en el violín y una impecable técnica de pedal en el piano. El cierre con el Bewegt (Agitado) final fue una explosión de energía y de deslumbrante técnica.
El patio del Castillo de Marvao fue el escenario para la Gala de Despedida que puso colofón a diez días y cuarenta y dos conciertos. Con la Orquesta de Cámara de Israel y la dirección de Christoph Poppen, pasaron por la escena algunos de los más señalados solistas de este festival, desde la deliciosa Pamina de Juliane Banse a la delicada voz de Sunhae Im. A destacar la soberbia lección de virtuosismo del clarinetista marchenero Pablo Barragán en una espectacular interpretación de la Fantasía sobre temas de ‘La Traviata’de Donato Lovreglio, así como la no menos impecable presencia del joven y magistral clarinetista portugués Horacio Ferreira en una brillante interpretación en estilo Klezmer del conocido “Shalom Aleichem”. Con la versión poderosa de “Hai già vinta la causa” de Dominik Köninger y el virtuosismo de la viola de Jano Lisboa y del violín de Yamen Saadi, junto a una versión llena de ritmo y magnificencia de la sinfonía nº 104 de Haydn, se cerró la sexta edición de este festival que ya anuncia una espectacular programación centrada en la música de Beethoven para el 2020. Andrés Moreno Mengíbar
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