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Por Publicado el: 01/06/2018Categorías: En vivo

Crítica: ORCAM, catártico homenaje a García Abril

Critica de clásica / Auditorio Nacional

Obras García Abril y Sibelius. Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid. Director del coro: Igor Ijurra. Jóvenes Cantores de la Comunidad de Madrid. Directora: Ana González. Dirección musical: Víctor Pablo Pérez. Auditorio Nacional, Sala Sinfónica, Madrid. 28-V-2018.

Mario Muñoz Carrasco

Escapando de la trampa de Falla o Albéniz, García Abril ha pasado por tantas etapas creativas como inquietudes, pero siempre manteniendo en sus composiciones ese vuelo lírico tan necesario, esa melodía que habitualmente ha defendido como la palabra de su discurso y que le ha permitido no separarse de la horma auditiva del público. Si a esto le sumamos su capacidad para convocar lo atávico, encontramos músicas de gran raigambre folclórica que ni afirman ni niegan la tradición, sino que más bien emprenden una tercera vía sin conformismos. Las obras elegidas para este concierto de merecido homenaje –la  inolvidable música, anclada en el imaginario popular, de El hombre y la tierra y la obra para orquesta y coro Lur Kantak– abundaban en esa línea más vinculada con la percusión que con la cuerda y que se beneficia de una visión rítmica privilegiada y plenitud en el color orquestal.

Se iniciaba la velada con una versión catártica de la famosa sintonía televisiva, mantenida con buena planificación por parte de Víctor Pablo Pérez sin por ello descarrilar entre las percusiones. Se reivindicaba en la lectura de la ORCAM una música que, más allá de la añoranza, funciona igual de bien con imagen que sin ella. Se completó la primera parte con dos pulcras interpretaciones de piezas de Jan Sibelius, la Suite Karelia y la versión con coro de Finlandia. El lenguaje armónico no desentonaba con García Abril, y se entiende su inclusión más como un descanso para la segunda parte que como una necesidad real de contraste.

Lo complicado llegaba tras el receso con Lur Kantak, cantanta creada hace veinte años para el Orfeón Donostiarra con un nivel de exigencia muy superior al Sibelius. Fue un acierto contar con Igor Ijurra como director del coro, no ya por su obvia empatía musical con el repertorio sino por el cuidado con el que maneja los múltiples espacios descubiertos de la partitura y su gusto por el color. La ORCAM se fusionó bien con la masa coral a la que le faltó algo de potencia en ocasiones, y supieron solventar algunas dudas rítmicas iniciales a medida que avanzaba la obra. “Xorietan bürüzagi” (El primero entre los pájaros”) marcó el inicio del crecimiento interpretativo del concierto que finalizó con una evocación a lo tribal, a ese espíritu primitivamente salvaje.

En su discurso de ingreso a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, defendía García Abril que «el folclore y la música culta se hermanan en una simbiosis permanente». Imposible ejemplificarlo de mejor manera.

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