Entrevista con Helga Schmidt del Palau de les Arts
“Las programaciones se hacen a última hora, vamos de milagro en milagro”
La Razón, 24/03/2014
Plácido Domingo se convierte en Simón Boccanegra protagonista de uno de sus títulos fetiche, el próximo miércoles en la ópera valenciana.
Cuando tomó las riendas del Palau (desde 2005 es intendente aunque empezó a trabajar en el proyecto en 2000), doña Helga –que así la llaman todos en su casa del Palau, con respeto llegaba a Valencia con un bagaje impresionante. “Acepté por razones artísticas, nunca económicas”, zanja la cuestión con contundencia. Hoy soplan vientos muy complicados y Helga Schmidt (Viena, 1941) tiene sobre la mesa varios problemas pendientes de resolver. Prefiere ir uno a uno, sin prisa, pero sin pausa. Su currículum dice que estudió piano en Viena y después, en la Sorbona, Historia del Arte. Su carrera profesional comenzó como asistente del director general del Festival de Viena, Egon Hilbert. Cuando en 1963 éste fue nombrado intendente de la Ópera de Viena, y Von Karajan director artístico y musical, ambos la contrataron para este teatro. El siguiente paso fue Londres, donde asumió a mediados de los setenta la dirección artística del Covent Garden
-¿Cómo se hace frente al problema económico sin perder el ánimo?
– Yo lo tengo siempre alto. Hemos de mantener la calidad de nuestro teatro, reconocido internacionalmente, aunque soy consciente de que nuestra situación, con los ajustes, no es la misma. Le contesto. Por un lado con la reducción del número de producciones de cada temporada, pero no de su calidad, y, por otro, incrementando las propias, reponiéndolas o intercambiándolas con otros teatros, como es el caso, por ejemplo, de la “Tetralogía”, que se verá en Houston. Sólo nos faltan 80.000 euros para amortizarla. Lo mismo sucede con “L’Elisir d’amore”, coproducida con el Teatro Real, que ha estado en Palermo y ahora va a Bruselas. Al intercambiar las producciones sólo se paga el coste de transporte.
-Insiste en el tema de la calidad.
-Nunca he aceptado la mediocridad. El gris es un color que para mí no existe.
-¿Le preocupa el futuro?
-Por supuesto. Mantener la calidad es prioritario. No me lamento por tener un sueldo bajo sino porque las temporadas se cierran con tres y cuatro años de antelación y yo de verdad, no sé de qué presupuesto voy a disponer en 2014.
-¿La programación, entonces, está totalmente condicionada por la economía, por el dinero de que dispondrá en cada ejercicio?
-Así es. Elaboramos las programaciones a última hora, siempre vamos de milagro en milagro, pero no podemos mantenernos así siempre: buscar a un artista en el último momento es una heroicidad, un trabajo tremendo, un desgaste, y bastante más costoso económicamente, es el mayor problema. El personal nos cuenta ya 12,5 millones y mantenimiento del edificio, 3,5 millones ¿Cómo hacemos el milagro? Autofinanciando la programación con la taquilla, Este año ha funcionado de maravilla con “Traviata” y “Walkiria”, con más de un 90 por ciento de venta de abonos. Habrá que cambiar drásticamente la programación porque de lo que se trata es de llenar el teatro, de hacer más óperas tradicionales. Hemos tenido que cancelar dos “Tetralogías” con Zubin Mehta y la Fura que estaban programadas para el pasado año Verdi-Wagner, aunque, afortunadamente, no estaban contratados los artistas. Lo mismo ha sucedido con “El caballero de la rosa” para este año Strauss. En su lugar hemos cerrado “La fuerza del destino”, bastante más popular y con una producción menos costosa.
-Son muchos los elementos contra los que tiene que lidiar.
-Yo hago mi trabajo con profesionalidad y entusiasmo, aunque llega un momento en que el futuro me preocupa una barbaridad ¿Qué va a pasar mañana? Tenemos sobre la mesa cuarenta despidos y un 8 por ciento de reducción de los sueldos en toda la casa, empezando por el mío.
-Está en plena negociación del Expediente de Regulación de Empleo.
-Sí, en conversaciones con el asesor jurídico y espero que termine cuanto antes porque de verdad no sé qué va a pasar. Me preocupa muchísimo lo que suceda con las nóminas, los empleados tienen que cobrar. Está en el aire un viaje a China con doce conciertos, a una ciudad con 10 millones de habitantes, pero hasta que no sepa cómo discurren las negociaciones y en qué acaban no puedo mover ficha. Los músicos necesitan seguridad artística y económica. Y el resto del personal también.
-Usted habla de milagro, pero es una mujer con los pies en el suelo que lidiado con situaciones bastante duras.
-Miro cada euro con lupa. He hablado con Riccardo Chailly, con Gergiev, que tiene bastante más presupuesto que nosotros, y le he pedido que alquile nuestras producciones. 2Alquila, alquila, alquila”, le repetía. No puedo traer a grandes artistas porque no tengo dinero. Quiero pensar que en el futuro volverán. Me gustaría ver por aquí a Alagna o a Carlos Álvarez, pero el dinero no me lo permite.
-¿Se acerca el público valenciano al Palau o es más un teatro de ópera para gente que viene de Madrid o Barcelona?
-El teatro no tiene que ser solamente para una elite. Me gustaría que hubiera más público de la comunidad valenciana, ampliarlo, que vengan desde todas las provincias. No quiero sólo la élite en el patio de butacas. El teatro debe ser para todos.
-¿Está cansada? ¿Ha pensado en tirar la toalla?
-Hay momentos muy recientes en que me he deprimido. Han sido bastantes duros, pero he aprendido a controlarme. Yo no olvido, aunque lo negativo trato de que quede a un lado. Lo he pasado muy mal.
-Pero deduzco que ahí va a seguir…
-En el fondo soy y me siento una afortunada, aunque la vida no sea sencilla ¿Sabe lo que me dice Plácido? Quiere volver aquí cada año “Vengo gracias a cómo diriges el teatro porque entro en una familia solidaria. Siendo el amor con el que todo el personal trabaja”. Esas son sus palabras. Siempre nos ha echado una mano, se ha involucrado.
-La orquesta es otro de sus caballos de batalla. Sin titular y con un número de profesores que va en descenso.
-Lo es. Hoy no tenemos el número de años atrás. De 92 hemos pasado a 54 fijos. Me preocupa que la orquesta precise de un titular fijo y a su vez necesitamos que haya un director para que haga audiciones y poder cubrir las plazas. Además, sin un titular de nombre, el interés por la formación merma, se reduce. Aquí, en Valencia, la vida es menos costosa que en Suiza o Alemania, aunque el sueldo del director ya se ha reducido.
-Zubin Mehta, que está en el punto de mira, ¿también optará por reducir su sueldo si accede a convertirse en el titular de la orquesta del Palau de les Arts?
-Sí, Mehta ya se ha reducido un 25 por ciento el sueldo. A los profesores se les pidió lo mismo y ellos aceptaron. Él sabe cuánto le queremos aquí; tiene, además buenas condiciones artísticas. Lo está pensando y no le puedo presionar ni ponerle una fecha para que me dé una respuesta. A él no puedo. No es, por otra parte, fácil tener un director musical si la orquesta no es la propia. La formación ha funcionado, ha habido muy buena conexión entre los profesores y el director, pero sin esa seguridad que necesitamos no podrá haber calidad.
-¿Le compensa seguir al frente del Palau?
-Mientras tenga ilusión (ella dice “idealismo”) aquí seguiré, espero que no me la quiten porque sin ella no podría trabajar. Sin ilusión el resultado de un trabajo no puede ser ni bueno ni satisfactorio. Mi sueldo se ha reducido un 60 por ciento. Tengo que sacar dinero del banco para vivir, pero no voy a bajar mi nivel de vida. No me entusiasma, aunque lo he hecho y lo volvería a hacer. Lo que me mantiene aquí es la ilusión. Gema Pajares
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