Julia Lezhneva, una joven estrella en Peralada

Kiri te Kanawa presentó a Julia Lezhneva de esta manera en su actuación en el Royal Albert Hall durante la entrega de premios de los Classical Brit Awards de 2010: “De vez en cuando aparece un talento verdaderamente excepcional y pienso que Julia Lezhneva es precisamente eso. El brillo de la voz y su técnica impresionan profundamente”.

Los medios de comunicación internacionales ya la describieron así al poco tiempo: “… pocos jóvenes cantantes hacen una carrera tan fulgurante (The Independent); posee una voz cristalina (Die Welt), Impecable (The Guardian) y Norman Lebrecht declaró directamente que Lezhneva iba “rumbo a la estratosfera “.

En una industria discográfica que se preocupa obviamente sólo por su beneficio a corto plazo,  Lezhneva ya había grabado su primer disco de arias de Rossini en solitario con la casa Naïve antes de convertirse, en 2011, en artista en exclusiva de Decca. Y todo esto antes de cumplir los 28.

Lezhneva nació en 1989 en una familia de geofísicos en la isla de Sakahin, en el extremo oriental ruso, y en principio nadie en casa imaginaba que su hija hubiera nacido para otra cosa que no fuera una carrera de ciencias. Cuando se dieron cuenta de que la niña ya destacaba en el coro con cinco años se trasladaron todos a Moscú para que pudiera continuar sus estudios, y allí los terminó con altísimas calificaciones en voz y piano a la edad de 15 años.

A los 17 ya ganó el premio internacional Elena Obraztsova. Entre el jurado estaba entonces Teresa Berganza, y la propia Obraztsova, que era su maestra, había educado su voz para la tesitura de mezzo. Como lo fue en su día Berganza, aquella niña era entonces una mezzosoprano con una gran facilidad para los agudos y una coloratura excepcional.

De Rusia la familia saltó a Cardiff para que estudiara con Dennis O’Neill y, ese mismo año, debutó junto a Flórez en el concierto de apertura del Festival Rossini de Pesaro.

De ahí en adelante ganó todos los concursos a los que se presentó y con 18 años ya fue invitada por Marc Minkowski, con quien grabó la misa en si menor de Bach, seguida por numerosos conciertos a su lado.

En 2010, con sólo 20 años, hizo su debut triunfal en el Barbican interpretando el Ottone de Vivaldi y en el Festival de Salzburgo en un concierto con Marc Minkowski. Opernwelt la nombró “Joven cantante del Año” en 2011 por su debut en La Monnaie de Bruselas.

Para entonces su voz ya empezaba a “sopranear”,  pero su coloratura permanecía intacta.

Hay una frase que se repite en todas sus entrevistas: “Decidí ser cantante después de escuchar un disco de arias de Vivaldi de Cecilia Bartoli. Tenía 11 años, pero me quedé en estado de shock”.

También su casa de discos parece compartir esta idea de la unión entre Lezhneva y Bartoli. Su primer disco con Decca, grabado con Il Giardino Armonico, se titulaba “Alleluia”, e incluia motetes de Vivaldi, Handel, Porpora y Mozart.

Como Bartoli, ahora se buscan para ella partituras escondidas en bibliotecas de compositores no siempre muy conocidos con arias que cantaban castrados y sopranos, como las de su último disco de Carl Heinrich Graun, con piezas muy ornamentadas que dejan brillar a este pequeño genio.

El sábado, en la Iglesia del Carmen de Peralada y acompañada al piano por Mikhail Antonenko, cantará un programa que empezará dedicado al barroco, con arias de Vivaldi, Haendel y Porpora, y proseguirá con Mozart (Exsultate, jubilate), Rossini (La regata veneziana), varios lied de Schubert, para terminar con el aria de Rossini de Elena de La Donna del Lago.

El tiempo dirá si Lezhneva se convierte en la sucesora de Bartoli. De momento se mantiene alejada de los grandes escenarios de ópera y centrada en el repertorio barroco y de concierto.