La Fura lleva al desguace al Holandés
DER FLIEGENDE HOLLÄNDER (R.WAGNER)
Teatro Real de Madrid. 17 Diciembre 2016.
Este Holandés era uno de los atractivos de la temporada de ópera, ya que ofrecía el debut de Pablo Heras Casado dirigiendo una ópera de Wagner, a lo que se añadían dos repartos vocales sólidos, si no excepcionales, aparte de una producción de Alex Ollé. El resultado no ha sido el esperado, especialmente por la parte vocal, que ha dejado que desear. La producción escénica no me ha resultado convincente y la dirección musical ha tenido altibajos y debo confesar que también esperaba más en este aspecto.
Escena
La producción escénica se anuncia como obra de Alex Ollé (La Fura dels Baus), aunque en esta ocasión los “fureros” no han hecho acto de presencia en la producción o, al menos, no lo han hecho en su forma habitual. La producción se estrenó en Octubre de 2014 en Lyon y es una coproducción con la Ópera de Bergen, Opera Australia y la Ópera de Lille.
Más allá de aspectos estéticos, me adelanto a decir que no me ha convencido la producción. Yo entiendo que hay dos tipos de producciones: las que se ponen al servicio de la ópera y las que ponen la ópera al servicio de la producción. La que ahora nos ocupa pertenece a la segunda categoría y confieso que rara vez me resultan convincentes. Las producciones de La Fura del Baus, sean de Alex Ollé o de Carlus Padrissa, siempre van persiguiendo la originalidad y unas veces la cosa funciona y otras no lo hace. Hay una artículo de Alex Ollé en el programa de mano, en el que narra sus reflexiones para conseguir traer la acción del Holandés a tiempos modernos. En una especie de ¡Eureka! confiesa que no era fácil dar hoy con un país en el que un padre (Daland) quiera vender a su hija (Senta) por dinero, y lo encuentra en Bangladesh, descubriendo además que hay allí un puerto (Chittagong) que se dedica a desguazar barcos viejos sin el más mínimo respeto al medio ambiente. Con estas dos ideas Alex Ollé monta su Holandés, que no es precisamente el de Wagner. Estamos, pues, en un puerto de desguaces en Asia y allí llegan Daland y el Holandés con sus supuestos barcos para ser desguazados, mientras las mujeres de la localidad no son hilanderas, sino que recuperan objetos de los barcos desguazados. Digo que llegan los supuestos barcos, porque realmente no hay dos barcos, sino uno solo, muy grande, y de cuya cubierta salen los noruegos, mientras que los holandeses lo hacen de las bodegas. Al final, el Holandés no tiene barco al que subir, porque ha sido desguazado, y Senta y él parecen morir ahogados.
Escena
La escenografía de Alfons Flores nos presenta en la obertura un enorme barco, que será desguazado durante el segundo acto, mientras que en tierra firme hay por delante una playa y más atrás una especie de dunas. Queda un amplio espacio a la derecha del escenario, donde podía perfectamente haberse ubicado el segundo barco. El vestuario de Josep Abril nos presenta a los noruegos como hindúes, habiendo una buena labor de iluminación de Urs Schönebaum. La producción se completa con buenas proyecciones de videos, obra de Franc Aleu. Más allá de aspectos estéticos, que pueden ser discutibles, esta producción podría titularse la Fura Errante en lugar del Holandés Errante.
Para mí el gran atractivo de estas representaciones era la presencia de Pablo Heras Casado al frente de la dirección musical. Como se sabe, el granadino es el principal director invitado del Teatro Real, aunque su presencia en el foso del teatro es muy escasa, y además era su debut en una ópera de Wagner. A todo esto habría que añadir que a mi parecer hay dos importantes figuras españolas en la dirección musical en la nueva generación, siendo Heras Casado uno de ellos. No ocultaré que para mí el otro es Juanjo Mena. La dirección de Heras Casado ha quedado por debajo de lo que yo esperaba. Es verdad que esperaba mucho, por lo que me adelanto a aclarar que no es que su dirección haya sido deficiente, sino que simplemente no ha llegado a lo que yo esperaba de antemano. Tanto la obertura como el primer acto resultaron correctos, mientras que en el dúo del Holandés y Senta del segundo acto decayó la tensión de manera clara. Quizá lo mejor de la dirección fue el tercer acto, que tuvo fuerza en su arranque y emoción al final. Estoy convencido de que Heras Casado profundizará en su lectura y las cosas mejorarán con el tiempo. A sus órdenes estuvo la Orquesta del Teatro Real y aquí el director no llegó a obtener de ellos el nivel que nos han ofrecido en otras ocasiones. Buena la actuación del Coro del Teatro Real
Evgeny Nikitin e Ingela Brimberg
El Holandés fue interpretado por el barítono ruso Evegeny Nikitin, cuya actuación me resultó decepcionante, no ya en relación con mis expectativas, que no eran altas, sino con la necesidad de un protagonista importante del personaje en un teatro de primera línea. En los últimos años Evgeny Nikitin ha perdido calidad vocal y hoy ofrece poco interés, habiendo perdido volumen y prestancia. Me temo que su declive es irreversible.
La soprano sueca Ingela Brimberg fue una buena intérprete del rol de Senta, brillando en un reparto que en conjunto dejó que desear. Ingela Brimberg fue una Senta convincente tanto vocal como escénicamente, con un centro adecuado y notas altas a punto, aunque me dio la impresión de que estaba un tanto apretada en ocasiones.
El bajo coreano Kwanchul Youn fue un Daland correcto vocal y escénicamente, aunque ofrece exceso de vibrato en algunas ocasiones. El tenor austriaco Nikolai Schukoff es un tenor muy habitual en óperas de Wagner. De hecho venía de cantar algunas funciones de Tristán en Roma, sustituyendo a Andreas Schager. Su canto siempre ha sido un tanto de fuerza y su registro agudo ha sido siempre limitado, por lo que me resultaba sorprendente su presencia como Erik, ya que la tesitura es tirante. Schukoff pasó muchos apuros en el primer acto, terminando por cascar en el agudo de su arioso del tercer acto. Aquí no hablaré de decepción, porque se sabía de antemano que no debe cantar esta parte, para que la que le faltan notas.
Ingela Brimberg y Nikolai Schukoff
Auténtico lujo fue el Timonel de Benjamín Bruns, que será Erik en el segundo reparto y estoy seguro de que lo hará mejor que Schukoff. Adecuada la Frau Mary de la finlandesa Kai Rüütel.
El Teatro Real ofrecía una ocupación entre el 90 y el 95 % de su aforo. El público se mostró cálido en los saludos finales, siendo las mayores ovaciones para Ingela Brimberg, Pablo Heras Casado y el equipo creativo.
La representación comenzó con 5 minutos de retraso, cosa normal, habida cuenta de que no había intermedios. La duración fue de 2 horas y 14 minutos. Seis minutos de aplausos.
Al ser función de estreno, los precios son los que se aplican en las representaciones en que hay muchos espectadores que van a ser vistos. La entrada más cara costaba nada menos que 382 euros, habiendo butacas de platea desde 364 euros. La entrada más barata costaba 45 euros. José M. Irurzun
Fotos; Javier del Real
Muy buenas, muchas gracias por comentar la ópera. Yo he ido hoy.
Seguramente comparto muchas de las apreciaciones que escribes.
Me lo he pasado pipa, seguramente los cantantes no han sido los mejores que he escuchado, el coro no me ha convencido en su entrada( había algo de desfase entre ellos), la coreografía mientras cantaban me parecía ridícula e infantil…… la escenografía si me ha gustado.
Pero me lo he pasado pipa¿ porqué? Porque la obra va más allá de alardes técnicos, que seguro que son mejorables.
La idea que transmite, la soledad del holandés y su búsqueda de una mujer que le sea fiel, la soledad de la mujer que solo encuentra salvación ayudandole, como eso no les lleva a nada y terminan muriendo los dos.Erik que no entiende nada y no se explica porque es abandonado.El padre que creé encontrar la felicidad en el dinero.La tragedia final que nos sumerge a todos en el fondo del mar acompañando a los protagonistas.
Pues eso ,que me lo he pasado pipa.¡ VIVA LA ÓPERA!, y que sigan estudiando los músicos que es lo que tienen que hacer.