Un gran reto
Un reto
Han tenido que pasar seis años desde que se pusiese la primera pìedra del Palau de les Arts valenciano hasta que el viernes abra sus puertas. Una obra inmensa, enmarcada en otra aún más faraónica que ha cambiado la imagen de la ciudad. Pero no es este lugar para la arquitectura sino para la música. En el Palau se hizo lo mismo que en el Real: se nombró con mucha antelación un responsable de su proyecto cultural. Se trataba de poder tener una organización y una programación absolutamente determinada para cuando la obra se concluyese. No ha sido así exactamente, ya que no puede haber autoridad ni responsabilidad sin competencias y a Helga Schmidt se le negó el tampón con que firmar -ella se sonreirá al leerlo recordando el regalo que Beckmesser le envió por Reyes hace tres años- por lo que no pudo concluir contrato alguno hasta hace apenas unos meses. Pero se mantuvo firme, aguantando literalmente lo que no está escrito. Incluso sabiendo la cantidad de lobos que acechaban la intendencia, sobre todo una vez que las obras llegaban a si fin. Claro que tampoco estaba mal la compensación económica a tanta paciencia. El resultado es que al día de hoy hay que recuperar el tiempo perdido. Hay que formar una nueva orquesta -¿era realmente necesario?-, hay que finalizar las programaciones pergeñadas y hay que montar una organización artística, técnica, de producción y administrativa. ¡Qué bien se hizo en el Real! Y en el camino habrá todavía unas cuantas zancadillas.
Pero el Palau de les Arts lleva ante todo un formidable reto que nace de su ambición arquitectónica: el proyecto cultural de contenidos no puede desmerecer al artístico del continente. Es algo paralelo a lo que sucede en el Teatro de El Escorial. No es que su sala de mil setecientas localidades sea inmensa, es que hay otros muchos más espacios. ¿Qué afición existe realmente en Valencia? ¿Cuantos títulos y representaciones por título se podrán ofrecer? ¿Cómo se conseguirá atraer un público adicional y de dónde? Son muchos los interrogantes que precisan respuesta. De momento conocemos la filosofía general: calidad máxima. Maazel, Mehta y otros fichajes aún a desvelar son bazas seguras si dedican tiempo y entusiasmo, pero también muy caras. ¿Se podrá contar con presupuesto suficiente? Porque habrá de ser más alto que los del Real o Liceo. Helga Schmidt ha de pasar ahora del entusiasmo a los resultados prácticos para afrontar un gran reto. ¡Mucha suerte!
Gonzalo ALONSO
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