Quartett: una entretenida provocación
QUARTETT (L. FRANCESCONI)
Gran Teatre del Liceu de Barcelona. 3 Marzo 2017.
Luca Francesconi (Milán 1956) es un compositor, discípulo entre otros de Stockhausen, que ha escrito y estrenado varias óperas, siendo la más conocida la que ahora nos ocupa, debiendo también mencionar la que lleva por título Atopia, que se estrenara en el Auditorio Nacional de Música de Madrid en el año 2012.
Escena
Quartett es una ópera con música y libreto del propio Luca Francesconi y tuvo su estreno absoluto en La Scala de Milán en el año 2011 y precisamente con la misma producción que llega ahora al Liceu. El libreto está basado en la obra de teatro del mismo título del alemán Heiner Müller, que a su vez está basada en la famosa novela Les Liasons Dangereuses.
Musicalmente, estamos ante una obra moderna, con todo lo que eso lleva consigo, de música atonal, que no alcanza la calidad de otras obras contemporáneas, como sería el caso de Written on Skin, pero resulta adecuada a la trama y la obra tiene interés, más que otros estrenos recientes, que no hace falta mencionar.
El libreto lo califica el propio Luca Francesconi como violento, sexual, blasfemo y sin piedad. Me parece una definición bastante apropiada, ya que la provocación está presente de principio a fin en los diálogos de los dos únicos personajes que ofrece la ópera.
Quartett no será una obra maestra, pero no cabe duda de que capta la atención del espectador, que no se aburre y, a diferencia de lo que ocurre con otras óperas actuales, el tiempo transcurre más rápido que lo que suele habitual.
Uno de los elementos más relevantes de estas representaciones es la producción escénica de Alex Ollé, que es la que se estrenó en la Scala de Milán. La escenografía de Alfons Flores ofrece una reducida sala, que se sitúa elevada en el centro del escenario, anclada por multitud de cables. Esta ubicación de la escena representa muy bien el mundo extraño en el que vive la pareja protagonista, alejada de cualquier realidad. Parte importante en la producción la tienen las proyecciones de videos, obra de Franc Aleu, que resultan muy adecuados en todo momento. El vestuario de Lluc Castells es simple y moderno, contando con una adecuada iluminación por parte de Marco Filibeck.
Escena
La dirección de escena de Alex Ollé (La Fura dels Baus) está muy bien conseguida, con una dirección de actores estupenda en los dos personajes, que se desdoblan durante la ópera, dando sentido al título de la misma.
La dirección musical estuvo encomendada al alemán Peter Rundel, muy familiarizado con la música contemporánea. Su dirección me ha parecido francamente buena y me pregunto qué habría pasado con esta ópera en manos menos adecuadas que las suyas. A sus órdenes la Orquesta del Liceu tuvo una buena actuación en una obra en la que la percusión juega un importante papel.
La ópera no ofrece sino dos personajes, La Marquesa de Merteuil y el Vizconde de Valmont, que se desdoblan a lo largo de la ópera en otros dos personajes: Madame de Tourvel y Cecile de Volanges. Los dos personajes están siempre en escena, y sus personajes son muy exigentes teatral y vocalmente.
La Marquesa de Merteuil fue interpretada por la mezzo soprano británica Allison Cook, intachable en escena y entregada vocalmente a su personaje, resultando convincente. Su partenaire, el Vizconde de Valmont, fue interpretado por el barítono Robin Adams, que tiene que hacer frente a una tesitura que le obliga en momentos al uso necesario del falsete.
Robin Adams y Allison Cook
El Liceu ofrecía una ocupación que no llegaría al 80 % de su aforo. El público se mostró cálido en los saludos finales con los dos únicos personajes y con el director musical.
La representación comenzó con 5 minutos de retraso, debidos al hecho de no haber intermedio, y tuvo una duración de 1 hora y 22 minutos. Tres minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 170 euros, habiendo butacas de platea desde 91 euros. La entrada más barata con visibilidad costaba 32 euros. José M. Irurzun
Fotos: A. Bofill
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