150 aniversario de ‘Carmen’ de Bizet: la libertad, el destino, la muerte
Hoy, 3 de marzo, se cumplen 150 años desde que subió al escenario, por primera vez, la opéra comique Carmen, en cuatro actos, escrita por Alexandre César Leopold Bizet (1839-1875), conocido como Georges Bizet, con libreto de Henri Meilhac Ludovic Halévy -cuñado del compositor-, quienes se basaron en la novela del mismo título de Prosper Mérimée.

Elina Garanca en Carmen © Arena di Verona 99° Opera Festival 2022 – Ennevi Foto
Tal fecha supuso para el parisino Théâtre de l’Opéra-Comique (construido bajo el reinado del borbón francés Luis XV) un antes y un después, ya que Carmen ha tenido plena incidencia en el mundo de la música escénica, del cine, de la literatura e, incluso, de la filosofía, como elemento liberador de la condición femenina.
El papel de la gitana trianera, en el día del estreno, corrió a cargo de la mezzosoprano francesa Célestine Galli-Marié, quien tuvo serias discrepancias con el trabajo del compositor obligando a Bizet a reescribir, hasta trece veces, la famosa habanera “L’amour est un oiseau rebelle” , cuya melodía tiene su base, casi mimética, en la obra El arreglito compuesta por el alavés Sebastián Iradier Salaberri.
Cierto es que dicho estreno fue abucheado con notorio escándalo y tuvo una resonancia negativa en la crítica y prensa parisina, ejerciendo una presión muy considerable en la estructura política de aquel entonces, llegando a escribirse un artículo en contra del teatro titulado “Mort a l’Opéra-Comique” y hasta el punto de casi hacer que Bizet fuese desposeído de la Legión de Honor. ¿Pudo tal situación influir en el estado de salud del compositor? Lo cierto es que a los tres meses de que Carmen subiera por primera vez a escena su compositor murió por causa de un infarto de miocardio.
La intención de quien aquí escribe no es hacer una análisis musical de la obra, (personas más doctas ya lo han hecho), ni de la impactante fundamentación que tiene en el folclore andaluz (bolero, habanera, seguiriya) o de su ambientación temporal y costumbrista (Sevilla, tauromaquia, etnia gitana, contrabando), sino el de, siguiendo el texto del libreto, presentar tres basamentos sobre los que se construye el personaje de Carmen, tan típicamente español como también lo son otros dos en la cultura universal: Don Juan y El Quijote.
La búsqueda de una vida femenina en libertad, lejos de las ataduras familiares, conyugales o maternales fue un tema recurrente en la literatura decimonónica asociada a la figura de la mujer fatal. Carmen es una fémina errante que evita la fidelidad, que se relaciona sentimentalmente con quienes puede sacar algún provecho (don José, Escamillo) y que, a la vez, despierta peligrosas pasiones en sus “víctimas”. Carmen es un arquetipo puro de la femme fatale.
Ella es una mujer que custodia sus propios intereses y anhelos de manera individualista; hembra consciente del poder que ejerce en los varones al ser capaz de doblegarlos, enamorarlos, utilizarlos, abandonarlos y dominarlos totalmente; mujer que ama fugazmente, sin pasión, pero que no se enamora y rehúye del compromiso sin temor alguno.
Carmen constantemente se burla de la autoridad y de los hombres. A pesar de que los demás personajes de la ópera están al tanto de su fatalidad y de su estilo de vida, pero permanecen anclados a ella como si se encontraran bajo algún hechizo: “Es peligrosa. Es bella”.
Ante todo es una mujer que utiliza a los hombres que la rodean para obtener provecho de la situación o salir avante de alguna dificultad.
Por esto mismo se interesa en un varón y lo abandona cuando éste ya no le resulta útil o cuando comienza a cuestionar o a amenazar su libertad: “Te amo menos que antes. Con el tiempo dejaré de amarte por completo. No me gusta que me digan lo que debo hacer. Quiero ser libre y hacer lo que me plazca” Mientras que don José se muestra posesivo y busca coartar la libertad de Carmen y obligarla a estar sólo con él, la cíngara no quiere tener atadura alguna que la limite, “ella nació libre y libre morirá”.
La libertad de Carmen implica un rechazo categórico a cualquier compromiso afectivo; vive sólo para ella misma. Si alguien se enamora de la gitana, esto no será algo recíproco en plenitud, puesto que, a pesar de que parezca corresponderle, realmente se ha hecho a la idea de que esa relación no puede ni debe echar raíces firmes: “Mi corazón es libre como el aire. Tengo hombres por docenas, pero ninguno me atrae. Soy libre para amar”. “A quien me ame, yo lo amaré”. Pero siempre bajo las circunstancias que ella imponga.
La Carmen de la ópera goza de diferencias significativas con relación a la de la novela de Mérimée en lo que se refiere a la recuperación del arquetipo de la femme fatale. Si bien en la obra literaria se explora con lujo de detalle el ansia de libertad de la cíngara, la versión operística profundiza en el paradigma del personaje convirtiéndola en una mujer consciente de su fatalidad y del poder que puede ejercer en los varones. La seducción y traición se convierten en cualidades que se adhieren en modo absoluto a su pasión de mujer. Carmen preconiza la perdición y la vida desenfrenada de la mujer que no se doblega ante la autoridad masculina.
Meilhac y Halévy la muestran en la ópera como un veneno que poco a poco va consumiendo y dañando a los hombres con los que se relaciona, siendo don José su víctima principal. La cercanía con la gitana le lleva a dejar de ser un militar para convertirse en un prófugo de la justicia y un criminal.
Carmen conoce su destino, que no es otro que la muerte y así lo tiene asumido cuando, como buena gitana del romanticismo decimonónico, echa las cartas junto con Frasquita y Mercedes, y asume que “si tienes que morir, si tan terrible palabra está escrita por el destino, aunque comiences de nuevo veinte veces: ¡muerte!” Y así lo admite cuando en el clímax final del drama dice: “sé perfectamente que ha llegado mi hora, sé perfectamente que vas a matarme”, y aún así expresa su libérrima libertad momentos antes de ser asesinada: “¡Carmen no cederá jamás! ¡Libre nació y libre morirá!”.
¡Carmen, mujer de amor súbito y pasional! ¡Carmen, amada! ¡Carmen, racial! ¡Carmen, fatalista! ¡Carmen, española! ¡Carmen, prototipo universal de la libertad femenina!
¡FELIZ CUMPLEAÑOS, CARMEN!
Carmen también se puede ver como el castigo impuesto por la sociedad victoriana de la época a cualquier chica díscola que se atreviese a salir de donde le tocaba. A fin de cuentas Don José la mata porque ella lo rechazó a pesar de su “ adoración “ por ella. Violencia de género para ponerlo en lenguaje actual.
“ Mía o de nadie” porque lo dijo èl y aquí se acaba literalmente la historia.