Año Nuevo vienés: Uno al año, no hace daño
UNO AL AÑO, NINGÚN DAÑO
Esta vez mi recomendación no va a ser un concierto en vivo. Les voy a desear lo mejor en estas fiestas, y lo mejor para el 2014, y lo mejor para siempre, invitándoles a que este miércoles 1, a eso de las once y cuarto de la mañana, se sienten delante de su televisor y sintonicen la 1 para entrar en el 2014 con los chicos y chicas, señores y señoras, de la Orquesta Filarmónica de Viena. Claro que si las fuerzas no les acompañan por la razones que sean (y puede haber más de una), tienen la alternativa de encender su radio y buscar el dial de Radio Clásica.
En las cinco últimas convocatorias hemos disfrutado moderadamente, aburrido soberanamente o sorprendido de principio a fin de la entrega. El Concierto de Año Nuevo desde la gran sala dorada de la ciudad vienesa hace ya tiempo que ha dejado de ser un acontecimiento musical, para pasar a ser un objeto de marketing puro y duro. Y más desde que su comercialización discográfica posterior se hace a través del DVD: nos “tragamos” paisajes austríacos a granel y recibimos interesantes informaciones turísticas que nos puedan ser de utilidad para nuestras vacaciones en bellas imágenes, eso sí, sabiamente amenizadas por atriles de la Filarmónica interpretando musiquillas diversas que no ofendan a nadie. Sucede, sin embargo, que a veces estos reportajes añadidos casi son más interesantes que el propio concierto, tal es el desatino en la elección del director de orquesta de turno.
Pero que nadie se lleve a engaño: que estas coyunturas perversas puedan llegar a convertir el concierto en un acto tedioso cuando no insoportablemente cursi, no invalida un pelo sin la más mínima discusión la maravillosa música que allí se escucha cada vez. O mejor dicho, cuando el director seleccionado no se encargue de cargársela sin piedad. Ejemplo: lo que sucedió en las convocatorias de 2011 y 2013, con un Franz Welser-Möst tocado con la gracia de la desgracia. En otras, sin embargo, hemos tenido la ocasión de comprobar cómo un artesano del sinfonismo nos puede hacer pasar un buen rato, como sucedió en 2012 con Mariss Jansons. Mientras que cuando uno menos imagina salta la liebre: ¡qué estupendo concierto el del viejo maestro Georhes Prêtre en 2010! En todo caso, tanto mercado parece haber hecho olvidar a los responsables de la programación que por los pentagramas de los Strauss navegaron en su día maestros como Hans Knappertsbusch, Karl Böhm, Erich Kleiber, Carl Schuricht, Clemens Kraus, Bruno Walter, Herbert von Karajan, Willi Boskovsky o Lorin Maazel (algunos en el Concierto de Año Nuevo, otros solo en el estudio de grabación). El peso de la historia es brutal, pero la levedad de la seda y el.tul les emborrachó a todos ellos, que se sumieron en inolvidables ejercicios creativos, siempre premiados por la aceptación de un público que, sencillamente, ama la buena música, pero sobre todo la buena música bien hecha.
Daniel Barenboim, que en esto de los Strauss es como en todo lo demás, un director amado hasta el delirio u odiado con saña, había ya hecho sus pinitos discográficos antes de visitar las áureas cariátides de la Sala de Año Nuevo en 2009. Había en sus discos explicado a Johann Strauss desde su cátedra sinfónica; pero al estilista no se le esperaba. Dio una soberana sorpresa dirigiendo el mejor y más interesante concierto desde hacía bastante tiempo (en realidad hubimos de remontar alguna que otra década para acordarnos de algo tan bueno). Hubo en ese concierto versiones memorables, y no siempre coincidentes con las músicas de mayor peso. Y seguramente esa fue una de las cosas que más sorprendió: cómo pudo sacar tanto petróleo, por ejemplo, de piezas como la Obertura de Una noche en Venecia o Alexandrine-Polka de J.Strauss. II, o del Vals Español de Hellmesberger. En las grandes ocasiones ( la Polca de Ana,la Obertura de El barón gitano, Rosas del Sur, Música de las Esferas, etc.) estuvo soberbio, dentro de la contención general y el antitópico, pero estilísticamente impecable: Y en cuanto a la parte “cómica” de la velada, protagonizada por el Finale de la Sinfonía de los adioses, de Haydn, rara vez hemos visto desplegar en ese escenario tanta vis cómica, sin incurrir en la sobreactuación.
El programa de este año comenzará con tres partituras de, respectivamente, Eduard Struass (Hebeken-Quadrille, sobre La bella Helena, de Offenbach ), Josef Strauss ( el vals Friedenspalmen) y Johann Strauss padre (Carolnen Galopp). La primera parte se cerrará con tres obras de Johann Strauss hijo: la Marcha Egipcia, el vals Seid umschlungen Millionen y al polca rápida Stürmisch in Leb un Tanz). En la segunda parte habrá otra vez Johann Strauss II (Obertura de Waldmeieter, Klipp-Klapp Galopp y Cuentos de los bosques de Viena), pero también piezas de Josef Strauss, Joseph Lanner, Leo Delibes, Joseph Hellemsberger y un amago a Richard Strauss, del que en 2014 se cumple el 150 aniversario del nacimiento. En fin, un concierto que no dudo en recomendar; puede ser una auténtica caja de sorpresas. Pedro González Mira
Últimos comentarios