Paul McCreesh: plenitudes en San Marcos
Paul McCreesh: plenitudes en San Marcos
“Una coronación veneciana” de 1595. Obras de A. y G. Gabrieli, Bendinelli y Gussago. Gabrieli Consort and Players. Director: Paul McCreesh. Auditorio Nacional, 29 de mayo de 2017. Universo Barroco del CNDM.
Extrañamente, la sala sinfónica del Auditorio Nacional no estaba absolutamente colmada en esta ocasión. No se interpretaba un oratorio o una ópera, sino que se ofrecía una sesión de variados contenidos, aunque acogida al título común de “Una coronación veneciana”. Se trataba de evocar un hecho histórico de la Serenissima: la coronación como dux de Marino Grimani, ocurrida el 26 de abril de 1595. Un acontecimiento que ha aprovechado McCreesh para presentar este concierto con el que intenta reconstruir lo que pudo ser la música litúrgica que ilustró aquella suntuosa ceremonia.
Se ha contado aquí con un conjunto de once cantores masculinos–contratenores incluidos- y una amplia selección de instrumental de época, incluyendo violín y viola, cornetas, trompetas, sacabuches, trombones, fagot, tambor y dos órganos positivos, que han sido sabiamente ordenados y orientados por la batuta de McCreesh, situado en el centro del escenario, en medio de la circunferencia formada por los músicos. Tras una “toccata de secondo tono” del positivo y un “Introitus” gregoriano, hemos asistido a un desfile de muy bellas y variadas composiciones en su mayoría de Giovanni Gabrieli y de su tío Andrea, organistas ambos de San Marcos.
Las distintas combinaciones vocales e instrumentales a cinco, ocho, diez y hasta dieciséis voces –incluidas con frecuencia las instrumentales- han inundado el espacio. Nos ha conmovido especialmente por su belleza y por la perfección ejecutora la comunión “O sacrum convivium”, a cinco voces humanas y positivo. Los cantores, todos masculinos, con tres contratenores en sus filas, han mostrado voces recias, rotundas, siempre estupendamente afinadas. Las combinaciones de los instrumentos de viento, con el episódico añadido de un violín o viola, han sido de una rara plenitud. Un jubiloso “Omnes gentes” de Giovanni Gabrieli a dieciséis voces fue la esplendorosa rúbrica. Arturo Reverter
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