Crítica: “Die Fledermaus” de Strauss en Berlín
DIE FLEDERMAUS (J. STRAUSS)
Deutsche Oper de Berlín. 8 Mayo 2018
Irregular producción de Rolando Villazón
Jose M. Irurzun
Sin duda estamos ante una de las operetas más populares, especialmente en los países de habla alemana, en los que nunca faltan sus representaciones en las fiestas de Navidad. Más extraño suele ser que se represente en primavera, pero lo cierto es por aquí siempre es bien recibida y en esta ocasión – una vez más – el público ha disfrutado con la representación, aunque no me ha resultado muy convincente en su resultado global.
Se trata de una nueva producción que lleva la firma del mejicano Rolando Villazón, que ha decidido dedicarse a la dirección de escena, una vez que su voz se ha arruinado, sea por mala suerte o por excesos cometidos en su brillante carrera. No es la primera producción de Rolando Villazón. Sin ir más lejos en este mismo teatro ya ofreció su producción de “La Rondine” de Giacomo Puccini.
La producción me ha resultado bastante irregular y yo creo que ha sido precisamente el concepto de la misma el que no acaba de funcionar. Esta opereta tiene una clara unidad de acción a lo largo de la misma, estando perfectamente marcados los distintos escenarios. Villazón le da la vuelta y así nos ofrece un primer acto en la casa de los Eisenstein que resulta muy tradicional y ambientado en el siglo XIX, donde todo funciona de manera atractiva y tradicional. Sorprendentemente, en el segundo acto, en la fiesta del Príncipe Orlofsky, nos trasladamos a un antro subterráneo en la época comunista, donde la cosa ya empieza a no ser tan convincente. Finalmente, el tercer acto, el de la prisión, tiene lugar en el espacio exterior con un Frosch que no es sino un robot. La escenografía se debe a Johannes Leiacker, mientras que el vestuario es obra de Thibault Vancraenenbroeck. Correcta la iluminación de Davy Cunningham.
La dirección escénica de Rolando Villazón está muy trabajada, destacando el movimiento de masas, especialmente en la segunda parte del segundo acto. Hay toques divertidos a lo largo de la representación, aunque a veces resulta un tanto pasado.
La dirección musical estuvo en manos del director titular de la compañía, el escocés Donald Runnicles. No cabe duda de que estamos ante un director muy importante, como lo ha demostrado tantas veces en este teatro y antes a lo largo de su dilatada carrera. Sin embargo, en esta ocasión su dirección no me ha resultado convincente. En una opereta se necesita una ligereza y una alegría especial y es en estos aspectos donde se me ha quedado corta la lectura del escocés. Adecuada la prestación de la Orquesta de la Detusche Oper y nuevamente, encontré por debajo de lo habitual al Coro de la Deutsche Oper.
El reparto vocal funcionó bien en su conjunto, aunque no hubo voces excepcionales en ninguno de los casos.
Rosalinde fue interpretada por la soprano Annette Dasch, que ofreció la interpretación vocal y escénica más lograda de toda la representación. Resultó divertida y picarona y cantó de manera notable, incluyendo las Czardas.
El tenor Thomas Blondelle fue Gabriel Von Eisenstein, que resultó un adecuado intérprete del personaje. La voz no tiene excesiva calidad, aunque cumple con suficiencia y es un buen actor.
La soprano Nicole Hasslelett dio vida a Adele y ofreció una voz ligera y de no mucha importancia. No pasó de la discreción incluso en su gran momento cantando al Marqués.
Por debajo de lo esperado se me quedó la mezzo-soprano americana Angela Brower en la parte del Príncipe Orlofsky. La había visto en varias ocasiones en Munich y la encontré con una voz peor proyectada que en otras ocasiones. Mejoró en la segunda parte del segundo acto.
Markus Brück dio vida a Frank, el director de la prisión, y tuvo una actuación divertidísima a lo largo de toda la ópera. La voz funciona de manera brillante como siempre, pero fue en su faceta cómica donde me sorprendió.
Correcta la actuación de Philipp Jekal como Dr. Falke, haciéndolo bien también el tenor Enea Scala como Alfred.
Los personajes secundarios fueron cubiertos adecuadamente por Jörg Schörner (Doctor Blind), Kathleen Bauer (Ida) y Samir Dib (Ivan).
El teatro estaba prácticamente lleno en todas sus localidades. El público se mostró cálido con los artistas, aunque no hubo exceso de entusiasmo.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 3 horas, incluyendo un intermedio. Siete minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 97 euros, costando 31 euros la más barata
Fotos: T. Jauk
Jose M. Irurzun
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