Carlos Álvarez, doctor honoris causa por la UAM
El tenor Carlos Álvarez fue investido doctor honoris causa por la UMA, universidad en la que inició estudios de Medicina. El acto, en el Paraninfo Universitario, fue presidido por el rector José Ángel Narváez. Su aportación a la lírica fue el gran valor que manifestó la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad en su candidatura.
Álvarez ha formado parte de las programaciones y temporadas de los más importantes festivales y teatros de ópera del mundo. En el Metropolitan de Nueva York, la Royal Opera House de Londres, la Ópera de París, La Scala de Milán o el Teatro Colón de Buenos Aires. Este reconocimiento se sumará a una larga lista: Es miembro de la Academia de las Artes Escénicas de España, Premio Nacional de Música (2003) o Medalla al Mérito en las Bellas Artes (2002) y tiene dos Grammy Awards (2001 y 2006).
Inició los estudios de Medicina en la Universidad de Málaga, carrera que abandonó cuando su proyección como cantante le auguró una prometedora carrera.
Durante su discurso, el barítono habló de la razón del trabajo de los artistas, “me pregunto si consiste sólo en entretener o, también, en inducir a un pensamiento crítico en el público o en la ciudadanía, si la repercusión del personaje es mayor”. También mencionó su contacto con la medicina como su “primigenia vocación profesional”, carrera que estudió cuatro hasta que la “incompatibilidad física entre el ámbito hospitalario y el espacio escénico” le hizo “tomar la decisión definitiva: la música vocal”.
Cuando eligió la Medicina como profesión sabía “que su resultado inmediato sería el servicio a los demás”, mientras que con el canto se planteó “para qué servía esto al colectivo”. De hecho, “Gracias a mi trabajo puedo aplicarme en el cometido de compartir con la sociedad, directa o indirectamente, las inquietudes, las necesidades, los intereses, en definitiva, la capacidad de convertirla en algo mejor de lo que recibimos”.
También puso de manifiesto la “modernidad absoluta” de la ópera, que está, “desgraciadamente, de plena actualidad, porque seguimos repitiendo los mismos estándares de comportamiento que hace cuatrocientos años, cuando empieza esta tradición cultural europea que llega hasta nuestros días”. Sin embargo, para el malagueño, “este trabajo es un regalo. Estaría dispuesto a pagar por ello, pero no lo diré con la voz muy alta para que no me tomen la palabra los directores de los teatros”.
Últimos comentarios