Hadrian, nueva ópera de Rufus Wainwright
Karita Mattila y Thomas Hampson estrenaron una nueva ópera de Rufus Wainwright el 13 de octubre
Tras el estreno de su primera ópera, ‘Prima Donna’, la cual recibió críticas negativas, Rufus Wainwright canalizó lo aprendido en su segunda ópera: ‘Hadrian’. La obra se estrenó en el Four Seasons Centre for the Performnig Arts de Toronto con la Compañía de Ópera de Canadá (COC) en una colorida producción de Peter Hinton. Wainwright revisa esta figura histórica para hacer frente a cuestiones quehoy siguen siendo controvertidas: “Adriano creó Palestina y es responsable de la primera masacre documentada al pueblo judío”, declara el compositor, “Así, aún se combate en las fronteras que se levantaron entonces. Lo mismo pasa con la homosexualidad”.
‘Hadrian’ está basada en la relación entre el emperador romano Adriano, protagonista de la ópera, y Antínoo, un joven griego. El planteamiento musical de la ópera es, según el crítico del New York Times, Anthony Tommasini, exasperante: toda la partitura es seductora, inventiva y descaradamente romántica, aunque más oscura, rotunda y ambiciosa que su primera ópera. Como ocurrió en ‘Prima Donna’, Wainwright demuestra un profundo amor por la ópera, que en esta ocasión se traduce en emotivos pasajes frenéticos, de musicalidad exagerada, y en ocasiones sobre orquestados. Sin embargo, en los momentos de intimidad y ternura, la música muestra el gusto por el lirismo y la atención a los pequeños detalles que hacen de Wainwright un gran compositor.
Wainwright colabora en el libreto con el dramaturgo Daniel MacIvor. A pesar de ser estático poéticamente, el discurso funde la historia original en un lenguaje dramático que acerca esta relación homosexual a nuestros días. La obra se estructura en cuatro actos y un intermedio: el primero se sitúa en la última noche del emperador; dos actos centrales escritos como flashbacks que muestran al espectador la relación entre Adriano y Antínoo desde su inicio; y por último, la muerte del protagonista.
En cuanto a la orquestación, Wainwright hace un uso abusivo de la potencia de la orquesta desequilibrando el discurso musical. El compositor opta por el color de los vientos, melodías incesantes y golpes de percusión para un alto porcentaje del drama, mientras que reserva pasajes de carácter intimista a contadas escenas que así lo requieren. Escenas como el comienzo del primer acto, en el que su amigo Turbo – interpretado por el bajo David Leigh – se desmarca entre los presentes instando a Adriano a combatir a los enemigos del estado, son un ejemplo de los giros musicales incansables que protagoniza la orquesta. Aunque el director Johannes Debus maneja en tráfico con habilidad, la orquestación resulta sobrecargada. En el otro extremo, el gusto y habilidad para musicalizar la ternura de Wainwright se manifiestan en los no muy abundantes pasajes de carácter intimista, como la escena en la que Adriano llora la muerte de su amante entre plegarias. La partitura es de especial riqueza, con el discreto contrapunto de los violines entretejido con delicadas sonoridades orquestales.
Aunque Adriano sofocó la revuelta de Judea, Wainwright retrata al emperador atormentado. Antes de su asesinato, Antínoo entona el peán ‘We are each in all, all in each’ como cierre, otra muestra de la sutiliza compositiva de Wainwright. “Ojalá la partitura tuviese más momentos como este”, concluye Tommasini.
La Canadian Opera Company ha programado siete actuaciones en octubre 2019. La ópera se cantará en inglés y latín.
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