Crítica: Litaliana in Algeri en el Liceu
L’ITALIANA IN ALGERI (G. ROSSINI): PRIMER REPARTO
Gran Teatre del Liceu de Barcelona. 18 Diciembre 2018.
Estas notas corresponden al reparto principal de los dos programados. El resultado ha sido mejor que el del día anterior en el segundo reparto. Vocalmente, ha habido voces más interesantes y adecuadas para las exigencias de los personajes y han acabado por dar la impresión de que la producción escénica ha mejorado, al haber más vida en el escenario. Hasta la dirección musical parecía también mejor que el día anterior.
Hemos tenido de nuevo la producción de Vittorio Borrelli, que, por cierto, volverá a reponerse en Turín esta temporada. Los solistas han conseguido que la producción resultara más divertida que el día anterior.
Nuevamente, al frente de la dirección musical ha estado Riccardo Frizza, que lo ha hecho bien. Las expectativas siempre condicionan un resultado y claramente las mías eran mayores el día anterior, por lo que me ha resultado mejor su dirección en este primer reparto.
En el segundo reparto tuvimos un grupo de solistas que no eran particularmente adecuados para interpretar sus respectivos personajes, con la excepción de Simón Orfila como Mustafá. En esta ocasión la adecuación ha sido bastante mejor, lo que ha hecho que el resultado final haya superado al del día anterior.
Isabella fue interpretada por la mezzo-soprano armenia Varduhi Abrahamyan, que tuvo una destacada actuación vocal. Hasta ahora no había tenido ocasión de verla en escena sino en Valencia en algunas ocasiones. Su debut en el Liceu ha resultado muy positivo, con una voz de calidad y muy adecuada a las necesidades de Isabella. La voz tiene amplitud suficiente y es una buena cantante, moviéndose bien en escena.
Mustafá era interpretado por el italiano Luca Pisaroni, que ofreció una destacada interpretación del personaje, como ocurriera el día anterior con Simón Orfila. El italiano es más barítono que el balear y mostró buenas dotes canoras y escénicas, ofreciendo una notable actuación.
Lindoro era en este primer reparto el tenor ruso Maxim Mironov, que volvió a ofrecer sus virtudes y defectos de siempre. Entre las primeras está su voz atractiva en el centro y el buen manejo de su instrumento, incluyendo agilidades. Entre los segundos, hay que señalar un tercio superior que cambia de color y no a mejor, y, como siempre, el reducido volumen de su voz.
Ayer decía que Taddeo es un bajo bufo o, si prefieren, un bajo-barítono bufo. Pues bien, en esta ocasión lo hemos tenido mucho más adecuado que el día anterior. Me estoy refiriendo a Giorgio Caoduro, aunque puede sonar demasiado a barítono.
El resto de personajes repetía y lo hicieron bien. Por un lado estaba Tony Marsol como Haly. Volvió a dejar una muy positiva impresión la soprano Sara Blanch como Elvira. Correcta, Lidia Vinyes-Curtis como Zulma.
El Liceu ofrecía una ocupación próxima al 90 % de su aforo, estando los mayores huecos en las localidades más baratas y con visibilidad reducida. El público se mostró más cálido que el día anterior tanto a escena abierta como en los saludos finales. Los mayores aplausos fueron para Varduhi Abrahamyan y Luca Pisaroni.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 51 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 18 minutos. Seis minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara (primer piso) era de 273 euros, habiendo butacas de platea entre 137 y 195 euros. La localidad más barata con visibilidad plena costaba 51 euros.
Fotos: A. Bofill
L’ITALIANA IN ALGERI: SEGUNDO REPARTO
Gran Teatre del Liceu de Barcelona. 17 Diciembre 2018.
Han pasado nada menos que 36 años desde la última vez que se representó esta ópera en el Liceu, lo que llama poderosamente la atención, teniendo en cuenta que se trata de un título de los que podemos en gran medida considerar como formando parte del gran repertorio. Para esta vuelta de La Italiana al teatro se han programado dos repartos vocales, siendo éste el segundo de los mismos. La verdad es que el resultado de la representación no ha sido muy brillante, con una producción escénica atractiva a la vista, pero demasiado infantil, una dirección musical por debajo de lo esperado y un reparto más bien modesto con alguna excepción.
La producción escénica ofrecida es la del italiano Vittorio Borrelli y procede del Teatro Regio de Turín, donde se estrenó en el año 2009, habiéndose repuesto 4 años más tarde. La producción es muy clásica y tradicional, recordando estéticamente a la bien conocida de Jean-Pierre Ponnelle, con un palacio musulmán, donde no faltan los baños y los eunucos, y con un rico colorido. La atractiva escenografía se debe a Claudia Boasso, contando con un tradicional y colorista vestuario por parte de Santuza Calì. Correcta la iluminación de Andrea Anfossi.
La dirección escénica de Vittorio Borelli no brilla especialmente, con una dirección de actores un tanto escasa, donde lo más adecuado viene de Mustafá, no sacando mucho partido del coro. La dirección va por caminos de buscar la risa del espectador a base de golpes bastante infantiles y la verdad es que tampoco lo consigue en gran medida.
La dirección musical corrió a cargo del italiano Riccardo Frizza, cuya labor me ha resultado un tanto decepcionante. Está claro que la decepción tiene que ver con lo que uno espera de antemano y confieso que esperaba bastante más de Riccardo Frizza. No hay que olvidar que durante muchos años fue el director habitual en las actuaciones de Juan Diego Flórez y, por tanto, está muy habituado a dirigir óperas de Rossini. Yo mismo le he visto dirigir esta ópera en el año 2003 y el recuerdo que tengo de su dirección es mejor que el de ahora. Por otro lado, acabo de verle dirigir en el Festival Donizetti de Bérgamo y también su dirección me ha resultado más interesante. Faltó más chispa en su dirección. Adecuada y no particularmente brillante la prestación de la Orquesta del Liceu. Tampoco pasó de la corrección el Coro del Liceu.
Como digo, se trata del segundo de los repartos programados y el resultado del mismo ha sido, en general, un tanto modesto, especialmente debido a que el tamaño de las voces de los solistas en muchos casos era insuficiente para un teatro como el Liceu.
Isabella, la italiana que da título a la ópera, fue interpretada por la mezzo-soprano navarra Maite Beaumont, que volvió a ofrecer su atractiva voz, siempre bien manejada. Sus problemas radican en que su volumen vocal no es suficiente, quedando corta en muchas ocasiones, y en que tampoco sus habilidades escénicas son particularmente destacables.
Algo parecido se puede decir del tenor Edgardo Rocha en la parte de Lindoro. La voz tiene cierto atractivo y está bien manejada, pero su volumen es más bien escaso, quedando casi inaudible en algunos momentos.
Lo mejor del reparto, tanto escénica como incluso vocalmente, correspondió a Simón Orfila en la parte de Mustafá. Mostró la voz más amplia de todo el reparto y por supuesto la mejor actuación escénica de todos sus compañeros. La voz de Orfila nunca ha sido excepcional en cuanto a timbre, pero aquí ha funcionado perfectamente.
La parte de Taddeo fue cubierta por el barítono Manel Esteve. Es bien sabido que este personaje requiere un auténtico bajo bufo y Manel Esteve no lo es, aunque se esfuerce en parecerlo. Insuficiente.
No pasó de la pura corrección Toni Marsol en la parte de Haly, cantando sin brillo especial su aria Le femine d’Italia.
Buena la impresión dejada por la soprano Sara Blanch en el personaje de Elvira. Cubrió bien su arioso del primer acto y brilló en el concertante que cierra la primera parte de la ópera.
Adecuada la mezzo soprano Lidia Vinyes-Curtis como Zulma.
El Liceu ofrecía una ocupación que no llegaría al 80 % de su aforo, si bien hay que decir que los mayores huecos estaban en las localidades más baratas. El público no mostró entusiasmo ni durante ni al final de la representación, siendo los mayores aplausos de largo para Simón Orfila.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 52 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 19 minutos. Cinco minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 280 euros, como siempre en el primer piso en este teatro. Las butacas de platea costaban ente 150 y 210 euros. La localidad más barata con visibilidad plena costaba 53 euros. José M. Irurzun
Fotos: A. Bofill
Estimado señor Irurzun,
Soy Manel Esteve. Espero que no se moleste, pero, aunque la respeto, no me parece acertada la opinión que usted manifiesta sobre mi intervención, ni sobre la de algunos colegas.
Para que todos aquellos lectores que quieran puedan tener una idea más clara de lo que digo, les dejo 3 minutos de mi actuación como Taddeo en el Liceu en el siguiente link:
https://youtu.be/PQahWiJyB4c
Me encantaría poder comentar algún día personalmente con usted.