¿En qué quedamos? Lean las criticas a la fura en París publicadas en el País y ABC y pregúntense qué pasa
Pues piensen qué razone puede haber para tal diferencia.
ABC:
«El castillo de Barbazul», según La Fura dels Baus, en la Ópera de París
JUAN PEDRO QUIÑONERO. CORRESPONSAL PARÍS.
División de opiniones ante la nueva producción de «El castillo de Barbazul», la obra maestra de Béla Bartók, en la Ópera de París (Garnier), concebida por Alex Ollé y Carlos Padrisa, directores del colectivo catalán La Fura dels Baus, con decorados de Jaume Plensa, interpretada por el barítono Willard White y la mezzosoprano de origen español Béatrice Uria-Monzón.
«Le Monde» estima que se trata de «una obra maestra: un puro momento de gracia, poesía, lirismo y terror». Otros, como es mi caso, estiman que el «minimalismo» estético de la puesta en escena oculta lo esencial: la pesadilla ensangrentada que está en el libreto de Béla Balázs, sublimado hasta la apoteosis por la música de Bartók.
Plensa, «soberbio»
Quizá haya sido Georges Steiner quien mejor ha resumido en alcance histórico de «El castillo de Barbazul»: «En el terreno de la teoría de la cultura nos encontramos en el lugar preciso donde se encuentra la Judith de Bártok cuando pide la apertura de la última puerta que da sobre la noche…» Desde esa óptica, «El castillo de Barbazul» es una parábola pavorosa de la historia contemporánea: una noche poblada de abismos infernales y estrellas ensangrentadas.
«Le Monde» estima que La Fura dels Baus han creado un «espacio de sueño e inconsciente». Muy bello: donde siempre está ausente la atrocidad de siete inmensas estancias manchadas de sangre. El «sueño» y el «lirismo» ocultan y hacen invisible la atrocidad de la historia. En el jardín secreto de la cuarta puerta, «Le Monde» considera «soberbio» el artilugio imaginado por Plensa: pero esas tiras de plástico pintadas de letras ¡ya estaban presentes en la «Flauta Mágica» estrenada sin éxito -y con polémica- en otra ópera de París!
Al frente de la Orquesta de la Ópera está Gustav Kuhn, que impone respeto. Los grandes intérpretes, Whillard White y Béatrice Uria-Monzón, reciben un homenaje unánime que «Le Monde» resume así: «Profundamente humanos y conmovedores».
Completó el programa «Diario de un desaparecido», de Leos Jánacek, en el que destacó la participación del tenor Michael Köning, y la mezzosoprano Hannah Esther Minutillo. Una obra de corta duración, que justifica su presencia para alargar un programa que provocó un moderado entusiasmo entre el público.
y El País:
Imágenes que iluminan la música
J. A. VELA DEL CAMPO
EL PAÍS – Cultura – 28-01-2007
En coproducción con el Liceo de Barcelona, donde se podrá ver la próxima temporada, la Ópera Nacional de París ha presentado anteayer en el emblemático Palais Garnier un programa doble que combina el único título para la escena de Béla Bartók, El castillo de Barba Azul, con el ciclo de 22 canciones de Diario de un desaparecido, de Leos Janácek, estrenadas, respectivamente, en 1918 y 1921, en Budapest y Brno.
Las dos obras, que se ofrecen de un tirón, tienen ciertas correspondencias temáticas y no digamos musicales, generando estímulos en la misma órbita existencial. “Si para Goya”, ha afirmado el escultor Jaume Plensa, “el sueño de la razón produce monstruos, para Janácek y Bartók la búsqueda del amor y el poder como forma del conocimiento producen vacío y silencio”.
Es la quinta vez que la terna compuesta por Alex Ollé, Carlos Padrissa y Jaume Plensa (los dos primeros del grupo teatral de La Fura dels Baus) se enfrentan a un espectáculo lírico, pero nunca lo habían hecho con unos criterios tan marcados de austeridad. Ello no simboliza ninguna renuncia a sus principios. Al contrario, han sintetizado sus hallazgos lingüísticos esenciales y, en un ejercicio de humildad que les honra, lo han puesto todo en función del desarrollo de la música y el canto. No hay escenografías corpóreas y las imágenes plásticas vienen del simbolismo expresionista, los tules transparentes o las grabaciones visuales -el homenaje al cineasta Béla Balázs, autor del libreto de El castillo de Barba Azul, es evidente-, mientras el foco de inspiración es el propio Palais Garnier, convertido en utópico castillo de Barba Azul, con sus alusiones a la cúpula, el foyer o las escaleras como espacios de encantamiento y evocación.
El espectáculo es sensacional desde el punto de vista creativo. La Fura dels Baus y Jaume Plensa realizan una depuración de sus mejores hallazgos teatrales y estéticos hasta ahora, en una “aproximación a un nuevo concepto de cultura”, como decía George Steiner precisamente en su libro de ensayos En el castillo de Barba Azul.
Los puntos de apoyo de La Fura dels Baus son el dominio apabullante del lenguaje corporal y la brillante e inteligente aplicación de las técnicas multimedia. El espectador queda atrapado desde el primer instante y vive la representación ensimismado en los juegos de simetrías, multiplicidades, recuerdos y sugerencias. En la obra de Janácek cantan Michael König y Hannah Esther Minutillo. En la de Bartók lo hacen Willard White y Béatrice Uría-Monzón. La Orquesta de la Ópera de París es dirigida por Gustav Kuhn, que además se ha encargado de la orquestación de las canciones de Leos Janácek. Las notables prestaciones artísticas de todos ellos están magnificadas por el hechizo de la puesta en escena. Y, al final, no nos engañemos, las que salen catapultadas al máximo son las músicas de Janácek y Bartók. Como debe ser.
El éxito fue realmente apoteósico. Salieron a saludar, en cualquier caso, con miedo los fureros -ya que llevan ya muchas broncas a sus espaldas- y se encontraron con un aluvión de bravos y aclamaciones durante largos minutos. Hasta sonaron las palmas por bulerías “a la francesa”, ese particular modo rítmico con el que aplauden en el país vecino en las más grandes ocasiones. Colosal en su desnudez, la puesta en escena demuestra que no es necesario el escándalo para provocar el éxito, si hay talento y reflexión detrás de una propuesta artística. En Barcelona se podrá ver este espectáculo la próxima temporada. Les aconsejo que vayan haciendo sus reservas, por si acaso.
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