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Por Publicado el: 03/01/2019Categorías: En vivo

Critica: Un concierto dicotómico Perianes-Mena

Javier Perianes

Un concierto dicotómico

 

ORQUESTA INTEGRADA POR MIEMBROS DE LA ORQUESTA JOVEN DE ANDALUCÍA Y DE LA FUNDACIÓN BARENBOIM-SAID.Solista:Javier Perianes (piano). Director:Juanjo Mena. Pro­gra­ma:Obras de Mozart (Concierto para piano y orquesta número 27) y Stravinski (La consagración de la primavera). Lugar:Sevilla, Teatro Maestranza. Entra­da:Alre­de­dor de 1750 (prácticamente lleno). Fe­cha:Sábado, 29 diciembre 2018 (repetido el día 30 en Almería).

Fue un concierto raro y divergente. ¡Dicotómico! Mozart y Stravinski. Perianes y Juanjo Mena. Organizado como aniversario -también dual- de la Orquesta Joven de Andalucía -25 años- y de la Fundación Barenboim-Said -15 años-. Instituciones de preocupante futuro ante los nuevos aires políticos que corren por Andalucía. Ningún político que hubiera asistido a este concierto apostaría por finiquitar estos dos proyectos ejemplares que tanto bien han hecho y siguen haciendo a los jóvenes instrumentistas andaluces y a la renovada vida musical de la comunidad autónoma en la que nacieron creadores como Morales, Guerrero, Falla, Turina, Castillo o Sánchez-Verdú.

Era difícil, imposible quizá, adentrarse en la revolución portentosa y rompedora de La consagración de la primaveratras la serena quietud y feliz ligereza del Concierto para piano y orquesta número 27de Mozart, escuchado en la primera parte del programa en una versión en la que colisionaban irremediablemente la elegancia, gracia y sencillez preciosista de la visión de Javier Perianes con el concepto pesado y pesante, dramático, casi pomposo y desequilibrado –en los atriles sobraba cuerda por todos lados- de un Juanjo Mena empeñado en emular los viejos Mozart de Böhm, Karajan y otros gigantes de mediados del siglo pasado.

            Como contrapunto, Perianes, mozartiano exquisito e indiscutible, planteó e impuso una visión gozosa que aunaba ligereza, flexibilidad, preciosismo, transparencia, volatilidad y sutilidad melódica, cualidades que alcanzaron su momento álgido en el dialogante y portentoso Larghettocentral y en el grácil y desenfadado Allegroconclusivo. Pianísticamente, fue un Mozart de la mejor factura, muy en sintonía con el estilo natural, desafectado, libre y escrupuloso a un tiempo, que distingue al arte interpretativo del pianista andaluz.

La convivencia entre tan antagónicas visiones colisionaba inevitablemente con sus aristas divergentes y hasta contrapuestas. Tampoco ayudó la bisoñez instrumental de los jóvenes músicos. Pocas veces como en ésta resulta tan patente esa frase redicha de que “nada es tan complejo y difícil como la sencillez mozartiana”. La naturalidad absoluta de Perianes, que a base de su genio mozartiano agazapa esa dificultad en sencillez y naturalidad, es consecuencia de un dominio instrumental verdaderamente maestro y concienzudamente trabajado. Algo que se prolongó fuera de programa en una Danza del fuegoen la que el pianista de Nerva hizo aflorar matices detalles, registros, acentos y sonoridades jamás oídos en lo ya mil veces escuchado. Don Manuel de Falla, tan tiquismiquis y tan estricto, se hubiera quedado fascinado con las maravillas que hizo su paisano andaluz con la popular danza de El amor brujo.

            Los jóvenes instrumentistas del multitudinario conglomerado sinfónico formado por miembros de la Orquesta Joven de Andalucía y de la barenboimiana Fundación Barenboim-Said se desquitaron en una impresionante versión de La consagración de la primavera, que con las carencias y desajustes instrumentales propios de la inexperiencia (¡aunque ya quisieran poder tocar así bastantes de las actuales y profesionalizadas orquestas españolas!) y los despistes propios del reto de afrontar una de las obras más complejas del repertorio sinfónico, alcanzó cotas más que convincentes.

Fundamental en este elevado nivel y en el merecido éxito cosechado ante el público que abarrotaba el Teatro Maestranza resultó el trabajo maestro de Juanjo Mena, que cuajó una versión templada y al mismo tiempo cargada de fuerza telúrica, vitalidad y fuste conceptual. Transfigurado en relación al monocromo Mozart de la primera parte, el maestro vitoriano se recreó en el inagotable universo rítmico y coloreado que derrocha Stravinski en su magistral ballet. Desde el estupendamente dicho solo de fagot que abre la partitura -¡bravo bravísimo el solista!- hasta la inquietanteDanza sagradafinal con su conclusión tan curiosa e inesperadamente emparentada con el del contemporáneo El caballero de la rosa(ópera estrenada dos años antes), Juanjo Mena pareció guiar su versión certera bajo la pauta del mismísimo Stravinski: “La unidad de La consagración de la primavera viene conferi­da por una única idea: el misterio de la primavera y su violenta explosión de energía creadora”. Narróla obra desde esa poderosa energía nutricia, que administró con verdadera pericia en una obra repleta de tensiones y  de contrastes dinámicos, rítmicos y anímicos, y que él hizo más francesa que rusa. Como colofón propio de estos días, maestro y profesores cerraron el concierto cumpleañero con la inevitable Marcha Radetzkypalmeada, claro, por tutti quanti. ¡Feliz 2019 y, sobre todo, larga vida a la OJA y a la Fundación!.  Justo Romero

 

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