Critica: Mahler con la ONE, atinada visión de la tragedia
ATINADA VISIÓN DE LA TRAGEDIA
Mahler: “Sinfonía nº 6”, “Trágica”. Orquesta Nacional. Director: David Afkham. Auditorio Nacional, 1 de febrero de 2019.
Han sido ya muchas las interpretaciones que de las más diversas músicas nos ha ofrecido al frente de la Nacional su director principal, David Afkham, en permanente y lógico crecimiento. Ha habido, como es normal, un poco de todo, aunque ha prevalecido lo bueno. La sesión que hoy comentamos se inscribe sin dudarlo dentro de la segunda acepción. El joven maestro posee, ya lo sabemos, una batuta fina, de trazo preciso y elegante, ágil, convincente, aunque movida por una gesticulación puede que un tanto monótona y repetitiva. Pero es clara y efectiva y responde a unos criterios musicales firmes.
En este caso se enfrentaba a una sinfonía caudalosa y conflictiva, casi un test analítico de la problemática estética, de la compleja creatividad de Gustav Mahler, donde se desborda la dimensión extramusical. El músico bohemio nos comunica, a través de un gigantesco orgánico de 120 instrumentistas, su visión de la vida y de la muerte con todo lo que ella comporta de noble, de trivial, de tenso, de relajado o de trágico. Los extremos se tocan en esta música.
Hemos escuchado una muy buena interpretación, en lo que ha sido una de las mejores actuaciones de la Nacional en los últimos tiempos, con todas sus familias al completo y con intervenciones solistas de altura: tuba, flauta, oboe, trompa clarinete… Hemos divisado a muchos jóvenes contratados, entre ellos el concertino de esta oportunidad, que ha causado excelente impresión: Migue Colom Cuesta., de reconocida ascendencia musical. Es artista sensible, de notable finura y gran preparación técnica, formado preferente en Alemania. Llevó a los violines en volandas siguiendo las convincentes órdenes del director.
El primer movimiento se abrió de forma concentrada, firme y contundente. Fue atinada la ordenación de voces en el comienzo del desarrollo. En el meollo meditativo del movimiento se cuidó casi con mimo el paisaje camerístico dibujado por la celesta, las lejanas –quizá demasiado- esquilas y los sutiles apuntes de los violines. La última repetición del tema de Alma, adecuadamente planteada, fue realizada con mucha fortuna. Bien cantado el amoroso tema que inicia el “Andante” y ejemplar el apasionado clímax, en el que no se evitó alguna que otra desigualdad en la cuerda a lo largo de la parte más delicada. Bien realzados los pasajes más humorísticos, cuando no sarcásticos, del “Scherzo” (se ofreció la versión en la que éste se sitúa en tercer lugar).
Tras un comienzo incierto, enseguida se reagruparon las fuerzas para acometer la larga y atosigante marcha hacia ninguna parte del “Finale”. Las esquilas, demasiado lejanas, nos dieron la pretendida dimensión fantasmagórica. Se supo mantener la tensión, con las oportunas y pasajeras relajaciones, hasta el dramático primer golpe de martillo y, de ahí en adelante, director y orquesta no aflojaron hasta desembocar en ese nihilista, oscuro cierre, expresión máxima de la nada más absoluta. Triunfo muy merecido al terminar. Arturo Reverter
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