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Por Publicado el: 23/04/2019Categorías: Discos, DVD's y libros

Gustavo Gimeno, nuevo hito en su carrera con la Misa Solemne de Rossini

Gustavo Gimeno, nuevo hito en su carrera con la Misa Solemne de Rossini

Escrita en 1863, cuando Rossini contaba 71 años,  laPequeña Misa Solemnede Rossini es obra de plenitud, y se inscribe dentro de las que el propio compositor consideró no sin humor como “pecados de vejez”. De esta misa medio sacra y medio profana escrita por un músico “nacido para la ópera bufa”, se publica ahora una resplandeciente y palpitante registro discográfico firmado por el director valenciano Gustavo Gimeno (1976). Con un cuarteto vocal de campanillas, el Coro de la Singakademie de Viena y la Filarmónica de Luxemburgo, Gimeno establece una de las versiones de referencia de la gran obra de madurez de Rossini. Un nuevo acontecimiento en la imparable carrera de quien es ya el director valenciano de mayor proyección internacional de la historia. Actual director titular de la Filarmónica de Luxemburgo y de la Sinfónica de Toronto a partir de la temporada 2020-2021, el versátil maestro valenciano actuará el próximo 25 de mayo en su ciudad natal para dirigir al frente de la Orquestra de la Comunitat Valenciana la Novena sinfoníade Gustav Mahler.

Tras las muy aplaudidas grabaciones de obras de Bruckner, Shostakóvich, Stravinski y Ravel, este registro rossiniano, publicado por el sello Pentatone, supone un nuevo hito no solo en la discografía de Gustavo Gimeno, sino también en el ámbito rossiniano. El excepcional cuarteto solista –en el que destacan dos figuras tan reconocidas como la soprano Eleonora Buratto y la mezzo Sara Mingardo-; la trabajada calidad del coro vienés, y la disciplinada prestación de los filarmónicos luxemburgueses son elementos coprotagonistas gobernados y ensamblados con mano ciertamente maestra.

Más allá de sus evidentes calidades vocales e instrumentales, la versión de Gimeno se adentra en la sustancia sensible de este Rossini último pero eternamente joven y actual, para cuajar una interpretación cargada de emoción dramática e intenso sentido religioso. Desde el Kyrieque abre la gran Pequeña Misa Solemnese impone el templado impulso dramático que imprime la batuta. El coro canta cuidadosamente empastado consigo mismo y con la orquesta, virtud que destaca a lo largo de los ochenta largos minutos que se prolonga la obra, y que entrañan momentos tan memorables y tan memorablemente resueltos como el enigmático y operístico dúo de soprano y mezzosoprano (“Qui Tollis Peccata Mundi”), el “Domine”, cantado por el tenor estadounidense Kenneth Tarver, el “Quoniam”; entonado por el bajo Luca Pisaroni o el casi operístico y verdiano “Agnus Dei” -parece que se escuchan ecos anticipados del inminente Don Carlode Verdi o de la cuatro años más joven Ulrica de Un ballo in maschera– final en el que participan todos.

Es, en definitiva, un Rossini sobrecogedor e intensamente humano. Pleno de pulso y relieve instrumental. Cargado de detalles y destellos. En el que lo más sustancial  es su fuste sinfónico-coral y el equilibrio emocionante entre lo litúrgico y lo dramático que impulsa este último gran “pecado de vejez” rossiniano, por utilizar una expresión acuñada por el propio compositor italiano. Una versión que desde su italianitàevidente, se establece como nueva y universal referencia en la discografía rossiniana. Justo Romero

Publicado en el diario Levante el 21 de abril de 2019

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