Lánguida tristeza en El Escorial
Semana Santa en El Escorial
Lánguida tristeza
Obras de Bach. M.Christensson, K.Wessel, C.Daniels, P.Harvey. The English Voices y Orchestra of the Age of the Enlightenmet. G.Leonhardt, director. Teatro de El Escorial, 6 de abril
El holandés Gustav Leonhardt, prestigioso clavecinista, organista y director de orquesta, es una figura que en el pasado estuvo muy ligada a San Lorenzo de el Escorial. Año tras año acudía a unos cursos barrocos que levantaban gran expectación y que dejaron huella para más tarde desaparecer inexplicablemente. Ofrecía entonces sus conciertos –hablamos de los años ochenta- en el Real Coliseo de Carlos III, en el que no cabían más de trescientas personas, pero que llenaba con un público fundamentalmente juvenil. Han pasado más de veinte años y Leonhardt ha vuelto. Supongo que se habrá sorprendido de encontrarse con un teatro espectacular, para casi mil doscientas personas, en vez de aquel que conoció y hoy está en obras. Pero supongo que también se habrá sorprendido de que en su interior no hubiese muchos más de los trescientos que acudían en el pasado. ¿Qué se habrá preguntado y qué se habrá contestado o le habrán contestado? Uno, que tiene las respuestas, no pudo evitar sentir una enorme tristeza ante aquello que pudo ser y de momento no es.
Pero además el programa y su ejecución ayudaban a la depresión. Las tres misas bachianas ofrecidas distan mucho de la gran “Misa en si menor” o sus pasiones e, interpretadas una tras otra, resultan un tanto reiterativas, pues no pueden esconder el procedimiento compositivo a base de refreír músicas anteriores para dotarlas de nuevos textos. Claro que el genio de Bach está también en ellas, pero ¿acaso el aria de tenor con acompañamiento de oboe de la “Misa en sol mayor”, seguido de una parte coral, no hace añorar el de “La pasión según San Mateo” en el que Bach incrusta maravillosamente el propio coro en el aria?
Los cuatro solistas, los quince músicos instrumentales y los trece coristas interpretaron las obras de forma pulcra y aseada, salvo en el un tanto inseguro inicio, pero no pudieron evitar caer en una languidez tanto más perceptible por cuanto hoy Bach se ofrece con mucha mayor viveza. Austeridad de plantillas, languidez, monotonía programática y el peso de los recuerdos así como del frustrado presente de un teatro que apenas ha ofrecido cuatro conciertos menores en Semana Santa y aún menos en Navidad no eran lo más adecuado para levantar el ánimo en tanto día gris y lluvioso. Gonzalo Alonso
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