DON QUICHOTTE (J. MASSENET)

Deutsche Oper de Berlín. 13 Junio 2019.

La figura de Don Quijote ha tenido siempre un fuerte protagonismo en la historia de la ópera, ya que parece ser que son más de 80 los títulos que han tenido por protagonista al Caballero de la Triste Figura. De ellos, posiblemente el más conocido sea el que ahora nos ocupa, del francés Jules Massenet, aunque hay que decir que es una ópera que se representa muy poco. La última vez que pude verla fue hace 8 años y fue en el Teatro Real y en versión de concierto. Así que hay que saludar la iniciativa de la Deutsche Oper de Berlín de ofrecer una nueva producción del título, ya que creo que no está en funcionamiento actualmente sino la del Teatro Mariinsky de San Petersburgo.

Escena

Se trata de una nueva producción, de la que es su autor el regista de origen sueco Jakop Ahlbom, que hace su debut en ópera con este trabajo. Se trata de una producción en la que destaca de manera especial la gran imaginación de su autor, aunque todas sus originalidades no dejan de estar al servicio de la ópera y no al revés, como tantas veces ocurre. La acción se trae a tiempos actuales y lo que se ofrece en escena es ni más ni menos que un cuento, en el que no puede faltar la fantasía y la imaginación.
La escenografía de Katrin Bombe nos lleva a un bar en el primer acto, en el que Dulcinea es una camarera, siendo divertida la llegada de Don Quijote montado encima de un Rocinante, que no es sino Sancho Panza. No es tan imaginativa la escena de los molinos de viento, ofreciendo en escena una espectacular actuación de unas contorsionistas alrededor de Don Quijote. Resulta espectacular el acto III en la cueva de los ladrones, con toda una serie de figurantes en forma de grillos, volviendo en el acto IV al bar de Dulcinea. La escena final de la muerte de Don Quijote se hace en el frente del escenario y funciona bien. El vestuario de Katrin Wolfermann es actual y divertido, contando con una buena iluminación por parte de Ulrich Niepel. La dirección de escena resulta inteligente y divertida. En suma, una excelente producción.

Escena

La dirección musical corría a cargo del francés Emmanuel Villaume, cuya actuación me resultó bastante convincente, llevando la obra con buen pulso y sin abusar de sonido, apoyando bien a los cantantes. Le he encontrado mejor que en otras ocasiones, en que le he visto dirigiendo ópera italiana. Buena nuevamente la prestación de la Orquesta de la Deutsche Oper de Berlín. Buena también la actuación del Coro de la Deutsche Oper.
Don Quichotte fue interpretado por el bajo italiano Alex Esposito, cuya actuación fue buena, pero lejos de lo que he podido experimentar en otra ocasión con Ferruccio Furlanetto. A la voz le falta un volumen mayor y se queda un tanto corto de emoción en la escena final de la muerte.
Dulcinée fue interpretada por la mezzo soprano francesa Clémentine Margaine y lo hizo bien, aunque su visible embarazo no ayudara mucho a dar credibilidad al personaje. Tampoco llegó al nivel de Anna Caterina Antonacci en Madrid hace 8 años.
Buena la actuación del barítono Seth Carico como Sancho Panza o quizá mejor podríamos llamarle Rocipanza o Sanchonante, ya que su personificación es una mezcla de Rocinante y Sancho en esta producción. La voz no es muy atractiva, pero funciona bien.
Los pretendientes de Dulcinea fueron bien cubiertos por Alexandra Hutton (Pedro), Cornelia Kim (Garcias), James Kryshak (Rodriguez) y Samuel Dale Johnson (Juan).
Espectacular el grupo de figurantes y bailarines.

El teatro ofrecía una ocupación superior al 90 % de su aforo, siendo llamativa la presencia de jóvenes. El público pareció disfrutar con el espectáculo, ofreciendo una cálida recepción a los protagonistas y al director.

Alex Esposito y Seth Carico

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 13 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 1 hora y 45 minutos. Siete minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 98 euros, habiendo butacas de platea desde 32 euros. La localidad más barata costaba 22 euros. José M. Irurzun
Fotos: T. Aurin