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Por Publicado el: 21/05/2007Categorías: Crítica

Gheorghiu, tablas más que canto

Gheorghiu en el Teatro Real
Tablas más que canto
Arias y pasajes de Gounod, Massenet, Bizet, Puccini, Berilos, etc. Angela Gheorghiu, soprano. Orquesta Titular del teatro Real. Jesús López Cobos. Madrid, 20 de mayo.
Gheorghiu es hoy una diva que se cree diva. Ha ocupado un sitio en el panorama musical que antes ocuparon otras con muchos mayores méritos, pero desgraciadamente no es mucho más lo que hay. Hubo algún cometario en el patio de butacas muy significativo, que no me resisto a relatar, aunque sin comentar: “Es como la Pantoja en fino”. Tres trajes, que permitían lucir su admirable figura, tres peinados para resaltar sus facciones angulosas, giros en redondo para mostrar la perfecta espalda y aquel punto donde ésta termina… Muchas tablas sin duda.
Fue diva sobre el escenario, donde se ganó al público con su simpatía, y fuera de él, donde apenas se la vio porque sólo se presentó a un ensayo. El caso es que el teatro no quería más polémicas –sobre todo antes del “Trovador”- y lo permitió. No debió en cambio de permitir un programa a base de propinas –el “adiós a la mesita”, “O mio babbino caro”, la “Habanera” de “Carmen”, etc- en el que se canceló la única pieza de auténtico compromiso –“Pace, pace mio Dio” de “Forza del destino”- y quedó como las más exigente “Pleurez mes yeux” de “El Cid”. Programas así los presentan los cantantes en decadencia vocal, al final de sus carreras. ¿Es ésta la situación de la rumana?
El instrumento en sí no posee calidades extraordinarias y tampoco es la que era, pero la maneja con buena técnica y gran inteligencia vocal y escénica. Sacó adelante con soltura las cómodas arias, pero al centro y al registro grave le falta contundencia y, sobre todo, potencia. Ha habido sopranos que han cantado mucho mejor cada una de las páginas –Caballé en “El Cid”, Cotrubas la “Manon”, etc- pero ella queda bien un poco en plan Te Kanawa, soprano a la que me recuerda mucho, salvando las distancias. Casi el mismo repertorio y paralelo impacto mediático. Hoy, ya retirada, nadie busca sus discos. Una napolitana, una opereta rumana y “Granada”, en versión libre, cerraron triunfalmente un concierto en el que ella, por haber ensayado poco, estuvo muy pendiente de López Cobos. El maestro sí se tenía bien aprendida la lección y realizó una labor de matrícula para lo habitual en espectáculos de este género. Estupenda la orquesta.
Los mitos siguen siendo mitos para el gran público, pero estos mitos tienen poco que ver con aquellos a los que han sustituido. Lo positivo: Gheorghiu ya puede firmar con el real “Rigoletto” o “Simon Boccanegra”. Gonzalo Alonso

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