Crítica: Petrenko debuta como titular de la Filarmónica de Berlín
Comentario y crítica: Petrenko debuta como titular de la Filarmónica de Berlín
Por fin llegó el viernes 23 de agosto el esperado debut oficial, que pudo seguirse a través de Digital Concert Hall , el portal de la orquesta, y cines por todo el mundo. En el programa la “Lulu Suite” de Alban Berg y la “Novena” sinfonía de Beethoven con los solistas Marlis Petersen, Elisabeth Kulman, Benjamin Bruns y Kwangchul Youn.
El sábado, recordando los tiempos de la reconstrucción de Alemania al tiempo que se suprime el impuesto a la solidaridad, se repetió el concierto en la célebre y emblemática Puerta de Brandeburgo, donde Bernstein celebró la caída del muro en 1989.
Salzburgo (25 y 26), Lucerna (28 y 29) y Bucarest (31 y 1) serán escenarios inmediatos de la gira que iniciarán a continuación.
Digital Concert Hall ofreció gratuitamente varios conciertos con Petrenko y la Filarmónica de Berlín y entre ellos el de la Puerta de Brandeburgo.
Alegría, hermosa chispa divina: Kirill Petrenko ha elegido celebrar su primera temporada como titular de la Filarmónica de Berlín y en honor del 250 cumpleaños de Beethoven con su sinfonía más famosa. “Siempre imaginé enviar un mensaje a los planetas distantes e incorporar nuestra humanidad como individuos y como sociedad, la sociedad con todas nuestras cosas positivas y negativas, con todas las fantásticas instituciones culturales y también las cosas terribles que hacemos. No encontraría una mejor descripción de todo ello en ningún otro lugar que en la Novena Sinfonía de Beethoven “. Así es como el conductor explica su elección. “Porque contiene para mí todo lo que nos distingue como humanidad, tanto en sentido positivo como negativo”.
Conlleva también un homenaje a los ex directores principales de la Filarmónica de Berlín. El final coral siempre suena diferente: más pomposo con Wilhelm Furtwängler, más brillante con Herbert von Karajan y Claudio Abbado la impregnó de danza. “Todos ellos sonaban diferentes con la orquesta, y así es como debería ser, y es por eso que puedo ganar mucho de todos, pero quiero crear mi propio sonido, mi propio mundo filarmónico”.
El breve apunte Crítico de Gonzalo Alonso:
El espectáculo de la Puerta de Brandeburgo estuvo estupendamente organizado y con unos medios increíbles. Es imposible imaginar cuántas cámaras se introdujeron para miles de enfoques, del maestro, de la orquesta, de las caras de 30.000 espectadores, del escenario, generales… Todo un lujo de retransmisión.
Otra cosa fue la versión de la “Novena”, quizás técnicamente perfecta, pero con la intensidad de la rapidez, que no del sentimiento y la emotividad. Los profesores parecían tocar encantados con su nuevo director y, de hecho, así lo manifestaron muchos de ellos en el reportaje previo al concierto en sí. Sorprendieron afirmaciones un tanto exageradas sobre la, por otro lado, indudable valía de Petrenko, pero hacían de menos a sus anteriores titulares. ¿Qué pensará Rattle o qué habrían pensado Karajan o Abbado? Petrenko aparecía como el Dios de una nueva era. Sinceramente creo que las cosas no hay que exagerarlas porque se corre el riesgo de que luego defrauden. Sólo tenemos que pensar en cómo, en nuestro país, la revista Scherzo elevó a los altares musicales a Ros Marbá o Victor Pablo. No conviene exagerar.
A la lectura de Petrenko de la “Novena” le faltó grandeza musical, intensidad emocional y hasta los silencios que se han de guardar en la ejecución de la partitura resultaron pobres, quizá porque el ambiente festivo no los propiciaba, pero se echaron de menos. La rapidez, de la que hace gala en sus lecturas operísticas, es aún más peligrosa en el mundo sinfónico porque roza la banalidad, la teatralidad. De ahí que el movimiento lento, el tercero, careciese de mensaje interno. El final, la esperada “Oda a la alegría”, iluminó las caras de muchos asistentes, pero ¡qué lejos quedó de las versiones de Furtwängler o el mismo Karajan! Tampoco el cuarteto solista fue un cuarteto inolvidable. Creanme, hemos escuchado bastantes lecturas mejores y me llegan noticias de miembros de la propia orquesta y el coro que afirman haberse sentido desconcertados en ensayos y ambos conciertos por los cambios de tempo del maestro de unos a otros.
Y una observación final, cuando Petrenko dirige óperas desde el foso no se le ve toda su gesticulación. Sobre un escenario ha de tener cuidado, porque a veces puede parecer un imitador de un director de orquesta. Tanta elocuencia gesticular distrae y no parece conveniente.
Cuidado con elevar demasiado alto a Petrenko. Sin duda es un excelente director operístico, pero dejemos que el tiempo demuestre su categoría sinfónica. No está mal recordar que en su visita a España con la OCNE en junio de 2008 pasó inadvertido. Claro que entonces no era el de ahora. El de ahora lo podremos comprobar en Ibermúsica con Berlín esta próxima temporada.
De acuerdo, básicamente con Gonzalo Alonso. Yo escuché y visioné el concierto del 23 de agosto, en la Philharmonie, gracias Digital Concert Hall. No soy músico, ni musicólogo, ni critico musical. Meramente melómano que dada mi edad, he escuchado mucha música. El Beethoven de Petrenko no me va, no me pone. Ni la la 9ª, ni a 7ª que ya ha grabado con los Berliner., Como decia Celibidache (cuyo Beethoven tampoco me gusta) en el comienzo esta todo, Y el arranque de la 9ª de Petrenko el pasado viernes 23, en ese inmenso primer movimiento, me hizo gritar: ¡No!. Así no. Todo muy limpio, límpido, pero sin alma.
A Petrenko le van mas los movimientos rítmicos , aunque a diferencia de la apreciación de Alonso, la primera parte del Tercer movimiento, justo antes de que a Beethoven (humano él también) se le fuera la inspiración, me encontré con Petrenko. Del último movimiento, un plano, inanimado, increíblemente anodina exposición del central central en loas cuerdas, salvo el final. La fuga final. Ahí Petrenko se desmelenó y yo con él.
Pero, si todo sigue así, no me desplazaré a Berlín a escuchar Beethoven con Petrenko
Javier Elzo
Es posible que supere a S. Rattle en varios repertorios, pero NO es mejor, ni en sueños a Abbado o Karajan.