Sobre María José Montiel
Estimado sr. Alonso,
Me permito el atrevimiento de mandarle este mensaje pues tras leer su artículo sobre Mª José Montiel no he podido dejar pasar esta oportunidad para agradecerle la valentía y sinceridad que vierte semana tras semana en el “cultural” del Mundo . Créame, lo hago con conocimiento de causa pues soy una soprano que lleva ciertos años intentando demostrar que soy una gran artista y no hago más que luchar contra un terrible enemigo: la estupidez y la hipocresía .Estupidez de la que alardean los poderosos de este país en el mundo de la ópera que son incapaces de reconecer una gran voz y cuando la reconocen intentan dar la más peregrina de las excusas para justificar su no contratación o simplemente no dicen nada; y lo peor es que luego vas al Teatro esperando ver cantantes increíbles,mucho mejores que tú mismo por supuesto,y a los que ves son a los mismos mediocres de siempre , salvo contadas y reconfortantes excepciones. Y qué decir de la hipocresía de aquellos que no dejan de repetir que el problema de hoy en día es que no hay voces y aprovechan para “llenar” la programación de un repertorio que no atrae al gran público en un país donde, no nos engañemos , no hay una gran cultura operística y de paso meten a todos sus amigos en las producciones. Que pasaría si el Teatro no fuera subvencionado y dependiera de la taquilla? Probablemente se crearía un nutrido público aficionado que reclamaría la puesta en escena de las grandes
óperas y no habría que escuchar aquello de “canta bien pero apenas se le oye” pues ese público sabría que no se puede ser un gran cantante de ópera si no se te escucha ni en la primera fila. Sin embargo yo no dejo de escuchar en las audiciones estupendos cantantes de grandes voces que no te explicas como no forman parte de algún reparto. Injusticia? Por supuesto pero yo diría más bien ABSURDO.
No quiero extenderme más , sólo soy heredera del buen hacer de la sra. De los Ángeles de la que tuve el honor de recibir clases pocos años antes de su muerte (de la que también se han dicho verdaderas falsedades) y de mi buen y gran maestro Pedro Lavirgen del que recibo un apoyo incondional .Si no fuera por ésto y por la esperanza que siento cada vez que leo uno de sus artículos al ver que no todo el mundo actúa como en el cuento del sastre del Rey ya hubiera sucumbido en una de esas noches en las que uno se plantea abandonar el sueño de una vida en un país donde algunos “son” y otros “se hacen” los sordos. Gracias sr. Alonso por no ser uno de ellos.
Atentamente,
M.R.O.
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