Seguimos todos sin dar crédito a cuanto sucede en el Auditorio Nacional. No se trata ya de los veinte folios de notas comunes y, por decirlo más claramente, chorradas que suponen el supuesto proyecto artístico. No, es que todo carece de sentido. Miren, se nos ha dicho que el Auditorio se abriría solemnemente el viernes 11 de enero, incluso con invitación cursada a la Reina. Pero ¿de qué vamos? Si el Auditorio se ha cerrado seis meses simple y llanamente para adoptar las medidas contraincendios y otras de seguridad que exigía la normativa del Ayuntamiento de Madrid. Ahora resulta que eso de cerrar para cumplir la ley lleva consigo una reapertura solemne. Ya dispuestos, que le pidan al Ayuntamiento el nombre de la empresa que realizó los fuegos artificiales en Cibeles estas Navidades y que la ceremonia incluya unos similares en la plaza del Auditorio. Y, más dispuestos aún, ¿por qué no incluir una quema de herejes con todos aquellos que no somos patriotas porque decimos todo aquello que no funciona? La verdad es que yo quemaría otros herejes distintos.