Critica: Premio Reina Sofía, novedad y oscuridad épica

Obras de Cruz-Guevara y S. Prokofiev. M. Borrego (violín), R. Wilson (mezzosoprano), I. Stanchev (barítono) y J. Moreno (narrador). Orquesta Sinfónica y Coro de RTVE. Director del Coro: Lorenzo Ramos. Director musical: Pablo González. Teatro Monumental, Madrid. 22-II-2019.

Orquesta RTVE con su nuevo director titular Pablo González

Tras las buenas sensaciones que despertó la semana pasada Pablo González en el inicio del ciclo Música bajo sospecha, volvía el director ovetense a ponerse al frente de la ORTVE en un programa que aunaba el discurso creativo estrictamente contemporáneo con la grandilocuencia cinematográfica más delectada. Empezaba el concierto con el concierto para violín y orquesta Pictograma, de Juan Cruz-Guevara, una pieza de estreno galardonada con el XXXVI Premio Reina Sofía de Composición Musical. La partitura plantea una interesante disolución entre el mundo real y el creativo, en una elaborada metáfora del caos cotidiano y la servidumbre vital de la sociedad de hoy día. A nivel tímbrico la primera parte de la composición funcionó de manera interesante, generando y dejando de lado el peso melódico. Tal vez lo mejor de la composición esté en el certero retrato de la calma chicha y sin sosiego del día a día que se ubica en el centro de la pieza, primando lo atmosférico sin abusar de la capacidad evocadora de la orquesta. Miguel Borrego demostró su inmenso catálogo de recursos y experiencia a la hora de dotar de coherencia a una música que necesita mucho mimo para construirse sin desvíos. Buen recibimiento por parte del público, con el propio compositor en escena.

Para la segunda parte quedaba Iván el Terrible, op. 116, partitura cinematográfica ofrecida en su versión con narrador y que supone una apoteosis de la escritura para viento-metal y coro. Hay mucha sabiduría en la manera orgánica en la que el interés va creciendo en paralelo a la trama vital del propio Iván. Prokofiev arranca con el epicentro de la orquesta radicado en lo épico, para ir dando paso a un creciente manantial de oscuridad que acaba anegando el final de la obra. La batuta y métodos de trabajo de Pablo González cuadran a las mil maravillas con este discurso estético, dado su afán por el detalle, el balance tímbrico, la direccionalidad y la rotundidad sonora. La ORTVE respondió con brío y sin dar síntomas de fatiga en los compases finales, los más complejos a nivel de gradación dinámica. Notable el coro preparado por Lorenzo Ramos, tras un inicio algo dubitativo. Timbre y colores muy atractivos los de Rachael Wilson, penalizada por la magnitud de la orquesta, y correcta la intervención de Ivo Stanchev. Jorge Moreno narró con convicción y un dramatismo que resultaría excesivo en casi cualquier contexto que no fuera este. Final climático, bien construido, para una ovación tan esperada como merecida. Mario Muñoz Carrasco