Crítica: el Caribe llega a la Zarzuela
El Caribe llega a la Zarzuela
“Cecilia Valdés” de Gonzalo Roig. Elizabeth Caballero, Elaine Alvarez, Gamboa Martín Nusspaumer, Homero Pérez-Miranda, Linda Mirabal, Cristina Faus, Yusniel Estrada, etc. Coro Titular del Teatro de La Zarzuela y Orquesta de la Comunidad de Madrid. Dirección musical: Óliver Díaz, Dirección de escena: Carlos Wagner. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 24 de enero de 2020.
Con “Cecilia Valdés” de Gonzalo Roig se representa por primera vez en el Teatro de la Zarzuela una zarzuela extranjera. Con este título se unen en el género España y Cuba, donde la zarzuela llegó a la isla a través del éxodo de españoles. Allí arraigó y germinó en más de 3.000 obras de teatro lírico. “Cecilia Valdés” se basa en la obra homónima de Cirilo Villaverde, una novela basada en la convivencia de las familias españolas de la Habana colonial con los negros y mulatos, donde mientras unos luchan por la abolición de la esclavitud, otros lo asumen y normalizan. Dentro de esta convivencia hay una historia de amor y celos, pero también espacio para la reflexión sobre racismo, machismo y poder. “María de la O” de Lecuona, obra de similar argumento, se vio hace años en Oviedo y otros sitios.
Está bien que el teatro recupere obras como ésta y es muy posible que el lleno acompañe a todas las representaciones, ya que su música llega fácilmente al espectador con sus ritmos caribeños casi constantes. Hay algún número coral y varios ballets muy atractivos. En el escenario casi una única escena gracias a las cañas de azúcar que ocultan los diferentes simples decorados. Por cierto, que podrían estar más verdes y no tan pardas. Funciona sin mayores pretensiones, gracias también al numeroso personal que interviene en la representación. Sin duda una producción que cuesta su dinero cada día. El final de la obra es tremendo y problemático. Sucede algo parecido al final de “La vida breve”, pero aquí se completa con otra escena de lo más kitsch que quizá podría suprimirse. No sólo por la propia escena, sino también porque requiere actores y no cantantes y éste es uno de los fallos de la producción. Es muy difícil contar con actores que a la vez sean cantantes y en este caso se ha optado por cantantes latinos con reducida capacidad actoral y, sobre todo, declamatoria.
El reparto cumple con sus más y sus menos. A la Cecilia Valdés de Elizabeth Caballero le falta entidad en su número inicial; Homero Pérez-Miranda anda próximo al gallo en algunos momentos; Martín Nusspaumer posee caudal vocal y menos matiz. Los secundarios funcionan bien y sobre todos ellos sobresale Linda Mirabal como Dolores Santa Cruz, que es quien se lleva la mayores ovaciones.
Estupenda la dirección de Óliver Díaz, con control y el imprescindible ritmo que requiere la obra. Bien la orquesta, el coro y el cuerpo de baile. Una zarzuela muy caribeña con músicas seductoras y bastante declamación que en algunos momentos se aproxima al musical. Gonzalo Alonso
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