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Por Publicado el: 11/03/2020Categorías: Colaboraciones

Helga Schmidt, la última víctima de Eliot Ness

Helga Schmidt, la última víctima de Eliot Ness

Reproducimos aquí parte de un interesantísimo artículo de Julián Quirós en Las provincias el 08 de marzo, por su interés y por ser un gran prólogo al próximo artículo de Gonzalo Alonso. Lo pueden leer completo en el enlace final.

Lo recuerdo perfectamente. Fue hace cinco años. El alto mando policial estaba justo a un metro de mí, frente por frente en una mesa discreta, y cuando le dije que algunas de las expresiones más furibundas del informe de la Udef no reflejaban hechos constatados, sino opiniones y juicios de valor, ni se inmutó. «Pero, ¿no te preocupa que pueda ser acusada de falta de profesionalidad?» Me respondió que eso no pasaría, «porque la Udef hace exactamente lo que le pide el fiscal, investiga los aspectos del caso que le señala el fiscal y prepara sus informes de acuerdo con las directrices que le marca el fiscal». Esta revelación a los juristas puede que les parezca insustancial, pero a los legos nos deja de piedra. Uno supone que la policía debe hacer una investigación técnica, pericial, independiente, neutral, en vez de fabricar un dossier a la carta basado en presupuestos previamente determinados por la acusación.

Helga-Schmidt

Helga Schmidt

Pero, al parecer, muchas veces la policía trabaja al dictado de un fiscal que luego presenta el informe de las fuerzas de seguridad como base para apuntalar unas actuaciones que él mismo ha inducido con anterioridad. Es intelectualmente aberrante. La pescadilla que se muerde la cola. Un círculo vicioso, sobre todo si tienes la mala suerte del exfiscal Vicente Torres, al que por alguna desgraciada circunstancia que no se ha podido aclarar todos los papeles que pasaban por su mesa acababan publicados con titulares aún más llamativos en letra impresa: «el saqueo de la ópera de Valencia; la intendente cobró medio millón de euros en comisiones; se concertó con insignes empresarios para sustraer los fondos del Palau; la policía le cuestiona los pagos a Zubin Mehta; Helga Schmidt según la policía era una mera comisionista en un entramado en el que podría haber participado Francisco Camps»… Alguien que acusa en forma condicional («podría haber participado») merece que le quiten la placa y volver a la academia, porque sabe que judicialmente es un apunte inocuo cuyo único fin pasa por crear ruido mediático y denigrar la reputación del aludido. ‘El saqueo de la ópera’ como eslogan suena tremendo, suena al saqueo de Roma, suena a lo que dice la RAE que es un saqueo: «apoderarse violentamente de lo que hay en un lugar, entrar en un lugar robando cuanto se halla».

No extraña que si hubo saqueo el fiscal Torres quisiera meter siete años en la cárcel a Helga Schmidt, a su subordinado Ernesto Moreno y a los profesionales José Antonio Noguera, Joaquín Maldonado y Pablo Broseta. Pero como no hubo saqueo, ni robo, ni enriquecimiento, según establece la sentencia, todos ellos han resultado absueltos, aunque el fiscal Torres ha conseguido al menos que sufrieran durante cinco años la pena del telediario, cinco años con sus días y sus noches penando por algo que nunca hicieron. Los instructores montaron un caso con pruebas endebles, poco consistentes y faltas de rigor, aprovechando el contexto de corrupción política de hace unos años, en el que resultaba muy tentador llevarse por delante a varias personalidades de la vida civil valenciana y colgarse otra medalla a lo Eliot Ness. Pero, ¿quién les devuelve ahora a los acusados, injustamente acusados, su honorabilidad? Nadie, por supuesto.

¿Y quién va a reparar el buen nombre de la tristemente fallecida Helga Schmidt? Durante quince años llevó la excelencia al Palau de les Arts, dándole a Valencia una catedral para la música culta. Hasta que una operación policial de lo más peliculera acabó con ella, literalmente, usándose para detener a una señora de 73 años varias furgonetas policiales y hasta un helicóptero. Irrumpieron mientras estaba en camisón en su habitación de hotel, donde se recuperaba de una pulmonía, no la dejaron sola ni en el cuarto de baño y empezaron a remover papeles pensando que a todos se les caza como a Capone, por una firma. En el Palau, hallaron una caja fuerte y allí ya creyeron que tenían a Helga Schmidt contra las cuerdas, le exigieron que la abriera y ella aseguró que no tenía la llave y nunca la había usado. Sospechoso. Buscaron un cerrajero y forzó la caja: estaba vacía.

Doce horas de registro y salieron como entraron, con las manos tan limpias como la caja fuerte, pero el fiscal no se amilanó y decidió llevar su órdago adelante. Al fin y al cabo este era un caso que iba a darle mucho lustre… 7 …. Y así ha sido. Torres ya no es fiscal. Ahora tiene un puesto vitalicio como magistrado del TSJ; nada menos…./…

Artículo completo: Julián Quirós en Las provincias el 08 de marzo.

Un comentario

  1. Manuel Cabrera Manzanares 11/03/2020 a las 13:05 - Responder

    Las coacciones que sufrió mi añorada amiga Helga por parte de poderes fácticos institucionales y judiciales es para escribir una de las mejores historias en el estilo de novela negra.
    Quienes hemos vivido sus angustias, miedos y lágrimas, amén de gozar con sus confidencias y desahogos emocionales sabemos bien lo que decimos, verdad Gonzalo Alonso?

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