Crítica: La OCNE abre el curso con Beethoven
ORQUESTA Y CORO NACIONALES DE ESPAÑA
Beethoven abre el curso
Obras de Falla y Beethoven. Javier Perianes, piano. Director: David Afkham. Madrid, Auditorio Nacional. 19 de septiembre de 2020. Coro y Orquesta Nacionales.
De nuevo, ante nosotros, “Noches en los Jardines de España” de Falla, de la que hace bien poco hablábamos aquí a propósito de su escucha en el Festival del Guadalquivir. Ahora la hemos seguido con mejores y más refinados mimbres orquestales, bien controlada y matizada por la rectoría (sin batuta) de Afkham, que supo extraer los brillos impresionistas que la envuelven sin descuidar ese “duende” que recrea los paisajes andaluces evocados por don Manuel. Sonó con empaque y empaste la ONE, que dialogó fluidamente con el exquisito y sensual teclado de Perianes, quien domina la letra y el espíritu de la composición, de la que sabe extraer luces y destellos de extrema finura.
Fue un buen pórtico para dar paso al primer Beethoven de la temporada: la no tan habitual “Fantasía para piano, coro y orquesta”, en la que, gran novedad, los cantores –unos 40 muy espaciados- no se quitaron la mascarilla. Y el caso es que hubo afinación, empaste y ajuste entre ellos, que nos hicieron llegar un espectro tímbrico agradablemente penumbroso, fundido a la perfección con el del conjunto sinfónico, que nos llegó firme, bellamente modelado y trabajado hasta lograr una versión de ese tema variado y anticipador de del de la “Oda a la alegría” de notable vigor y transparencia, solo emborronada por la falta de tacto en la entrada de los solistas del coro, que cantaron con escasa delicadeza las palabras “Schmeichelnd hold und lieblich klingen” (Galante, bello y precioso es el sonido de la armonía…). Afkham no estuvo ahí muy fino.
Tampoco nos lo pareció del todo en la interpretación de la “Sinfonía nº 1” del genio, expuesta algo rudamente, sin contemplaciones, sin la ligereza clásica que aún embarga unos pentagramas que piden, creemos, mayor transparencia, efusión y fluidez y que quizá no requieran una acentuación tan seca y una presencia tan constante de baquetas duras. No todo se expuso con claridad –trío del “Menuetto”, codas-, aunque hay que reconocer que el mando de Afkham fue seguro, conminativo y eficaz y que la ONE lució con un empaste indudable, obtenido pese a la excesiva separación entre atriles, los de las trompetas naturales en primer lugar. El orgánico anduvo en torno a los 45 instrumentistas, una formación muy adecuada.
Arturo Reverter
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