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La ópera, un enigma
Por Publicado el: 05/06/2008Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

Semiescenificaciones

La reflexión sobre la labor de los directores artísticos a partir de dos producciones concretas, en este caso el ejemplo de “Orfeo” y “Clemencia de Tito” en el Real, puede ampliarse a otros aspectos de la gestión escénica de los teatros internacionales. El Real fue muy inteligente al anunciar la “Clemenza” como “semiescenificación” porque ayudó a que el público se deslumbrase ante lo inesperado. Quizá el resultado hubiera sido diferente de haberse presentado como una escenificación normal
La vía de la escenificación o semiescenificación inteligente empleada en “Clemenza” debería ser utilizada con mucha mayor frecuencia en todos los teatros ante los tiempos de de crisis que vivimos. Las salas americanas la conocen desde hace años por la caída de la ocupación y los italianos -Scala aparte- padecieron significativas reducciones presupuestarias con Berlusconi y volverán a padecerlas ahora, incluso ampliadas. En los españoles, aún muy jóvenes, está por llegar, pero llegará. Cuando los presupuestos se reduzcan y las programaciones hayan de abaratarse, una de las soluciones pasa por la “semiescenificación” eficaz, eficiente y respetuosa con la música.
Los teatros de primera línea pueden promover esta fórmula para para obtener ingresos extras colocando estas producciones en teatros y festivales de nivel medio de auténticos segundos repartos con artistas jóvenes. Así, por ejemplo, El Escorial presentará un festival con una sola ópera -“Madama Butterfly”- porque los costes aprietan. Con producciones como “Clemenza” se enriquecería el festival con poco coste adicional. La colaboración entre grandes y pequeños, todos sometidos a financiación pública, se hará imprescindible e inevitable.
En el extremo casi opuesto tenemos barbaridades como Leipzig, donde no sólo hay un director musical, Riccardo Chailly, sino también un director escénico porincipal, Konvitchny, quien ha ahuyentado al público con propuestas que éste ya no admite. La sala está medio vacía, la taquilla se resiente y ambos personajes se atacan mutuamente en la prensa alemana. El camino no conduce a ningún lado. Intendentes, directores artísticos, musicales y escénicos, artistas y cuerpos estables de todo tipo han de ser conscientes que los tiempos de las vacas gordas han quedado atrás.

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