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Por Publicado el: 24/04/2021Categorías: En vivo

Crítica: Euskadiko Orkestra. Esto va a más

EUSKADIKO ORKESTRA (R. TREVIÑO)

Esto va a más

Fecha: 21.IV.2021. Lugar: Auditorio Kursaal, San Sebastián: Programa: Sinfonía número 6 en La mayor K, de Anton Bruckner.  Orquesta: Euskadiko Orkestra. Director musical: Robert Treviño.

Roberto Treviño

El maridaje musical de los maestros que integran la orquesta oficial del País Vasco con su director artístico, el texano de Fort Worth, Robert Treviño, ofrece un diagnóstico sintomático, que como diría el sabio galeno al inquieto paciente -en este caso diletante- “esto va a más; hay una notable mejoría”. Diagnóstico acertado a la luz de cuanto se pudo apreciar con la interpretación de la polémica (por dura y a veces desconcertante) Sinfonía número 6 en La mayor del austriaco Anton Bruckner. Una construcción musical forjada a base de los muchos perendengues metidos dentro del pentagrama. Fueron 56 minutos de intensidad musical de la que, a juicio del autor de estas líneas, se salió francamente satisfecho.

Bruckner, como gran innovador en las contraposiciones sonoras, maestro en modulaciones sorpresivas y mago en las constantes variaciones tonales, construye su 6ª Sinfonía, en cuatro movimientos en los que quedan ligeros aromas de expresividad beethoveniana. Así lo entendió Treviño, haciendo una lectura tensa de la obra, dejando que el lucimiento sonoro escrito en el papel pautado manara con limpia fluidez en su equipo orquestal, principalmente de la sección de viento (tanto de madera como de metal). Construyó una distribución de atriles un tanto peculiar, dejando a su derecha a los violines segundos, reservando el centro para la cuerda más grave, lo que hizo que en determinadas costuras del primer movimiento “Majestoso” se hiciera patente el contrapeso de esos segundos violines que en otra ubicación estarían más apagados y menos valorados, para dar pie al magnífico segundo movimiento el Adagio. Sher Feierlich” (Adagio. Muy solemne, sin ruido) sobre el formato de sonata ‘sui géneris’, donde se produjo el momento más hermoso de todo el concierto ya que la batuta se ajustó a los tiempos señalados por el compositor, sin caer en la escuela de la eternidad expositiva creada, a este propósito, por Sergiu Celebidache, en su grabación con la Orquesta Filarmónica de Múnich. Los músicos respondieron a las indicaciones marcadas desde el podio, para esta ocasión, sin vacilación alguna, siendo la cuerda un constante fluir de elegancia y de plenitud amorosa, con una apreciable participación de oboe, dando a la coda final una verdad pletórica de romanticismo.

En el tercer movimiento Scherzo. Nich schnell – Trio. Langsam (No rápido. Trio. Lentamente) se da un juego muy particular en la métrica bruckneriana en donde la largura de los compases provocó dinamismos en formato de vals pero partiendo de viejos acordes populares austriacos, donde se produce un especial divertimiento en el dialogante sonido en tres dimensiones del pizzicato de cuerdas, las trompas y el viento madera. ¡Una auténtica trampa armónica que los músicos de la EO, bajo el rigor expresivo y minucioso de Treviño sacaron adelante con un solido notable! Es en el cuarto movimiento Finale, doch nich su schnell (Final, pero no demasiado rápido) donde Treviño se juega el órdago de la partida, pues la victoria tan solo se alcanza dando a cada sección orquestal el refinamiento de la precisión tonal que el compositor exige. Los músicos aceptaron el envite, preparados para ello, y las 4 trompas, las 3 trompetas, los 3 trombones (alto, tenor y bajo) y una sugerente tuba, fueron el tronante componente sonoro frente al piadoso sonido de una cuerda, siempre ajustada y bien cumplidora de los complejos compases marcados por la batuta. Lo dicho: esto va a más. Manuel Cabrera.

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