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Por Publicado el: 03/05/2021Categorías: En vivo

Crítica: Beczala. El canto ortodoxo y por derecho

PIOTR BECZALA (TEATRO REAL)

El canto ortodoxo y por derecho

Arias, intermedios y oberturas de Moniuszko, Zelenski, Paderewski, Nowowiejski, Glinka, Giordano, Mascagni y Puccini. Piotr Beczala, tenor. Orquesta del Teatro Real. Director: Lukasz Borowicz. Teatro Real, 1 de mayo de 2021.

Piotr Beczala

Dentro del epígrafe Voces del Real le tocaba el turno al polaco Piotr Beczala, sin duda una de las voces más en forma y que defiende un canto por derecho de la actualidad. Recordamos su última actuación en el mismo escenario encarnando el papel de Fausto de Gounod. En este recital, de programa más bien sucinto, aunque ampliado generosamente con cuatro bises, el tenor ha vuelto a poner encima de las tablas sus credenciales de cantante ortodoxo, comedido, discreto y elegante.

La voz, con el tiempo, ha ido creciendo y el artista, lógicamente, se ha ido embarcando en aventuras más enjundiosas, de contenido más dramático; en partes propias de los líricos plenos o, incluso, los lírico-spinto. Y sus recientes aventuras wagnerianas, con un impecable “Lohengrin” en Dresde y Bayreuth, así lo demuestran. No reconocemos ya en Beczala ese lustre juvenil, esa tersura de otrora cuando ya ha cumplido los 54 años y abusa, quizá a propósito, de pequeños, a veces inapreciables, golpes de glotis, que van formando un tejido que, unido a una cierta guturalidad, no hace siempre confortable la audición. El canto es episódicamente monótono, aunque el artista se luzca, incluso con regodeo y facilidad, en los agudos, por lo común restallantes y vibrantes. 

Y en el fraseo bien enhebrado y formulado con notable claridad de dicción. No es cantante apasionado y prefiere servir interpretaciones ajustadas, equilibradas, bien hechas, sin peligrosos altibajos. Pudimos disfrutar de su manera en un recital en el que no hubo prácticamente desfallecimientos; si acaso en el Si natural agudo de “Nessun dorma”, en donde nos pareció que andaba episódicamente un poco falto de “fiato”. Pero hay que aplaudir su limpieza, su canto franco, su emisión sin engolfamientos ni feos engolamientos, con un permanente y sano apoyo y pasajeras proyecciones a la máscara.

Rompió su actuación con una pulcra y bien diseñada interpretación de “Come un bel dì maggio” de “Andrea Chénier” de Giordano, bien regulada y con un soberano Si bemol conclusivo. Después, una cálida y estupendamente dicha aria de “Janek” de Zelensky, una bien entonada y concentrada “Addio alla mamma” de “Cavalleria”, con notas altas en el fulcro y expresividad justa. El aria “Szumia jodly” de “Halka” de Moniuszko cerró bellamente la primera parte de la sesión.

Retornamos a Moniuszko en la segunda con un aria de “La mansión encantada  y con  Donna non vidi mai” de “Manon Lescaut” de Puccini, en donde las buenas hechuras, el equilibrio, los reguladores –aquí en mayor medida- brillaron en lo más alto. Del poco conocido Nowowiesjki se nos ofreció una muy hermosa página de la “Leyenda del Báltico”, extensa y bien construida, en la que el tenor mostró su lirismo, estupendamente destilado de una voz cada vez más oscura y compacta. Se cerró el concierto con la popular “Nessun dorma” de “Turandot”, dicha con intención y expresión pasajeramente soñadora y cierre algo justo. 

El entusiasta público, que llenaba las localidades disponibles, consiguió cuatro bises: un “Adiós a la vida“ estupendamente graduado, con pasajeras medias voces (cerrado por el director sin postludio), un ”Amor ti vieta” de “Fedora” de Giordano un tanto monocorde, una mejorable aria de “Carmen”, poco variada, y una canción polaca muy bella y nocturna, entonada en piano y pianísimo. La orquesta sonó algo ruda en las manos del discreto y entusiasta director Lukasz Borowicz, siempre en situación de aplaudir a Beczala y autor de la  orquestación de un “Nocturno” de Paderewski. Mucha dinamita para la obertura de “Ruslan y Liudmila” de Glinka.  Arturo Reverter

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