Crítica: Noche de evocaciones
CICLO DE GRANDES AUTORES E INTÉRPRETES DE LA MÚSICA DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA
ORQUESTA RTVE Y JUDITH JÁUREGUI (M. ROMERA)
Noche de evocaciones
Obras de García Abril, Palomo y Falla. Piano: Judith Jáuregui. Director: Miguel Romea. Orquesta de la RTVE. Ciclo de grandes Autores e Intérpretes de la Música de la Universidad Autónoma de Madrid. Auditorio Nacional, 10 de junio de 2021.
La principal novedad de este concierto era el estreno mundial de “Nocturnos de Andalucía” de Lorenzo Palomo (1938). La obra fue concebida en principio para guitarra y orquesta y estrenada en Berlín en 1996 por la Orquesta de la Radio dirigida por Frühbeck de Burgos y la participación solista de Pepe Romero. A instancias de la pianista Judith Jáuregui, el compositor la ha reformado y la convirtió en una suite concertante para piano y orquesta.
Un trabajo que explora timbres, colores, ritmos, sones, palos estilizados, aires saludables y que revela una evidente facilidad expositiva a través de una gramática más bien tradicional, elocuente, directa, brillante a ratos, sigilosa en otros. Rasgos melódicos bien delineados, contrastes, exquisiteces de otra época, diálogos instrumentales, “ostinati”, pasajes de signo repetitivo; cadencias, soliloquios, explosiones bien controladas, “tutti” sustanciosos y biensonantes, exploraciones gratificantes.
Hay abundante presencia de las castañuelas, que aparecen nada más empezar y que abren un discurso desarrollado sobre un tema reconocible y bien trabajado, una y otra vez, en sus distintos estratos, con un piano colaborador y, por momentos, solista. Aceleraciones y deceleraciones, repeticiones variadas van conformando un discurso a veces retórico, coloreado y en exceso insistente. El teclado canta y dialoga. Ante nuestra vista se suceden las imágenes, las evocaciones poéticas: “Brindis en la noche”, “Sonrisa truncada de una estrella”, “Danza de Marialuna” (con síncopas determinantes y llamadas a lo “jondo”, corte melismático), “Ráfaga” (con piano juguetón), “Nocturno de Córdoba” y “Tablao” (iniciado con palmas).
La composición, como se dice, bien labrada y trabajada, resulta en exceso larga y a veces un tanto efectista, pero muestra el oficio y la destreza de un músico dotado, de formación tradicional, de lucidas maneras e imaginación colorista. En ella se movió como pez en el agua Judith Jáuregui, la inspiradora de la partitura. Atendió todas las a veces complejas exigencias: ataques, octavas, trinos, amplias frases, sigilosos pasajes. Se embebió absolutamente en el mundo creado por Palomo. Gran trabajo en el que colaboró a satisfacción la RTVE dirigida por Miguel Romea con mucho aplomo.
La sesión se iniciaba con cuatro de las seis infrecuentes “Canciones y danzas para Dulcinea” del hace muy poco desaparecido Antón García Abril, nacidas en principio para el cine en 1985. El garbo, la gracia, la magnífica orquestación, la reconocible imaginería del autor quedaron a medias reflejadas en la correcta pero no del todo clarificadora interpretación. El concierto se cerró con la versión de 1925 (sin cantaora) de “El amor brujo” de Falla, una partitura magistral, enjuta, evocadora, tocada de gracia y de misterio en la que lo “jondo” encuentra un tratamiento trascendente en virtud de un trabajo temático, rítmico y tímbrico excepcional. Sonó bien la Orquesta, llevada en esta ocasión con mucha seguridad y conocimiento por la ortodoxa batuta de Romea. Arturo Reverter
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