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Por Publicado el: 23/07/2021Categorías: En vivo

Critica: Morella con Monteverdi

Morella

Con sus mil metros de altitud y apenas 2416 vecinos, Morella está oficialmente reconocido desde 2013 como “uno de los pueblos más bonitos de España”. Y del mundo, puede decir el viajero no sin razón, fascinado ¡y agotado! ante sus empinadas cuestas -que no calles-, monumentos de acústicas ideales, horizontes montañosos, y cercanía de sus moradores. El acento tiznado de catalán y maño, delata el orgullo de los morellanos por su condición de castellonenses próximos -no solo geográficamente- a Aragón y Catalunya. No extraña que el talante dialogante, templado y transcomarcal del exalcalde Ximo Puig tenga mucho que ver con su condición de morellano.

Tierras del Maestrazgo, a un paso de Teruel y otro de Tarragona, de vientos rápidos y frecuentes nieves. Enclave curtido de historia e historias, de culturas y leyendas, de silencios y evocaciones. De gentes llanas que miran a los ojos. Un paraíso, en definitiva, para albergar un festival de antiguas músicas, medievales y renacentistas. Como el Early Music Morella, la cita cargada de conciertos, cursos, convivencia e intercambio de saberes y amistades, cuya décima edición se clausura mañana jueves “con una celebración festiva, multitudinaria y coral, con canto gregoriano, polifonía, percusión y la participación dels Gaiteros de Morella”, dice razonablemente satisfecho el violonchelista, violagambista y director Carles Magraner, fundador y alma mater del bendito festival.

Fue precisamente Magraner (Almussafes, 1962) el responsable del concierto celebrado el domingo en la Iglesia Arciprestal de Santa María la Mayor, una de las grandes joyas góticas, construida entre los siglos XIII y XIV, en la que destaca todo. Impresiona su espectacular retablo dorado churrigueresco del siglo XVII tanto como su acústica perfecta y natural. También la impresionante escalera de caracol que sube al órgano, otra joya única, construida por el organero Francisco Turull.

En este marco, incomparable visual y acústicamente, y al frente de la joven Academia CdM, se escuchó un programa todo él intensamente hermoso, significativamente titulado Pianto della madonna, con el gran innovador Claudio Monteverdi como eje motriz. Las voces e instrumentos de la Academia CdM -hermana menor de la Capella de Ministrers que fundara el propio Magraner en1987- encontraron el espacio acústico ideal para revelar minuciosamente una música que es siempre nueva y fascinante. Uno de los momentos cumbres del concierto se produjo con el “Pianto della Madonna” sobre el Lamento dell’Arianna, cuyo pentagrama fue compartido por tres voces diferentes, perfectamente identificadas en la línea unitaria que, discretamente sentado al pie del altar, marcaba Magraner. Fueron las sopranos Carmina Sánchez y Paula Mendoza, y la mezzo María Morellà. Las tres de cuidadas vocalidades, perfecta afinación y honda expresión.

Antes y después, los tenores Matías Álvarez y Mauro Cristelli, y el barítono Giorgio Celenza desgranaron las bellezas y emociones que atesoraba el extenso programa. Todos en sintonía y armonía con las calidades instrumentales de un conjunto contagiado de muchas de las cualidades de la veterana Capella de Ministrers. El silencio del público, que colmaba el aforo espaciado de las naves central y transversal, contribuyó a realzar el sortilegio de escuchar estas músicas en tan ideal lugar.

Un día después, el lunes, la jornada se centró en el universo íntimo pero popular de las vihuelas y laúdes. Como protagonistas al alimón, dos virtuosos bien reconocidos: el bonaerense Eduardo Egüez y el valenciano Robert Cases. Uno y otro surcaron un variopinto programa centrado en músicas del XVI con obras de, entre otros, Claudin de Sermisy, Joan Ambrosio Dalza, Luys Milán, Esteban Daça, Luys de Narváez, Vincenzo Galilei y el siempre grande Josquin des Prés. Todo quedó engrandecido por la acústica no menos maravillosa de la Iglesia de Sant Joan.

Dos relevantes y disímiles citas en forma de recitales deparó el martes. En la primera, la flautista alemana Silke Gwendolyn Schulze dejó a todos boquiabiertos con su derroche de virtuosismo sobre un variado arsenal de flautas, chirimías, dulzainas, tambor, triángulo… que utilizó para desplegar un programa en torno a las Cantigas de Alfonso X, y que ella envolvió de sentido popular y belleza interpretativa, explicando con detalle y simpatía las triquiñuelas y secretos de cada instrumento y obra. Como contrapunto, poco después, en la vecina Iglesia de Sant Joan, y ya bien entrada la noche, el clavecinista Claudio Astronio se despachó de un tirón y sin resquicios para nada un denso, extenso e ininterrumpido programa con obras de Andrea Gabrieli, Cabezón, Merula, Aguilera de Heredia, Rodrigues Coelho, Frescobaldi, Storace y el valenciano de Algemesí Joan Cabanilles. El silencio de la noche morellana y del público, se fusionó con la estupenda acústica y el virtuosismo sin tregua de Astronio para deparar momentos de poderoso calado sensorial.

Morella vive su festival y sus cursos de música antigua con naturalidad ancestral, como si existiera desde siempre. Sin sobresaltos ni alharacas. Forma parte de su paisaje físico y vital. Músicos y vecinos conviven tan armoniosamente como las músicas antiguas en las iglesias ideales. La creciente proyección nacional e internacional del festival -en fechas próximas se hermanará con un importante certamen francés- no amenaza sino redondea el día a día de un tranquilo paraíso que quiere seguir siendo y viviendo como es.

La construcción prevista de un parador de turismo, y los viaductos ya muy avanzados que pronto acercarán Morella a todos, plantean nuevos retos y perspectivas. Ojalá que las noches sigan siendo igual de estrelladas. Tan silenciosas y propicias como las maravillas que atesora, que no son solo sus iglesias, parroquias y castillo. También cualquier lugar o rampa. Incluso el ambulatorio de la Seguridad Social, probablemente el único asentado en un templo por el que debió de pasar el desamortizador Mendizábal. Morella, paraíso obligado. Justo Romero

Publicado en el diario Levante el 21 de julio de 2021.

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