Crítica: Cuarteto Seikilos en la Quincena, más que interesante
CUARTETO SEIKILOS
Más que interesante
Quincena Musical de San Sebastián
Fecha: 26-VIII-2021. Lugar: Claustro del Museo San Telmo. Programa: “La generación de los maestros”, con la Serenata Op 87 de Joaquín Turina, el Primer Movimiento del cuarteto nº 10 “Castellano” de Conrado del Campo, el Cuartetino sobre una danza popular montañesa de Julio Gómez, y el Cuarteto de cuerda en Fa mayor de Maurice Ravel. Intérprete:Cuarteto Seikilos, integrado por Iván Görnemann y Pablo Quintanilla (violines), Adrián Vázquez (viola) y Lorenzo Meseguer (violonchelo).
Ya que los componentes de este magnífico cuarteto de cuerda, lleva en nombre de Seikilos, parece oportuno (para evitar cualquier gracieta barata sobre el nombre de dicho conjunto) aclarar que el Epitafio de Seikilos constituye la composición musical completa, de autor anónimo, más antigua de la historia después del llamado Himno de culto hurrita de la antigua Mesopotamia -hacia 1230 a.C.-, y es parte de una columna de mármol que contiene una inscripción griega, encontrada en una localidad costera cercana a Éfeso.
Aclarado -con la brevedad que aconseja una crítica musical- el porqué de este nombre, bien merece entrar de lleno en el análisis interpretativo de este cuarteto de cuerda que se engloba dentro del programa “La generación de los maestros” a tres compositores español y a un francés, muy vinculado a la música española, en los que se concitan elementos importantes del llamado impresionismo musical que imperó, en importante medida, durante la primera mitad del siglo XX, siendo una tendencia artística que conformó diversos modos del arte (pintura, literatura, poesía, escultura y, como no la música).
Del sevillano Joaquín Turina Pérez, se interpretó, en primer lugar, su Serenata Op. 87, dedicada a su hijo Joaquíny escrita en 1934, sobre la que el propio compositor expresó que “la escribí en la playa de Suances (Santander), con objeto de que formase pareja con la Oración del torero, exactamente lo mismo que si se tratase de los candelabros o dos jarrones”. Los cuatro intérpretes, con magnífica implicación del violín 1º, dejaron bien a las claras la impronta que la luz de Híspalis que contiene esta partitura en sus escasos 11 minutos.
Qué tristeza concita que la inmensa obra del compositor madrileño Conrado del Campo y Zabaleta, esté en un ámbito poco habitual para su interpretación (casi en el “lugar del salón en el ángulo oscuro” cual escribió Bécquer), pero alegra el ánimo que el tetracordio humano de Seikilos, lo haya sacado a la luz con el hermoso Primer movimiento del cuarteto nº 10 “Castellano”, sobre el que desarrollaron toda la esencia compositiva del autor en un área que simboliza la inmensidad castellana como quedó demostrado en su Allegro Giusto “Campos dilatados, horizontes sin términos”, dejando flotar aromas musicales de esencia puramente machadiana.
De Julio Gómez García -también madrileño-, vio luz dos de los movimientos Scherzo y Danza Cortesana de su Cuartetino sobre una danza popular montañesa, en el que las veladuras armónicas, en plena lucha discordante o, a veces, opuestas, dejaron el regusto que transmiten los dispares trazos pictóricos de Santiago Rusiñol, donde su cromatismo rítmico hace añoranza de los geniales contrastes de luces en el bucolismo de su cuadro “Puente sobre e rio”, viniendo los colores oscuros del sonido del violonchelo, los matizados verdes del almíbar que presentó la viola, y el azul celeste, semi nublado, del juego bitonal de los dos violines. Deliciosa su forma de expresar el Scherzo.
De aquí al lado, en Cibure, se encuentra el suelo natal de quien fue, junto con sus compatriotas Gabriel Fauré y Claude Debussy, Joseph Maurice Ravel, quienes conformaron la trilogía fundamental del impresionismo musical francés, que, además, convivieron en la bohemia parisina con los principales pintores de ese estilo. De su obra Cuarteto de Cuerda en Fa mayor, el propio Ravel deja, bien a las claras, su idealización compositiva, al escribir que “Mi cuarteto en Fa mayor responde a un deseo de construcción musical que indudablemente está realizado inadecuadamente, que emerge mucho más claramente que mis composiciones precedentes”. Pues bien, esa ruptura de armonías es la que, con acierto y en modo muy interesante expuso el Cuarteto Seikilos, por la que recibieron unánime e inequívoca ovación por parte de todo el auditorio presente. Tal fue así que los cuatro músicos nos regalaron, como propina, un hermoso arreglo de la canción griega Misirlou, que formó parte de la banda musical de la película ‘Pulp Fiction’, en una adaptación creada, obviando la electrónica de las guitarras en favor de los instrumentos de cuerda frotada, por el cuarteto francés Quatuor Ébène. Manuel Cabrera.
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