MÚSICAS EN EL AIRE PURO DE A MARIÑA

Obras de Granados, Rodrigo, Bal y Gay, Tárrega y Albéniz. Pablo Sainz-Villegas, guitarra. Obras de di Lorenzo, Vivaldi, Arnold, Liszt, Puccini y Nagle. Quinteto de metales Hércules Brass. 23 y 24 de agosto de 2021. VIII Festival Bal y Gay.

Hemos asistido a las últimas manifestaciones de este joven festival, que gana año a año en calidad, coherencia y firmeza. En el primer concierto que queremos reseñar nos ha sorprendido muy gratamente la actuación del Quinteto de metales Hércules Brass, constituido por cinco radiantes y fogosos instrumentistas pertenecientes a las mejores formaciones sinfónicas galaicas y conectados en algún caso con el mundo de la enseñanza: Alejandro López Lamela y Víctor Manuel Vilariño Salgado (trompetas), Javier González Borrajo (trompa) y Rodrigo Rodríguez (tuba), que presentó con gracejo y donosura muy galaicas cada una de las obras. El trombón titular, Esteban Méndez Chaves, fue sustituido en esta ocasión por el más veterano miembro de la Orquesta Sinfónica de Galicia Jon Etterbeek.

Pablo Sáinz-Villegas

En el concierto celebrado al aire libre en el claustro del Monasterio de San Salvador de Vilanova de Lourenzá, dejaron muy claras sus virtudes: espléndida conjunción, precisión de ataque, brillante sonoridad, presteza en la resolución de intrincados pasajes, claridad combinatoria y variedad en los planteamientos estilísticos; algo esto último esencial dada la heterogeneidad del programa, que comenzó con las sandungueras imitaciones de “Go!” De Di Lorenzo, tocada con inusitada concisión.

La agilidad, la transparencia en los “fugati” y la limpieza de fraseo brillaron en el arreglo de Baldwin del “Concierto nº 11 RV565, op. 3” de “L’estro armonico” de Vivaldi, mientras que en el “Quinteto op. 73” de Arnold dejaron muy en evidencia la feliz construcción y la energía tan británica, con una severa “Chacona” bien delineada. Virtuosismo a raudales derrocharon luego en el arreglo de Luke de la famosa “Rapsodia húngara nº 1” de Liszt, bien servida rítmicamente y bien perfilada en sus meandros y aceleraciones. El arreglo de Mills del “Vals de Musetta” de “La bohéme” de Puccini, que incorpora los compases del fin del acto de la ópera, mostró la cadenciosidad de los músicos, que cerraron con “Jive for five” de Nagle y regalaron una brillante pieza jazzística.

Al día siguiente, en un marco muy distinto, el patio circular de la fábrica de Sargadelos, en Cervo, volvimos a encontrarnos con la expresiva guitarra de Pablo Sainz-Villegas, tan artista, emotivo, concentrado y reflexivo como siempre, que puso en evidencia de nuevo su depurada técnica, su toque preciso, su facilidad para regular exquisitas dinámicas y su dominio de la forma en un recital compuesto de piezas muy amadas por él y que van adquiriendo en cada nueva interpretación luces, reflejos y claroscuros de muy curiosa y sorprendente apariencia, siguiendo una progresiva e interiorizada estilización, aplicando soluciones dinámicas de rara exquisitez y recreándose en largos silencios, como los aplicados en la “Danza Española nº 5”, “Andaluza”, de Granados.

Sutileza extrema, especial acentuación de las disonancias, ecos de lo jondo en la tan interesante “Invocación y Danza, homenaje a Manuel de Falla” de Rodrigo; delicadísimos rasgueos, refinada exposición de la difusa melodía en la entrañable “Adelita” de Tárrega y sentido de la danza y finas coloraciones en la transcripción de las tres piezas de Albéniz: “Torre Bermeja”, “Mallorca” y “Asturias”. En medio una obrita de Bal y Gay muy bien traída para la ocasión, “Pastoral”, una a modo de danza cortesana dieciochesca escrita, como nos recuerda en sus concisas notas, Rafael Rodríguez, para Regino Sainz de la Maza. De propina, “Negra sombra” de Juan Montes y la imponente “Jota” de Tárrega. Arturo Reverter