¿Qué está sucediendo en el mundo cultural español?
Desde el Ministerio de Cultura se establecen políticas estalinistas según las cuales se intenta obligar a que el público escuche y los promotores programen aquello que dictan unas comisiones integradas por amigos del director de turno, sin que en algunos casos lleguen a cumplir con la obligación democrática de dar a conocer las actas de sus reuniones en las que se establecen tales normas, así como quienes asisten y las votan.
Se aparta a buenos gestores o artistas con la excusa de unas comisiones que han de designar por concurso tales cargos, pero aquellas comisiones están nombradas a dedo, procedimiento de lo más democrático.
Tanto estalinismo se ampara bajo unos llamados códigos de buenas prácticas que en la mayoría de los casos lo que esconden son malas formas y peor educación.
A río revuelto hay particulares que se erigen en árbitros de situaciones haciéndose, directamente o a través de consejos, con el poder de instituciones a base de malas artes, utilizándolas en su propio beneficio y llevándolas hacia el abismo.
Se cesan cargos o promueven ceses sin tener los oportunos recambios.
Importantes cargos de organizaciones de referencia se ven obligados a presentar renuncias ante el mal trato que reciben por parte de responsables de aquellas instituciones a las que, con mejor o peor criterio, han dedicado su esfuerzo con lealtad.
El Gobierno se divide pero Moncloa, que conoce la situación, no acaba de tomar medidas para frenar lo que es una auténtica bomba de relojería. Desde lo alto del Ministerio de Cultura se dice que Moncloa no tiene nada que decir en cuanto allí se hace pero, ¿acaso están de acuerdo la subsecretaría de cultura y algunos de los directores generales?
Los medios de comunicación apenas han empezado a reaccionar, pero ya van apareciendo comentarios y editoriales (Mundoclásico, Ritmo, etc) y las revistas especializadas se empezarán a sumar el próximo mes. Más vale que todos reaccionemos pronto, antes de que la cultura acabe como el sistema educativo: en la más absoluta inanición y teledirigido de forma estalinista
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