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Por Publicado el: 04/10/2021Categorías: En vivo

Crítica: Juanjo Mena dirige la Orquesta Nacional. Bien destilado Romanticismo

ORQUESTA NACIONAL DE ESPAÑA (J. MENA)

Bien destilado Romanticismo

Obras de Brahms y Schumann. James Ehnes, violín. Orquesta Nacional. Director: Juanjo Mena. Auditorio Nacional, 1 de octubre de 2021

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Concierto de la ONE junto a Juanjo Mena y James Ehnes

La Nacional sigue con su plan bien diseñado de dedicar parte de su programación a la literatura schumaniana. Le ha tocado el turno en esta ocasión a la “Sinfonía nº 4”, en su versión definitiva de 1851, que era la que Schumann prefería; en contra de lo que pensaban su mujer, Clara, y Brahms. Ya sabemos también que con posterioridad Mahler practicó una reorquestación e incluso, no mucho después, hizo lo propio Felix Weingartner.

El acercamiento de Mena ha sido de extracción plenamente romántica, lejos de la sequedad y fustigamiento de otros más habituales hoy en busca de una pretendida búsqueda de lo auténtico, y estuvo cuajado de detalles de buen gusto, tanto en el distendido fraseo, muelle y bien ligado, aplicando un controlado “rubato”, cuanto en la planificación general y en el impulso rítmico. Desde la misma introducción, “Ziemlich langsam”, todo estuvo perfilado con cuidado, con el balanceo adecuado y con las progresiones dinámicas justas y proporcionadas, con aliento y lirismo de buena cepa, aunque no pudieran evitarse ciertas borrosidades en la coda.

Muy cálida sonó la cuerda en la “Romanza”, que, como todos los movimientos, se une sin solución de continuidad al precedente, donde el concertino invitado, cuyo nombre desconocemos, tocó muy plausiblemente su caracoleante solo. Mucha agilidad en el “Scherzo” y adecuadas retenciones antes de la transición al “Finale”,Langsam-Lebhaft”, para preparar el majestuoso “crescendo”, paso a paso, escalón a escalón, con el diseño temático básico, hasta alcanzar el resplandeciente clímax y lanzarse por la pendiente del último tramo, dirigido y tocado con fogosidad, aunque sin perder los papeles, yendo de un pasaje a otro con naturalidad, a impulsos de una batuta elástica y orientadora, con solo pequeños momentos de emborronamiento, sobre todo en la urgente e imitativa coda. Buena prestación general de una orquesta con 62 músicos.

Respetuoso con el solista, puntilloso incluso a veces, no del todo logrado en los “tutti”, fue el acompañamiento en el “Concierto” de Brahms –músico hermanado con Schumann, como bien subraya en sus notas Teresa Cascudo– al buen violinista que es el canadiense James Ehnes, de quien recordamos hace unas temporadas una excelente interpretación del “Concierto” de Britten. Posee un sonido agradable e igual, delgado y afinado siempre, aunque de escaso relieve, de pequeño volumen, poco audible en los “forte”, aunque su timbre es de calidad y su mecanismo casi impecable, con bien impostadas dobles cuerdas. Se lució en la extensa cadencia y en los compases de cierre y se mostró aéreo y espiritual en el “Adagio”, sostenido por una magnífica madera. Ágil y ligero en el “Allegro giocoso”, donde la orquesta estuvo un tanto espesa. Regaló una estupenda ejecución del “Preludio” de la “Partita nº 3” de Bach. Arturo Reverter

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