Crítica: Parténope en Les Arts. A pecho descubierto
PARTÉNOPE (G. F. HÄNDEL)
A pecho descubierto
Parténope, de Georg Friedrich Händel. Dramma per musica en tres actos con libreto anónimo, adaptación de La Partenope, de Silvio Stampiglia. Versión semiescenificada. Reparto: Ana Vieira Leite (Partenope), Hugh Cutting (Arsace), Helen Charlston (Rosmira), Alberto Miguélez Rouco (Armindo), Jacob Lawrence (Emilio), Matthieu Walendzik (Ormonte). Dirección de escena: Sophie Daneman. Escenografía y vestuario: Jean-Luc Taillefert. Les Arts Florissants. Dirección musical: William Christie. Lugar: Palau de les Arts (Sala Principal). Entrada: Alrededor de 1.200 personas. Fecha: domingo, 24 octubre 2021.
Fiel siempre a sí mismo y a su inagotable universo de las músicas barrocas y clásicas, William Christie (Búfalo, Estados Unidos, 1944) es garantía de lo mejor. En esta ocasión, el veterano clavecinista y director franco estadounidense ha regresado al Palau de les Arts para emocionar y hacer gozar con una ópera tan fascinante como poco programada: Partenope, de Georg Friedrich Händel. Para ello, ha contado con la implicación de un reparto vocal joven y quizá insuperable para estos menesteres, y de sus fieles virtuosos de Les Arts Florissants. Unos y otros elevaron a las alturas la música de Händel para revivirla en una versión semiescenificada que ha marcado uno de los más justificados y rotundos éxitos sentidos en la Sala Principal del Palau de les Arts.
Todo resultó esencial en tan perfecta función. Ni una nota ni una palabra sobra en este redondo “dramma per musica” en tres actos estrenada en Londres, en el King’s Theatre, en 1730. Ni un cantante ni un solo instrumentista dejó de resultar imprescindible en una tarde que no olvidará ninguna de las cerca de 1.200 personas que tuvimos la fortuna de asistir. Tal fue el impacto de esta música y de sus ideales intérpretes, que actuaron envueltos en una escena precisa, clara y ágil de Sophie Daneman, articulada ante una mínima pero efectiva escenografía de Jean-Luc Taillefert. Cuando hay ingenio y conocimiento, bastan cuatro trapos, tres tarimas, dos dados, un ajedrez y poco más para impactar más que con una escena atiborrada de hojarasca, vanidad y grandilocuencia.
Trescientos años después de su estreno, Partenope se percibe con la frescura y vigencia de la verdadera obra de arte. Poco importa que el libreto, de autor desconocido, pero basado en la obra homónima de Silvio Stampiglia, tenga su puntito farragoso, razón por la que acaso Christie recortó -con tacto y prudencia- un total de seis arias (una del primer acto, dos del segundo y tres en el tercero) y bastantes recitativos. Con esta poda, el espectáculo se queda en dos horas y media, con entreacto incluido. Para los puristas, puede resultar excesivo. Pero el resultado y el pulso global del espectáculo agradece este medido aligeramiento en el que nada se echa en falta.
En el rol titular brilló la soprano portuguesa Ana Vieira Leite, cantante de medios tan generosos como su sensibilidad y maneras en el decir. Difícil imaginar una cantante más indicada que ella para encarnar a la mitológica y enamoradiza Reina Partenope. Cada aria, cada intervención, supuso un derroche de luminosidad vocal y naturalidad estilística. El contratenor inglés Hugh Cutting dio vida a un involucrado Arsace de alto voltaje vocal y expresivo. Sin duda, es uno de los grandes actuales en su particular registro, en el que se mueve con pulida frescura y claridad. Canta tan de verdad y tan a pecho descubierto como cuando se descamisa para retar al falso Eurimene y obligarle así a mostrar su pecho con senos y desvelar su verdadera personalidad femenina (Rosmira). El también contratenor coruñés Alberto Miguélez Rouco mantuvo el altísimo nivel del reparto con un Armindo cargado de fuste y solvencias. Como también la mezzo Helen Charlston en el doble papel de Rosmira y Eurimene, el tenor australiano Jacob Lawrence (Emilio) y el bajo francopolaco Matthieu Walendzik como Ormonte.
Les Arts Florissants y sus instrumentos de época suenan tan a gloria como cuando irrumpieron en el mundo de la música antigua, allá por 1979, de la mano de su fundador y perenne titular William Christie. Por sus atriles han pasado y pasan muchos de los grandes instrumentistas y nombres de la música antigua, como Christopher Rousset, el actual concertino Emmanuel Resche y tantos otros, algo que delata la excelencia y exigencia sin concesiones que ha marcado el hacer de William Christie durante estas cuatro fecundas décadas. A sus 76 años, no es solo uno de los máximos apóstoles händelianos de nuestro tiempo. Es, además, y, sobre todo, un artista tan leal a sus talentos como a las músicas que interpreta. Que siempre ha ido por derecho, tan a pecho descubierto como Arsace/Cutting en la efectiva invención dramática de Sophie Daneman. Justo Romero
Publicada el 27 de octubre en el diario Levante.
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