Crítica: Atlántida de Falla en Pamplona. En busca de las esencias
ATLÁNTIDA (M. FALLA)
En busca de las esencias
Falla: “Atlántida”. Versión camerística de David Gálvez. José Antonio López, Gemma Coma-Alabert, Marta Huarte. Rinaldo Zhok y Naiara Egaña, piano a cuatro manos. Salva Tarazona, percusiones. Carlos Díaz de Cerio, bailarín. Coral de Cámara de Pamplona. Dirección musical: David Gálvez. Dirección de escena: Tomás Muñoz. Auditorio del Museo de la Universidad de Navarra, 5 de marzo de 2022.
Tras la presentación hace unos meses en Cádiz de una versión reducida, se ha exhibido por fin en Pamplona la que recoge la totalidad del trabajo de David Gálvez sobre la partitura original de esta cantata escénica salida de las manos de un Falla dubitativo que no llegó a culminar el problemático proyecto, heredado por el discípulo Ernesto Halffter en el curso de un camino lleno de alternativas, dudas, vueltas atrás, retoques y variadas luces. Cercós apuntaba que las características del empeño acercaban a Falla a un monumentalismo que nunca había sentido.
Para dar cima a la obra Falla, como nos recordaba Yvan Nommick, acudió a numerosas fuentes: música de la antigüedad griega, música de los incas, música popular india, música popular catalana, música de oriente próximo, música japonesa, china e indochina, música de los siglos XIII y XIV, música española del siglo XVI… Ernesto Halffter recortó la composición y la podó de todas aquellas notas que él mismo consideraba que no eran estricta y radicalmente de su maestro; o que éste no las hubiera, quizá, dado por buenas; en particular muchas de las que afectan a la segunda parte del oratorio.
Es esta versión expurgada, presentada en Lucerna en 1976, la que ha utilizado básicamente Gálvez para su trabajo, en el que no han faltado correcciones y en la que se ha estrujado la partitura hasta dejarla en los huesos, en la pura esencia. Una labor espartana, minuciosa de un carácter ascético que sin duda habría convencido al dubitativo y finalmente poco resolutivo don Manuel; y que ha tenido una muy digna interpretación al mando del propio director de la Coral pamplonica, que ha sabido conjugar y concertar los elementos a su disposición, empezando por la pareja de diestros pianistas –en ocasiones solo uno- y el excelente percusionista, componentes de la extraña y a la postre sutil, eficaz y por momentos vigorosa base instrumental.
El stajanovista José Antonio López, barítono de una pieza, resonante, de tinte oscuro, de recia encarnadura, de canto sutil cuando al caso viene, dijo con austera expresividad y cálida entonación su parte como Corifeo y dio la imagen del Falla anciano con su bastón en ristre. A su lado la contra imagen del Falla niño de Leire Peralta. Contundente, entonada, con su característico vibrato Gema Coma-Alabert; y delicada, de suaves maneras, la Isabel de Marta Huarte, soprano dúctil, que dijo el “Sueño de Isabel” de manera exquisita, con el aire arcaico que se precisa. Las siete Pléyades –con una sustitución de última hora- estuvieron generalmente entonadas y ajustadas en su canto, tan próximo en el recuerdo al de las Muchachas Flor del “Parsifal” de Wagner.
En “Las Carabelas” y la “Salve”, en las imitaciones del la procesional “La noche suprema”, en los compases majestuosos de “El peregrino”, la Coral de Pamplona mostró la calidad de sus voces y la expresividad de su canto, tan cambiante, bien que no siempre el ajuste y la afinación fueran perfectos. Bien el bailarín Carlos Díaz en sus papeles mudos de Hércules y Colón; una de las muchas ideas salidas del magín de Tomás Muñoz, un director de escena de esos que le buscan las vueltas a casi todo. Aquí tenía ancho campo para lucirse y dar rienda suelta a su fértil imaginación: proyecciones, manejo de luces, ascética concentración, movimientos acompasados de la Coral y observación de las indicaciones del propio Falla contenidas en cartas y anotaciones de su propia mano.
Todo contribuyó la buena marcha general de la representación, que aún habrá de perfeccionarse en el futuro si hay ocasión para ello. Habrá que limar asperezas, buscar precisiones y conseguir un mayor encaje y seguridad de la mano de un Gálvez conocedor, de gesto expresivo y aglutinador, con o sin batuta. Teatro lleno y gran éxito de todos. Arturo Reverter
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