Crítica: Jordi Savall y Xavier Díaz-Latorre. El rayo que no cesa
Jordi Savall y Xavier Díaz-Latorre
XLIX Ciclo de Grandes Autores e Intérpretes de la Música
El rayo que no cesa
Obras de Ortiz, Sainte-Colombe, Sanz, Marais, Bach y otros. Jordi Savall (viola da gamba) y Xavier Díaz-Latorre (tiorba y guitarra). XLIX Ciclo de Grandes Autores e Intérpretes de la Música (UAM). 13 de marzo de 2022.
Se ha hablado y elogiado tanto a Jordi Savall desde estas páginas y desde tantas otras tribunas que uno tiene la sensación de repetirse y hacer los mismos comentarios durante las últimas dos décadas. Pero la reiteración no debe oscurecer el fondo del asunto: Savall, a sus ochenta y un años, volvió a interpretar un gran concierto con un repertorio que ha conseguido alojarse en el imaginario emocional del oyente de forma definitiva gracias, precisamente, a él. En formato más íntimo y bajo el sugerente título «Del tiempo y del instante», el músico de Igualada hilvanó un programa que miraba a la raíz danzable de una época en su primera parte y a la introspección más elevada en la segunda, acompañado a la tiorba y a la guitarra barroca por un providencial Xavier Díaz-Latorre.
El discurso musical de Savall se ha enriquecido en algunos aspectos a través de los años. Su repertorio hoy día se mueve más proponiendo los paisajes sonoros abiertos de sus programas, que suele complementar con otra vertiente donde el espíritu improvisador hace acto de presencia con sorprendente vitalidad. Las improvisaciones sobre los temas de Greensleeves, Canarios o la Guaracha sirven de ejemplo de una manera de entender la música más cercana al disfrute que al ejercicio intelectual. Con todo, fue en la segunda parte, con la presencia de Marais o Sainte-Colombe, donde todo el peso emocional de la música cogió su máxima altura, como ocurrió en Les pleurs, una obra que corre, como decía el poeta Juan Manuel Villalba, «a la velocidad del dolor».
Mención aparte merecen las intervenciones de Xavier Díaz-Latorre. A solo interpretó Jácaras y Canarios de Gaspar Sanz, y en la segunda parte la impagable Chaconne de la Suite en Sol Mayor de Robert de Visée. Aunque sea una pieza muy habitual en sus conciertos a dúo no deja de ser un despliegue de belleza y virtuosismo de primer orden. Con palabras de apoyo a Ucrania, el concierto terminó con un par de propinas extraídas de la veintena de partituras conservadas en el Codex Trujillo peruano, certificando ese espíritu inquieto que ha caracterizado a Savall y a su entorno, y que la edad parece no haber atemperado.
Se suele usar en estos días aquel conformismo inspirado de “lo que sucede, conviene”. Nada aplica mejor a lo que ocurrió en el escenario: la bella e íntima iluminación del concierto, con un par de lámparas de pantalla, no era una elección estética sino que estaba motivada por la avería de la luz cenital de la sala. Qué bien se improvisa en este país… Mario Muñoz Carrasco
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