La luz a través del caos

Mahler: “Sinfonía nº 3”. Orquesta y Coro de la RTVE, Coro Infantil Elena Peinado. Wiebke Lehmkuhl, mezzo. Director: Pablo González. Palacio Carlos V. Recital de órgano de Juan de la Rubia. Monasterio de San Jerónimo. Festival de Granada, 19 de junio de 2022.

Pablo González dirige la Orquesta y coro de RTVE y Wiebke Lehmkuhl © Festival de Granada | Fermín Rodríguez

A Pablo González le quedan pocas semanas como director titular de la Orquesta y Coro de la RTVE en cumplimiento de una poco explicable decisión del director gerente de los conjuntos, Manuel Ventero. El director ovetense ha realizado, según propios y extraños, una muy buena labor, tanto en el podio como en los diseños programadores, revelando pericia técnica e imaginación. Cualidades que hemos reconocido de nuevo en esta sesión nocturna granadina ante un Palacio de Carlos V a rebosar.

Su planteamiento de un miura como la “Tercera Sinfonía” de Mahler ha sido muy juicioso, buscando el equilibrio y mostrando los secretos internos de una composición aparentemente caótica pero que en el fondo tiene una estructura reconocible. Poca retórica e hinchazón, claridad de líneas, impulso natural, rítmica enjuta y bien resaltada, timbres espumosos y fraseo nada enfático. El mastodóntico primer movimiento, esa “Mañana de un día de verano”, se desarrolló muy ordenadamente. El “Tempo di menuetto” sonó despreocupado y resuelto. El “Scherzo” fluyó tranquilo con su solo interno de “posthorn” (magnífico Germán Asdensi).

El lied nocturno quedó bien pintado con un “tempo” mesurado y evocador y un buen trabajo de la mezzo germana Wiebke Lehmkuhl, de timbre penumbroso algo apagado, pero de expresión justa. Con ella colaboraron a satisfacción los niños y niñas del Coro infantil Elena Peinado en el angelical quinto movimiento. En el parsifaliano “Lo que me dice el amor”, remate majestuoso de la obra, todo fluyó mansamente en una proyección hacia la gloria bien planificada, con adecuada prestación orquestal no libre de algún que otro destemple. El coral de cierre sonó a los cuatro vientos de la Alhambra de manera gloriosa. No hay duda de que González conoce y entiende la composición y que ha penetrado en sus entresijos. Así supo verlo el público, que aplaudió a todos con entusiasmo.

Juan de la Rubia © Festival de Granada | Fermín Rodríguez

Los asistentes al concierto de órgano de la mañana en el Monasterio de San Jerónimo también quedaron complacidos de la labor de Juan de la Rubia ante los teclados del antiguo instrumento construido hacia 1620 por Gaspar Fernández de Prado y más tarde, con el paso de los años y de los siglos, reformado por unos y por otros y actualmente vigilado y mantenido en perfecto estado por Francisco Alonso. Sobre instrumento tan dócil y engrasado tocó con seguridad, aplomo, fantasía y elegancia Juan de la Rubia un programa caudaloso y comprometido.

Tras un inicio con una bien esculpida y ágil “Pavana” de Antonio de Cabezón el organista captó nuestra atención con un pausado “Ricercar” de Palestrina, una poderosa y ceremonial “Toccata” y un fantasioso “Apparatus musico-organisticus” de Muffat. Para continuar con un grave y solemne “Tiento de medio registro de dos tiples de segundo tono” de Correa de Arauxo, una “Corrente italiana” a toda pastilla con su parte danzable de Cabanilles y, como cimas, el “Preludio, Fuga y Postludio en Sol menor” y, particularmente, la “Partita sobre Wer nur den lieben Gott lässt walten”, ambas obras de Georg Böhm.

En esta última De la Rubia nos mostró su técnica y su imaginación. Las mismas que puso de manifiesto en los tres “Interludios improvisados” y en el “Final improvisado” con los que salpimentó el estupendo recital. En el último se lució parafraseando el tema de la Partita de Böhm. Se cerró la sesión con el regalo de las famosas “Diferencias sobre el canto del Caballero” de Cabezón. Arturo Reverter