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Por Publicado el: 04/08/2022Categorías: En vivo

Crítica: Las grandes galas de LittleÓpera Zamora

Las grandes galas de LittleÓpera Zamora

Sigue adelante LittleÓpera Zamora, esta original cita veraniega que, al cabo de siete años, ha adquirido ya carta de naturaleza y personalidad gracias al esfuerzo y tesón de su creadora, la soprano Conchi Moyano, que, con el patrocinio básico del Ayuntamiento de la ciudad, ha ido tejiendo unas bases programadoras apoyadas fundamentalmente en la búsqueda de literatura lírica de pequeño estuche, de nueva creación o sepultada en la noche de los tiempos. Los medios son demasiado escasos y se hacen milagros dignos de encomio. A la espera de que el pírrico presupuesto, de unos 70.000 euros, puede crecer. Sería justo y, desde luego, necesario si se quiere que este certamen continúe dando ejemplo.

Gala-lírica-LittleÓpera-Zamora

Gala lírica – LittleÓpera Zamora (c) J. L. F

Gala lírica, 29 de julio

Recital Nancy Fabiola Herrera, mezzo. Orquesta de Castilla y León. Director: Miquel Ortega.

Hemos podido asistir a tres de los eventos finales. El primero ha sido el recital de la mezzosoprano canaria Nancy Fabiola Herrera, que se ha mostrado en excelente estado de forma. La voz, la de una lírica con cuerpo, homogénea, bien emitida, con resonancias plenas, parcialmente nasales, pero redondas y asentadas, se mueve con gracia y flexibilidad casi sopranil. Ha ganado enteros el grave y el espectro general es más oscuro. La dicción es nítida y variada, el fraseo, elegante y conspicuo, la emoción, bien dosificada, a veces a flor de piel. Ofreció, al aire libre, en la Plaza de la Catedral, con la lógica amplificación deformadora y amputadora de armónicos, luchando con el imposible balance, un muy sustancioso programa. Destacamos la airosa exposición de “Per lui che adoro” de “La italiana en Argel” de Rossini, con agilidades bien resueltas, la gravedad de “O mio Fernando” de “La favorita” de Donizetti, con “cabaletta” exultante y un La agudo bien puesto, la “Seguidilla” de “Carmen” de Bizet, con bien labrados y sonoros mordentes, la sobria exposición del aria de Dalila de Saint-Saëns, a falta de una mayor densidad sonora, y un sorprendente “Condotta ell’era in ceppi” de “El trovador” de Verdi, en donde exhibió desparpajo en notas graves (La 2). Casi lo mejor fue una inesperada e intensa versión del aria de “Juana de Arco” de Chaikovski, dicha en un ruso ejemplar. Tuvo siempre el apoyo justo y pegado a su fraseo de la Orquesta de Castilla y León gobernada con seguridad, oficio y versatilidad por Miquel Ortega, que acusó también, lógicamente, los problemas de balance al aire libre. Dos buenos bises: una canción muy hermosa y cálida con texto de Lorca del propio director y la “Habanera” de “Carmen”.

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La vida secreta – LittleÓpera Zamora 22

Ópera – La vida secreta, 30 de julio

La vida secreta” de Nuno Côrte-Real. Conchi Moyano, soprano.

Al día siguiente, en el Teatro Ramos Carrión, pudimos escuchar y ver una ópera de cámara, coproducción del Festival y la Temporada portuguesa Darcos, titulada “La vida secreta”, con libreto de Martha Asunción Alonso y música de Nuno Côrte-Real, que nos expone los conturbados y surrealistas pensamientos de la esposa y musa de Salvador Dalí, Gala (Elena Ivávnova Diakonova) a través de una sesión de psicoanálisis en la que vamos escuchando una suerte de resumen de máximas, definiciones, un muy variado y excéntrico manantial de frases que pueden considerarse “las llaves maestras de las puertas sin retorno a las profundidades de la irrepetible conciencia daliniana”. Singular disposición que en lo oral tuvo el protagonismo de la buena voz en off de Jesús Ramos y de la espejeante, cristalina, delicada, maleable y coloreada, en directo, de la propia Conchi Moyano, una trascendida y obsesiva Gala, que ha de recorrer, al dictado de la partitura de Côrte-Real, un amplísimo territorio poblado de susurros, recitados de distinto signo, líneas de atractivo melodismo, saltos de octava y, pasajeramente, frases atenidas a un nada agresivo “sprechgesang”. La música es generalmente bien sonante, aunque no falten las disonancias; fluye tranquila a lo largo de un discurso en el que no falta el minimalismo, de un muy diverso cariz metronómico, aires de danza, ecos folklóricos, abundantes “pizzicati”, solos instrumentales muy jugosos. Una música bien destilada a lo largo de procesos de limpia alquimia, que deja escuchar pasajeramente y desde el principio algunos compases de la “Sonata Patética” de Beethoven, una suerte de guía espiritual. Puede que falte algo de vigor, de sustancia esencial, de latido profundo que sirva en mayor medida, con una intensidad y emocionalidad de más amplio rango, la curiosa historia. Para ella Carlos Antunes diseñó un mínimo espacio escénico en la que aparece una pantalla sobre la que se van proyectando constantes imágenes alusivas, una cama, un suelo de arena y un huevo, referencia fundamental en el proceloso universo daliniano. Espléndida la actuación del Ensemble Darcos, un quinteto magnífico dirigido finamente desde el teclado por Côrte-Real.

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La Araucana – LittleÓpera Zamora 22

Función infantil y recuperación de La Araucana, 31 de julio

La Araucana” de José Lidón, “La graciosa y el compositor” de Luis de Missón, tonadilla. Sonia de Munck, Juan de Dios Mateos, Anna Tonna y David Oller. Miembros Orquesta de Castilla y León. Director: Alberto Cubero.

El Festival se cerraba, después de jugosos encuentros preparatorios de estos conciertos y de una sesión infantil en torno al “Cascanueces” de Chaikovski, “ópera interactiva para niñas y niños”, con un programa doble que contenía la tonadilla “La graciosa y el compositor” de Luis de Missón y la ópera “La Araucana” de José de Lidón, al parecer la primera escrita en nuestro país en castellano, estrenada en 1792. Una obra importante titulada en principio “Glauca y Cariolano”, presentada en tiempos modernos años atrás con este título en San Petersburgo bajo la dirección musical de Alexis Soriano y revisada más tarde, a instancias del ICCMU que dirige hoy Álvaro Torrente, por el musicólogo Luis López. Se ha considerado pertinente cambiarle el título, que es ahora más pomposo, pero que realmente no refleja lo que cuenta la mínima anécdota de la conquista de América, que en esta producción ha sido reubicada por el director de escena Guillermo Amaya en los modernos tiempos que reinaba en España la conocida cultura quinqui. Con ello el asunto pierde dimensión histórica y gana en actualidad. La apuesta es discutible desde luego, aunque ello no afecta al texto y menos a la excelente música de Lidón, un verdadero trasunto mozartiano. La influencia del compositor salzburgués se percibe por todos los poros de la partitura; por líneas cantábiles; por estructura de las arias y conjuntos, por instrumentación y orquestación, con hermosos “obbligati” y diálogos instrumentales.

La escritura para las cuatro voces no es árida ni especialmente dificultosa, dado el limpio trazado. El director, Alberto Cubero, ha elevado en ocasiones hacia la octava superior algunos pasajes, que adquieren de este modo un mayor relieve. Desde el pequeño foso del Teatro Principal y con algunos músicos instalados en los palcos, hasta completar un conjunto más bien escaso de algo más de veinte, Cubero ha moldeado con sentido y conocimiento la obra. Hubo, es cierto, momentos en los que al afinación no fue intachable y el balance quedó perjudicado y la sonoridad no fue todo lo depurada que se podría desear, pero el conjunto funcionó en general; gracias también a la intervención de las cuatro voces solistas: la soprano lírico-ligera Sonia de Munck, limpia, grácil, emotiva, refinada; la mezzo lírica Anna Tonna, ajustada, musical, cambiante; el tenor Juan de Dios Mateos, de bruñido metal de lírico-ligero, bien asentado, con sonoridades nasales a veces muy presentes, y el barítono muy lírico -vecino al espectro de los llamados Martin- David Oller, seguro, caluroso, “brillante”. Él y Tonna nos ofrecieron como aperitivo la tonadilla de Misson, actuada con gracia y desparpajo. Arturo Reverter

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