Crítica: Grandes liturgias y organistas de París en la Quincena donostiarra
Sólido y de mucho peso
Fecha: 5.VIII-2022. Lugar: Catedral de ‘El Buen Pastor’. Programa: Obras de Eugène Gigout, Louis Vierne, Charles-Marie Widor y Marcel Dupré. Coro: Easo Abesbatza (director Gorka Miranda). Organistas: Ana Belén García y Óscar Candendo. Soprano: Ainhoa López de Muniain.
El evento -por cierto gratuito- ya tenía completos todos los asientos de los bancos corridos instalados en las tres naves del templo. Algunos (no muchos) con buen criterio, se llevaron sus sillas plegables para mayor comodidad. Y es que el programa ofrecido bien llamaba a una importante asistencia, dada la especificación bastante novedosa del programa presentado, muy desconocido para el gran público y la importancia de todos cuantos artistas participaron en el evento. Fueron dos horas en las que se hizo una exposición muy interesante sobre las nuevas tendencias de creatividad respecto al tránsito musical del siglo XVIII al siglo XIX, sobre el instrumento órgano de teclado, en el que el juego, a doblete instrumental (el pequeño del altar y el gran órgano del coro) establecieron una perfecto combinado armónico. Acompañantes por el Coro Easo y soprano solista, interpretaron obras de autores franceses del siglo XIX, aquellos que abrieron luces al siglo XX con la creatividad de nuevos recursos tonales y armónicos, en templos parisinos tan significativos como la catedral de Nôtre Dame, la iglesia de Saint Sulpice y la de Saint Agustín, ya que Francia, en el siglo XIX, fue el epicentro europeo donde brilló una nueva reacción compositiva sobre el instrumento órgano. El programa presentado era novedoso y contó con voces y músicos de primera línea, pese a que la faceta coral quedó un poco deslucida dada una limitada acústica. Los cantantes hicieron su trabajo, posicionados en las escaleras del amplio presbiterio, con un pobre efecto acústico de proyección sonora.
Abrió la velada la hermosa obra que son las Seis piezas para órgano, en gran coral dialogada, de Eugène Gigout (1844-1925), lo que ya predispuso al respetable, que llenaba el templo, a sumirse en la esperanza de escuchar un importante concierto. De Louis Vierne (1870-1937), casi ciego por cataratas en la primera infancia, alumno de César Frank y titular de la catedral de Nôtre Dame, se ofreció la Messe Solennelle Op. 18, en la que el coro easonense tuvo su momento de mayor belleza expresiva en el canto del Benedictus, dejando llegar la precisión elegante de sus voces y su equilibrada afinación a todos los rincones del templo.
Tronante y poderoso estuvo el maestro Candendo en la interpretación del tiempo Moderato perteneciente a la ‘Sinfonía Gótica Op.70’ de Charles-Marie Widor (1844-1937), escrita para la Navidad de 1895, en la que el citado intérprete realizó un verdadero ballet de pies sobre el gran pedalero, sacando una tronante gama de colores al magnífico instrumento que está ubicado en el coro catedralicio.
Puso cierre al concierto -extenso y de muy agradecer- la interpretación de tres obras del gran Marcel Dupré (1886-1971), con tres composiciones que llevaron el sello inequívoco de gran compositor francés, nacido en Ruan, recibiendo de su padre el regalo de un órgano -tamaño mediano-, para celebrar sus 14 cumpleaños, construido, ni más ni menos, que por el gran Aristide Cavaillè-Coll. En el concierto que aquí se valora, sobre las obras presentadas del compositor Dupré, se inició con la interpretación, por parte de la organista Ana Belén García, de Dos Corales, Op. 59, en la que la intérprete mostró la finura de sus maneras expresivas a través de la limpieza en sus pulsiones sobre el teclado. Este juicio es de primera mano pues los ojos y los oídos de quien ahora escribe así lo valoraron, principalmente en la última coral Liebster Immanuel, Herzog der Frommen. La misma organista se mostró poderosa con la compleja obra que es Sinfonía-Pasión OP.32, titulada ‘Le Monde dans l’attente de Sauveur’. En la interpretación de la obra final que cerró el concierto, también de la autoría de Dupré, el coro Easo Abesbatza, se implicó hasta las cachas en la obra titulada Cuatro Motetes, Op. 9 haciendo gala de su perfecta afinación y acople de cuerdas vocales, en cada uno de ellos, resaltando el Tantum Ergo (con Óscar Candendo ante el órgano sito en el presbiterio), mientras la soprano Ainhoa López de Muniain, nos regaló un preciosista Ave María cantando desde el coro, con una proyección de voz limpia, emitiendo con elegancia, mediante el debido ajuste y riqueza en armónicos. Manuel Cabrera
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