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Por Publicado el: 14/02/2023Categorías: En vivo

Crítica: Juanjo Mena y Kari Kriikku con la Orquesta Nacional

Visita del septentrión

Obras de Grieg, Saariaho y Elgar. Kari Kriikku, clarinete. Juanjo Mena, director. Orquesta Nacional. Ciclo Sinfonico 11. Auditorio Nacional, 10 de noviembre de 2023.

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Juanjo Mena y Kari Kriikku ONE

Juanjo Mena actúa mucho en Madrid y en los más diversos frentes, lo que nos parece muy bien, pues es uno de los directores más sólidos, firmes, enterados y aplicados de nuestro panorama. Se mueve en todos los frentes y sirve un repertorio muy amplio. En estos últimos meses lo hemos podido ver en el Real, en el Auditorio Nacional y en el Monumental en el foso del Real y los podios de la Sinfónica, la RTVE y la Nacional. Ha vuelto ahora con esta última formación para enfrentarse a un programa muy interesante, norteño y, en parte, novedoso, rematado por la “Sinfonía nº 1” de Elgar.

Se trata de una monumental partitura, estrenada en 1908, que presenta un extraordinaria unidad temática y un saludable optimismo, una gran energía y una gran amplitud. Hay en ella, sin duda, bastantes cosas heredadas de la tradición germana y aparece inmersa en un romanticismo muy inglés, un tanto demodée, pero contagioso. Pocas batutas hispanas como la de Mena tan aptas para llevar a cabo una interpretación adecuada de esta música, que pudo mamar muy directamente durante su estancia en Inglaterra al frente de la BBC Philharmonic, que dirigió a lo largo de siete temporadas, de 2011 a 2018.

El maestro vitoriano nos reveló, en efecto, su dominio de estos pentagramas, que sabe ordenar, planificar y frasear, sin caer en retóricas superpuestas. El pausado tema del comienzo fue elevado al final en todo su esplendor tras un trabajo temático, rítmico y fraseológico bien acabado, solo con algunas de las numerosas peroraciones pasajeramente emborronadas, como en el desarrollo del primer movimiento. Pero todo fue fluido y lógico; y no poco apasionado. Bien trabajado el complejo tejido del “Allegro molto”. Muelle expresión la obtenida en el “Adagio”, bien cantado, con excelentes intervenciones solitas, como la del clarinete Pérez Piquer. Lo ominoso que tiene la danza lenta del último movimiento fue bien resaltado; lo mismo que las constante variaciones temáticas del “Allegro” postrero.

Buen trabajo de la Nacional, que se esmeró en la difícil y a su modo encantadora, tanto como excesivamente larga y repetitiva, obra de Kaija Saariaho (1952), una de las creadora más dotadas, originales y sabias del panorama actual. D’om le vrai sens (El verdadero sentido del hombre) es una composición nacida tras la contemplación de una serie de tapices renacentistas alegóricos llamada La dama y el unicornio. Seis de esa alegorías tomaron cuerpo en 2010 en forma de Concierto para clarinete. Mario Muñoz Carrasco nos ilustra muy cumplidamente en sus notas al programa acerca de la obra. Los seis tapices se recrean en seis visiones tituladas respectivamente El oído, La vista, El olfato, El tacto, El gusto y, como apéndice libre, Solo según mi deseo.

La composición, que se extiende a lo largo de 30 minutos y se desarrolla a oscuras, con la única luz de los atriles, se hace bastante morosa ante la repetición permanente de efectos tímbricos, de ostinati y evocaciones en torno a una suerte de continuo recitativo del clarinete, que ha de defender una escritura virtuosa poblada de trinos, de saltos interválicos, de sorprendentes giros suponemos que inspirados por la contemplación de las escenas alegóricas. Nada hay en la escritura que nos haga recordar ni las imágenes ni las sensaciones. El unicornio (clarinete) es el emblema de la pureza y fue tocado magníficamente por Kriikku, que adopta, según el “tapiz”, una actitud física diferente en un constante deambular entre los atriles.

Al comenzar la interpretación, que mereció nuestros plácemes, Mena detuvo la orquesta. Al parecer había sonado un móvil y no se había podido establecer la conexión con el clarinetista, que ha de penetrar en la sala desde el exterior. Todo se desarrolló sin problemas después. Antes escuchamos una delicada transcripción de dos muy bellas “Melodías elegíacas op. 34” de Grieg. Arturo Reverter

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