Crítica: Anne-Sophie Mutter en el Teatre Principal de Valencia
Orfidal
Temporada de abono del Palau de la Música. Obras de Beethoven, Currier, Clara Schumann y Brahms. Anne-Sophie Mutter (violín), Maximilian Hornung (violonchelo), Lambert Orkis (piano). Lugar: València, Teatre Principal. Entrada: Alrededor de 750 personas. Fecha: Martes, 23 abril 2023.
Artista grande cargada de vivencias y sapiencias, admirada y aplaudida por todos, Anne-Sophie Mutter (1963) recaló el martes en la temporada de abono del Palau de la Música para liderar en el Teatre Principal una velada camerística inteligente y bien armada, cuya primera parte combinaba el Trío “Fantasma” de Beethoven con su derivado Fantasma trío para trío con piano, pieza que el estadounidense Sebastian Currier (1959) compuso expresamente para la diva del violín en 2018. La plenitud de la Mutter encontró perfecto complemento en el piano veterano y amigo de Lambert Orkis (1946) y el violonchelo no menos excepcional pero algo inadvertido de Maximilian Hornung (1986).
La Mutter toca tan estupendamente como siempre. La chiquilla que con trece años deslumbró al mundo cuando Karajan la apadrinó e invitó a tocar con la Filarmónica de Berlín; “la violinista perfecta que forma parte de la cantera de los artistas supremos, como Karajan o Larrocha”, al decir de su ex-marido André Previn, es hoy, cuando roza la sesentena -el próximo 29 de junio-, una artista en plenitud empeñada en revelar en su real pureza las claves y prodigios de cada partitura. Busca la expresión genuina más que lucir su virtuosismo discreto; la fidelidad y el temple más que la pasión, y menos el arrebato.
De ahí quizá que el Brahms apasionado y vehemente de la Tercera sonata para violín y piano no encontrara la incandescencia y fogosidad que en tantos momentos reclaman los movimientos extremos de la partitura. Atendió con veneración la taxativa indicación de “piano” que abre el Allegro inicial, como también la indicación “sotto voce ma espressivo”. Fue un comienzo calmo y perfectamente calibrado, pero que se antojó demasiado omnipresente en toda la versión, cuya densidad -¡la densidad brahmsiana!- apenas se percibió en las cuerdas del violín, quizá también por la acústica enmudecedora del Teatre Principal, subsanada parcialmente por la nueva concha acústica, pero aún adversa particularmente para los instrumentos de arco, y más aún para una manera de tocar del calibre, precisión y exigencias de la alemana. El cielo se rozó en los quietos y lentos compases del meditativo Adagio -“una de las más efusivas ensoñaciones surgidas de la pluma y del corazón de Brahms”, al decir del poeta José Bruyr– y en el sincopado “Poco presto e con sentimento”, donde el énfasis del violín encontró su horma en el pulso intenso y decidido del piano maestro de Orkis.
Antes Mutter y Orkis interpretaron las bonitas y cuidadosamente escritas Tres romanzas para violín de Clara Schumann, que quedaron ensombrecidas enmarcadas entre la genialidad y dominio creativo de Beethoven y Brahms. En la primera parte, junto con el lujo del violonchelo de Maximilian Hornung -demasiado metido en su papel de “segundo” de la Mutter-, los tres plantearon una versión tan templada como perfecta y razonable del Trío Fantasma de Beethoven, sobre la que Currier escribe, como formidable estrambote, las nueve miniaturas de su Fantasma trío para trío con piano. Se trata de un ingenioso juego de reflejos, sugerencias y derivaciones. “Fantasmas del pasado que cobran nueva vida aquí y ahora”, como anota el programa de mano.
Versiones y concierto excepcionales en cualquier caso, a pesar de sentirse teñidas, sea por la acústica, por cosas del momento, criterio o vaya usted a saber, como de una pátina de Orfidal. Dos propinas de John Williams para agradar y dar vidilla –Nice To Be Around; La Lista De Schindler– cerraron el éxito de la templada noche. Afuera casi llovía y, la verdad, apetecía dormir. Justo Romero
Publicada el 25 de mayo en el diario Levante
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