Crítica: Vivid Consort en la Quincena donostiarra
En verdad interesante
Fecha: 27-VIII-2023. Lugar: Claustro de la Abadía de San Telmo, San Sebastián. Intérprete: Vivid Consort: Cristina Gnigler, Sheng-Fang Chiu, Lorina Vallaster (voces y flautas). Programa: “Sundrie”, con obras de compositores de los siglos XIV, XV y XVI.
A pesar de la inadecuada acústica y la limitada amplificación artificial de la voz de la austriaca Vallaster, a la hora de ir desgranando, en breves explicaciones, el prolífico programa presentado por Vivid Consort, que resultó más que interesante dado que se enmarcaba con compositores no muy conocidos, generalmente, que abrieron puertas en la música del medievo hasta la plenitud renacentista.
Ha de destacarse el mérito en la conformación del concierto ofrecido, integrando en el mismo a 3 compositores medievales italianos (Antonello da Caserta, Matteo da Perugia y Lorenzo de Firenze), a 8 renacentistas ingleses (Anhony Holburne, Antoine Brumel, Enrique VIII, Thomas Weelkes, Thomas Morley, William Cornysh, Richard Mico y Orlando Gibbons) y un irlandés (John Dowland), en un acertado trabajo de traslación musical, desde composiciones creadas para ser interpretadas a laúd o al órgano, mayormente, pasándolas hacia los instrumentos de boca de la época.
Las tres mujeres integrantes de Vivid Consort, desde su trabajo englobado en el título de Sundrie (‘Artículos varios’, en traducción literal) mostraron el dominio de los instrumentos empleados, como la flauta dulce o de pico, pasando por la flauta de pan medieval, la flauta d’amore o soprano, la flauta alto, hasta llegar al bajón renacentista, elegantemente dominado por Chiu. En el terreno canoro la cuestión bajó importantes enteros dado que tanto la pervívete acústica mediocre, como la textura fonal de la vienesa Gnigler -principal voz- que rondó una impostación frecuentemente impropia con notorias, pese a ligeras, quebraduras en la emisión. Este concierto, en un espacio más reducido y cerrado (en la concepción de salón de corte renacentista) hubiere creado un ambiente más propicio para el gozo, ya que los estilos de madrigal, de pavana inglesa, de balada o del ars subtilior italiano, no pudieron ser valorados como se debería.
Fueron dieciséis las obras musicales interpretadas de las que, al autor de estas líneas, merecieron especial realce Ah Robin, gentle Robin, de Cornysh, por la elegancia en la construcción del mutante hexacordo, y la balada de Antonello da Caserta titulada Amour m’a le coeur en tel martire. Manuel Cabrera
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