Fallece Eduardo Rincón, peculiar personalidad
Eduardo Rincón, tan peculiar persona como compositor, falleció a los 98 años en su casa de Torroella de Montgri. Había nacido en Santander (1924) y emigró con su familia a Francia a finales del verano de 1936, cuando empezó la guerra civil. Separado más tarde de su familia fue internado en una escuela para niños refugiados en Dijon. Regresó a España a principios de 1939. Trabajó como electricista hasta 1959, pero en el otoño de 1939, justo al empezar la Segunda Guerra Mundial, fue detenido por la Brigada Político Social. Conoció al poeta José del Hierro en la comisaría y ambos fueron trasladados a la Prisión Provincial de Santander, para pasar luego al madrileño Convento de la Comendadoras. En este periodo conoció al maestro Galdona que le amplió las inquietudes musicales que ya le había despertado su hermana al piano y más tarde recibió clases de armonía de Don Cándido Alegría, compositor y organista de la Catedral de Santander. Una vez libre se estableció en Madrid, se afilió al Partido Comunista y aprendió a tocar el piano y a estudiar solfeo con los libros de su hermana.
Empezó a escribir obras que no le satisficieron mientras vivía de la electricidad. Se caso en 1947 con Carmen Velez. Perseguido por el régimen, el matrimonio se refugió en Francia. Allí recibió lecciones de contrapunto y orquestación del compositor Jean Wiener. Partícipe en la huelgas de 1960 fue detenido y condenado a 15 años. En las prisiones de Oviedo y Burgos continuó con los estudios musicales. Salió de la cárcel en 1965 para volver a ser detenido en 1968, aunque por breve tiempo. Desilusionado con el partido, lo abandonó en 1976, justo en el periodo en que mantuve un estrecho contacto diario con él, que trabajaba como traductor de francés y técnico editorial en Altea, Taurus y Alfaguara, empresas del grupo Timón de Jesús Polanco, donde yo ejercía de director financiero. Era un personaje muy especial, vehemente y malhumorado a veces, enfrentado continuamente a la también desaparecida Flora Peña y más amigo de Miguel Azaola y de mí, quienes templábamos gaitas. Con Dionisio Ridruejo hijo, que trabajaba con nosotros, formamos un grupo peculiar y nunca se me olvidará la emisión de radio ficticia que creamos el día de la muerte de Franco, con la que engañamos al que más tarde se conocería como Jesús del gran poder y el cabreo que se agarró al sentir que le habíamos tomado el pelo teniéndole durante horas atento a aquella falsa emisión en el cuarto de los dibujantes. ¡Sois unos cabrones!
Desde 1992 fue crítico musical del Festival Internacional de Música de Torroella de Montgrí. Contrajo matrimonio con Dolça, una vez fallecida Carmen, viviendo feliz en Torroella de Montgrí, donde compuso una buena cantidad de partituras: una primera sinfonía sobre poemas de José Hierro, después destruida; una segunda de carácter homérico aún inédita, una de cámara para instrumentos de cuerda, que fue estrenada por solistas de la Filarmónica de Praga, versión del primer cuarteto de cuerda, escrito en el Penal de Burgos en el año 1963 y dedicado a todos los fusilados en las cárceles del franquismo, muchos de los cuales fueron compañeros con los que convivió algún tiempo. Y así hasta seis sinfonías. La de Cámara n.2 de 1991, encargo del Festival Internacional de Torroella de Montgrí. estrenada por la Orquesta de Cámara del Teatro Lliure de Barcelona y dirigida por Josep Pons; la de Cámara n.3, de 1992, dada a conocer en el Teatro Monumental por solistas de la RTVE dirigidos por José Ramón Encinar; La “Sinfonía Nº 4″ (Sinfonía bíblica) de 2005, encargo del Festival de Cuenca, estrenada con E. Grajera y J. López y la OCNE dirigidos por Josep Pons; La “Sinfonía Nº 5″ (El Noveno Día de la Creación) de 2008, vio la luz en Torroella de Montgrí y en el Festival Pau Casals de Vendrell; La “Sinfonía Nº 6″ (Sinfonía Cántabra) de 2009, estrenada en San Petersburgo y más tarde en el Festival de Santander. Y otras muchas partituras: “Escenas matritenses”, “Doble quinteto para cuerda y viento”, “Tres paisajes vascos”, “Conversaciones entre don Quijote y Sancho”, once cuartetos de cuerda, las óperas inéditas “Electra”, “Macbeth” y otras varias, empleando el atonalismo, dodecafonismo, serialismo y técnicas muy eclécticas en las que interviene el dodecafonismo en series totales o parciales, las escalas pentatónicas y otras formas modales, etc. buscando una expresión siempre personal. Un catálogo enorme de una persona muy peculiar, autodidacta, enormemente trabajadora y a quien tendré siempre en el recuerdo, aunque haga años que no nos veíamos. Gonzalo Alonso
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