George Benjamin: “Conocer a Messiaen fue tan impactante para mí que parece que tuvo lugar en otra dimensión de la existencia”
La Royal Opera House acoge el estreno inglés de ‘Picture a Day Like This’ de George Benjamin, la cuarta escrita junto al dramaturgo Martin Crimp
En una entrevista con Charlotte Higgins para The Guardian, el compositor George Benjamin define su relación con el dramaturgo Martin Crimp como “una corriente eléctrica que me sienta a escribir”. Ambos creadores comenzaron a colaborar en 2006 con la ópera Into the Little Hill y en la década siguiente vieron su estreno Written on Skin y Lessons in Love and Violence.
En julio vio la luz su cuarto título, Picture a day like this, en el Festival d’Aix-en-Provence, entidad que coproduce, junto a la Opéra national du Rhin, la Opéra Comique, Les Théâtres de la Ville de Luxembourg, Oper Köln, el Teatro di San Carlo y la Royal Opera House, el encargo de esta obra. Ahora, esta última alberga la presentación ante el público inglés con 12 funciones hasta el 10 de octubre.
Desde su primera producción, Benjamin y Crimp mantienen el mismo ritual: “el texto llega siempre a través del correo; es una mezcla de teatralidad y formalidad”, explica el compositor. “Trato el manuscrito como un objeto sagrado”, continúa, “para mí es muy útil tener algo que no me permita perder el tiempo. De otra manera, mi imaginación se saldría de su cauce: demasiado donde elegir, demasiada libertad”, confiesa. Entonces comienza la etapa de escritura, para la que se recluye en su ático y solo se permite salir para dar algún paseo puntual y dirigir conciertos.
El encuentro con Crimp se produjo cuando Benjamin había perdido ya la esperanza en poder colaborar con un escritor: “después de intentos fallidos con cerca de 80 autores en 25 años, conocer a Crimp transformó mi vida”. Esta emoción tiene un precedente: la visita a Olivier Messiaen en París a los 16 años. Su entonces profesor, Peter Gellhorn, lo acompañó en su audición frente al compositor francés, que lo recibió, recuerda, “con una sonrisa amable. Toqué ante él mis composiciones y accedió a acogerme como alumno. Fue un momento de transfiguración para mí”.
“Cuando me preguntan qué aprendí de Messiaen”, concluye, “podría resumirlo en ser capaz de discernir la sencillez y gentileza. Por supuesto la técnica, las normas, la destreza al más alto nivel, pero también su permanente y obsesiva concentración en el imperativo de escuchar todo lo que se escribe. Cada nota, ritmo, dinámica, timbre. Debe poder imaginarse todo en el oído interno. Ahí radica el trabajo del compositor”.
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