Crítica: ‘L’elisir d’amore’ en Granada
Donizetti regresa a Granada
Donizetti: L’elisir d’amore. Sofía Esparza, Juan de Dios Mateos, Pablo Gálvez, Diego Savini, Teresa Villena. Coro de Ópera de Granada. Coro Infantil de Juventudes Musicales de Granada. Orquesta Filarmonía de Granada. Dirección de escena: Tete Cobo. Dirección musical: Alessandro Palumbo. Teatro Isabel la Católica de Granada. Domingo, 28 de enero de 2024.
Sorprende la escasa presencia de la ópera en la ciudad de Granada, sobre todo cuando es ya bien conocida, a través de las investigaciones de José Antonio Oliver, la rica e intensa historia de la ópera en Granada desde el siglo XVIII. No vale como excusa la poca dotación de espacios escénicos y a esta representación de L’elisir d’amore me remito como prueba, pues se ha demostrado que el Teatro Isabel la Católica posee medios técnicos suficientes para programar ópera. Por ello aplaudimos desde aquí la valiente iniciativa de Juventudes Musicales de Granada para montar un espectáculo de gran calidad musical que ha suscitado el entusiasmo de los aficionados granadinos. Sugerimos para próximas iniciativas como ésta la recuperación de la “trilogía granadina” de Donizetti, formada por Alahor in Granata, Zoraida di Granata y Elvida, pues pocas ciudades pueden presumir de tener tres óperas nacidas de la mano del genio de Bérgamo.
Con buen sentido, Juventudes Musicales de Granada ha optado por hacer un mayor esfuerzo en el terreno musical que en el escénico. La dirección de escena de Tete Cobo es más que sencilla, sin apenas nada de attrezzo (unas sillas, unas telas que bajaban y subían y unas proyecciones de video juegos antiguos) y ambientada en la estética de los años ochenta, con vestuario de José A. Riazzo lleno de colores brillantes y contrastantes. El movimiento de actores estuvo bien cuidado, con sentido de la acción teatral.
En lo musical, fue todo un acierto contar como director con Alessandro Palumbo, un joven maestro que muestra conocer en profundidad los registros esenciales de la dramaturgia musical belcantista. Sus tempi fueron siempre animados, con ritmos bien marcados, sin languidez, en plena sintonía con el desarrollo de la acción. Concertó a la perfección con las voces, sin que apenas se notase algún pequeño desfase con el numeroso coro al final del segundo acto. Acompañó a la voces solistas con mucha atención, respirando con ellas desde el foso. Además, hizo que la Orquesta Filarmonía Granada sonase con notable empaste y calidad, sobre todo en las secciones de viento, pues en los violines se apreciaron sonidos poco conjuntados en los pasajes más lentos. Aplausos también para el Coro de Ópera de Granada y el Coro Infantil de Juventudes Musicales de Granada, dirigidos por Pablo Guerrero y Pedro Hernández, respectivamente.
Juan de Dios Mateos comenzó algo tirante y rígido en “Quanto è bella”, con la voz sin encontrar la posición adecuada. Pero poco a poco fue centrándose en su papel y salió a relucir una voz de tenor lírico-ligero de apreciable volumen y de un timbre algo palatal, pero con brillo en la zona superior. Fraseó de manera exquisita, con una bella línea de canto que le hizo firmar “Una furtiva lagrima” llena de acentuaciones y regulaciones, delicada y poética. Como Adina, Sofía Esparza fue un volcán de expresividad, con una voz potente, brillante, con squillo en la zona del agudo. Dominó tanto el terreno de la coloratura como el de la morbidez de la línea de canto, como quedó patente en un bellísimo “Prendi, per me sei libero”, fraseado con delicadeza, a flor de labios. Como Belcore, Pablo Gálvez derrochó altivez y fanfarronería, con una buena voz y una dicción cargada de humor. El Dulcamara de Diego Savini estuvo en la estela de los grandes bajos bufos italianos: voz poderosa, articulación clara, perfecta proyección, fraseo muy teatral y dominio del canto sillabato. Por último, Teresa Villena prestó su voz ligera pero resonante para una divertida Gianetta.
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