Critica: Entre lo grácil y lo afirmativo en la OCNE
ENTRE LO GRÁCIL Y LO AFIRMATIVO EN LA OCNE
Obras de Bazewicz, Chaikovski y Dvorák. Bomsori, violín. Orquesta Nacional. Director: Krzysztof Urbanski. Auditorio Nacional, 16 de febrero de 2024.
El polaco Krzysztof Urbanski visita desde hace algunos años con cierta frecuencia el podio de la Nacional. El suyo es un gesto claro y armonioso, acogedor, de brazos de compás abierto, de dibujo elegante, y vigoroso. Parece que los músicos del conjunto tocan a gusto con él. Marca con presteza y claridad, dibuja anacrusas con entusiasmo y se maneja con seguridad. Pudimos corroborar todo ello en esta nueva ocasión en la que se enfrentaba a una partitura de gran línea, bien construida, provista de un lirismo de altos vuelos y tocada de bienhechores ecos del folklore checo como la frondosa “Sinfonía nº 7” de Dvoräk.
El director atiende diligentemente a todas las familias del conjunto a partir de un constante trasiego en el podio, girándose a izquierda y a derecha, dando entradas y salidas con curioso garbo y especial relieve a la cuerda de violines segundos. La versión tuvo delicadeza expositiva en su discreto inicio y fuerza y calor en los distintos clímax. Acentuación muy propia y estupenda brega de la cuerda grave en el rumoroso inicio. Los ecos brahmsianos se apreciaron de continuo. El caudal melódico del “Poco adagio”, esculpido con finura, bien compensado y fraseado, evidenció la inspiración del compositor. Los acentos populares nos movieron del asiento en el impetuoso “furiant” del Scherzo, aun así no exento de sombras en el trío. La batuta no dejó de exaltar el canto en el robusto “Finale” y de procurar la mayor claridad, no siempre conseguida, en los pasajes más contrapuntísticos.
La tuvo, no la estatura sino el arte de la violinista surcoreana Bomsori (1989), que tañe un Guarnerius del Gesù de 1725, manejado con una soltura, una imaginación, una afinación y una gracia singulares, que nos brindó una versión del “Concierto” de Chaikovski llena de fantasía. Es cierto que el caudal sonoro, dotado de extraña dulzura, es pequeño y que en los sobreagudos casi se pierde, pero no lo es menos que su arco es ágil, expresivo, suelto, con admirable uso del “spiccato” y que frasea con una claridad y una elegancia magníficas y un dominio muy claro de las dinámicas. Su primera intervención puso de manifiesto el buen control de las dobles cuerdas y los trinos.
Urbanski y la Nacional acompañaron con discreción y justeza y dejaron que en la “Canzonetta” la joven casi volara angelicalmente y que se extasiara en su discurso con abundantes retenciones del “tempo”. Algo también acusado en el “Allegro vivacissimo” final, abundante en contrastes y en virtuosismos. Buen despliegue de efectos y lógico triunfo. Aplausos de un público que ya había mostrado su reconocimiento tras el “Allegro moderato” inicial. La menuda joven nos regaló una pieza virtuosa, una suerte de alada danza con variaciones.
El concierto se había abierto con un “Scherzo” de la polaca Grazyna Bacewicz (1909-1969). Una pieza pianística orquestada con conocimiento y salero por el propio Urbanski. Música breve, chispeante, jocosa, alegre y olvidable. Amenas y didácticas notas al programa de Juan Manuel Viana (que es, dicho sea de paso, el que transmite los conciertos del domingo de la ONE por Radio Clásica). Arturo Reverter
La violinista Bonsori atrapó al público tras iniciar el Concierto con una finura y afinación exquisita
Se puso de manifiesto tras un cálido reconocimiento al finalizar el primer tiempo, algo totalmente inusual.
El director , la orquesta y esa buena interpretación de trinos y dobles cuerdas
hicieron posible unos aplausos a destiempo pero llenos de pasión por la música y ella clímax que entre todos lograron crear.
Enhorabuena, la música brilló y estuvo a la altura de un público entregado que abarrotaba el Auditorio Nacional